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El día helado, el fresco viento y la nieve cayendo de manera lenta era un buen clima para pasar todo el día en casa. Las parejas iban tan juntos para mantener el calor. Los niños corran tirando las bolas de nieve. El cielo se había pintado de un azul más claro dando un hermoso constraste entre el blanco y azul. O eso es lo que se veía en aquellos tristes ojos que veían tras la ventana.
Jimin solo podía ver aquello como algo común, algo que había perdido la magia y color. Estaba frente a su ventana, con su taza amarilla que hacía juego con la que estaba guardada en la alacena junto con otras cosas que le pertenecían a él.
Él, aquella persona que hace un año se había ido de aquella casa que ellos dos habían construido con gran esfuerzo. Había vivido tanto y hecho recuerdos en todos lados.
Los buenos y malos momentos iban y venían en donde Jimin se paraba, incluso, aquella ventana donde ahora se encontraba el rubio parado con la taza de café en mano igual tenía uno.
Triste, pero que Jimin siempre recordaba. El momento en el que él se fue de su vida, de aquella casa, de aquel nido de amor que habían construido juntos.
Lo que en un inicio se construyó de puros sueños y esperanzas se destruyó por peleas, discusiones y falta de tiempo.
Jimin constantemente se culpaba por dejar de lado su relación con Yoongi. La escuela y el trabajo era algo que absorbía su tiempo por completo y no porque él quisiera, simplemente sucedió.
Yoongi, a esto, para no sentirte tan sólo, había aumentado su horario de trabajo y en el único lugar donde se encontraban era en la cama a la hora de dormir.
En un principio lo pudieron afrontar, se encontraban en la cama después de un largo día y hablaban por un corto rato, antes de terminar dormidos abrazados el uno al otro o uno terminaba abrazando al otro ya dormido mientras contaba su día.
Fueron más veces las que Yoongi se quedó dormido en brazos de Jimin y el menor pudo apreciar las hermosas facciones de su novio.
Pero parecía que aquello no era suficiente. Los horarios se volvieron más descontrolados y ya casi ni llegaban a dormir, había veces que Yoongi nunca llegaba o Jimin no dejaba la escuela por un gran trabajo que tenía que hacer.
Con ello vinieron las peleas. Una tras otra, una más absurda que la otra, celos y mentiras. Ambos estaban en un sube y baja uno en el que uno se bajó.
Jimin lo recuerda de forma fresca, como la nieve que estaba cayendo en ese entonces.
Hace uno año, cuando sus horarios los habían distanciado, Jimin había comprado unas pulseras que con sólo el toque, la luz contraria se encendia dando a entender que lo extrañaba o que quería verle. Esto ayudó, más la luz dejó de encenderse a los meses siguientes.
Yoongi, aquella noche helada, había prendido la luz cuando Jimin se encontraba en su habitación agotado después de el largo día de trabajo y escuela. El rubio estaba tan contento de que su novio volviera a utilizar el regalo. Por su mente le pasó una idea que podría resolver o acercar de nuevo a ambos.
Preparó una cena, la favorita del pelinegro. Arreglo la casa y la mesa, sacó la botella de vino favorito de ambos y dejó dos copas que ambos compraron como signo de amor y noviazgo.
Estaba todo listo, él estaba arreglado y solo era cuestión de esperar a Yoongi. No tardó mucho en llegar entrando por la puerta de su hogar con la cara más cansada que había visto Jimin, pero al ver la sorpresa, sus ojos brillaron con emoción. Sabía que a Yoongi le gustaba esa clase de cosas.
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¿Again? | ᵒˢ ʸᵐ
FanfictionJimin y Yoongi habían terminado su relación de más de cuatro años. Peleas constantes y una relación que ellos veían que no había salvación. Lo único que mantenían ambos eran la pulsera que Jimin había comprado. Aquella que encendia cuando la otra p...