Relato de un hombre casi desempleado

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Jaime despertó lentamente. Había tenido uno de esos sueños de los que, al despertar, no se acordaba absolutamente nada; solo quedaba la sensación de haber soñado algo realmente maravilloso. Palpó la cama con su mano buscando la sábana y, al encontrarla, se cubrió con ella hasta el cuello intentando reanudar aquel maravilloso sueño.

Sin embargo, Jaime tenía la pequeña sensación de que algo andaba mal. Entreabrió un ojo y notó que el sol ya había salido. Luego, giró sobre la cama hacia la pequeña mesa y, estirando el brazo, tomó de allí su teléfono móvil. Colocándolo frente a su rostro, con los ojos entrecerrados, encendió la pantalla para mirar la hora: El reloj marcaba las siete y cuarenta de la mañana.

Jaime saltó de la cama como impulsado por un resorte. Miraba atónito el teléfono. ¿Qué había sucedido? El día anterior se había asegurado de programar la alarma diaria media hora más temprano que de costumbre. Quizá se había acostado tan cansado la noche anterior que no la había escuchado sonar, o quizá el teléfono no había sonado por algún motivo. Finalmente concluyó que, fuera cual fuera la razón, debía apresurarse si no quería llegar tarde al trabajo.

Sin detenerse por más tiempo, Jaime entró a la ducha. Inventó una forma más rápida de asearse, y en menos de diez minutos ya se encontraba fuera otra vez. Miró al reloj y cayó en la cuenta de que no tendría tiempo de desayunar, así que volvió al baño para cepillarse los dientes.

Parado frente al espejo, frotando las cerdas contra sus dientes casi a la velocidad de la luz. Entendió que no podía haber una peor ocasión para encontrarse retrasado para el trabajo. Justo el día anterior su jefe le había llamado la atención por segunda vez. Hacía un tiempo que Jaime había estado llegando tarde por descuido. Aquella última vez su jefe había insinuado que, de repetirse la falta, consideraría seriamente su despido.

Jaime dejó de mover el cepillo por un momento, se estrujó la cara con fuerza y respiró profundamente.

Al salir del baño se puso la camisa y, antes de abotonarla, empezó a ponerse los zapatos. Solía echarse el perfume antes de salir, pero esa vez lo había hecho al ponerse el reloj para no tener que cruzar dos veces por el mismo lugar.

Dio unas cuantas vueltas más por la habitación haciendo las cosas de forma tan rápida como escandalosa, hasta que finalmente creyó estar listo para salir.

Jaime se paró frente a la puerta casi temblando de ansiedad mientras revisaba por última vez que no estuviera olvidando nada. Pero, al alzar la vista al reloj que colgaba de la pared, pensó que quizás ya no tenía caso apresurarse. Ya pasaban de las ocho de la mañana y, con el tráfico, tardaría no menos de treinta minutos en llegar a la oficina. Tal vez lo mejor sería ya tomar las cosas con calma y resignarse a la realidad: seguro que su jefe lo despediría sin decir mucho. Qué vergüenza dejar la empresa con tal muestra de irresponsabilidad, sobre todo luego de haberse dado a conocer en ella como cristiano.

Aquel hombre casi desempleado, giró el manubrio, abrió la puerta y luego la cerró tras sí, apesadumbrado.

Jaime no olvidó jamás aquella mañana de primavera. No por haber sido despedido, tampoco por haber llegado tarde al trabajo; sino porque, aunque él no se había dado cuenta aún, ese día era domingo.


¡Jelouuu! :D

¿Les ha pasado que se han preparado un finde o día festivo para ir al trabajo / escuela? A mí sí. 😂

Quiero dedicarle este cuento corto a Xx-Eli-xX ya que me decidí a publicarlo por una pregunta que hizo en su historia "Jóvenes de Cristo" (a propósito, vayan a leer ese libro y llénenlo de estrellas como el cielo! Es mi favorito de Wattpad). Aunque este relato realmente no es la gran cosa, detrás de él hay una historia que lo hace especial para mí y responder a su pregunta me hizo recordarlo.

¿Qué te pareció? ¿Logró divertirte un poco? ¿Te gustaría leer otro más? Lo cierto es que tengo otro en borrador, con portada y todo, como desde hace 6 meses, pero, como no me pareció tan bueno, no me decido a publicarlo. xD Ese sí es cristiano, aunque tiene un mensaje muy sencillo.

La otra razón es que llevaba un tiempo sin dar señales de vida y quise hacerles un regalito mientras trabajo en mi siguiente obra: la 2da parte de Lo que dicta el corazón. ¡Así es! Ya llevo el equivalente a unas 16 o 17 partes de Wattpad y espero compartirla pronto con ustedes. Me gustaría mucho saber qué esperan de ella y qué sugerencias tienen.

Y, bueno, antes de que este comentario se vuelva más largo que la misma historia, me despido.

Bye!

Relato de un hombre casi desempleado (y otras cosas sin mucha importancia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora