Era un dia de lluvia. Mis ojos recorrían la ventana observando la maravillosa tormenta con sus luminosos rayos y sus estruendos. Desde que mis padres habian muerto en aquel trágico accidente, era una de las cosas que me hacia sentirme comunicada con ellos. Cada vez que miraba aquella tormenta recordaba los momentos en los cuales mi madre la miraba conmigo y mi padre me preparaba un vaso de leche calentita.
Habian pasado 11 años, yo tenía ya 17, ojos azules de mi madre, morena cómo mi padre y el cuerpo...bueno, no me podía quejar de él.
Me encuentro en mi habitación, en un internado bastante caro, ya que a mis padres no les faltaba dinero. Las paredes son blancas, hay un pequeño sitio en la pared en el cual pongo mis recuerdos y donde tengo la única foto que me quedó de mis padres. Detras de ella hay una anotación que dice: Nuestra pequeña Melissa ha cumplido los seis meses y nos sigue llenando de felicidad.