"Willy, háblame de una vez. Hazme caso, fíjate en mí, ¿acaso no te das cuenta de que desde que empezaste a trabajar de camarero en éste bar vengo aquí todos los días? Me estás volviendo loco, y ya ni siquiera sé si eso es algo bueno"
Fargan estaba sentado en la mesa de siempre, con carta en mano, pero solo para aparentar, pues en realidad sabía perfectamente qué iba a pedir y a quién se lo iba a pedir. Él tenía los ojos ambarinos clavados en Willy, el camarero albino que llevaba en su cabeza cinco meses. Esperaría a que estuviera libre, a que dejara la balleta con la que limpiaba frenéticamente las salpicaduras de sopa que había dejado una pareja que acababa de marcharse. Fargan le miraba, y sólo podía pensar en dos cosas: lo hermoso que era, y la hermosa pareja que podían ser.
Después de tres largos minutos observándole, éste reparó en su presencia y en que no le quitaba el ojo de encima. Fargan, avergonzado, hundió su cara y su precioso y despeinado pelo castaño en la carta, a una distancia a la que era imposible leerla, y al verlo Willy no pudo evitar reírse disimuladamente.
Fargan suspiró.
"Bueno, al menos se ha fijado en mí, y le he sacado una sonrisa", pensó el castaño mientras veía cómo el tierno camarero se le acercaba.
Fargan estaba decidido a hablar con Willy. Llevaba meses pensando en hacerlo, pero cada vez que veía esos ojos verdes pistacho y achinados y esa sonrisa que le daba la vuelta a cualquier mal día, se ponía tan nervioso que empezaban a sudarle las manos y apneas podía pedir la comida sin tartamudear.
Solo el dulce carraspeo del camarero sacó a Fargan de sus cavilaciones.
"¿Qué desea tomar hoy?" preguntó con una dulce voz.
Fargan no respondía. A pesar de haber oído su voz cientos de veces, seguía pareciéndole demasiado tierna.
Al ver que el silencio se prolongaba mucho, el albino tuvo que preguntarle de nuevo.
"¿Y bien? " preguntó arqueando una ceja y acercando el boli a la libretita en la que apuntaba los pedidos de los clientes.
Fargan respiró hondo, y dijo:
"Me conoces, me gustaría que tú eligieses ésta vez lo que debería comer, Willy," soltó de carrerilla y maldijo el temblor de su voz al decirlo.
Willy se sonrojó y le miró absorto, sin saber muy bien qué contestar.
"Disculpa, ¿te conozco?" El camarero no sabía qué quería decir aquel cliente, le había visto muchas veces, venía a diario, pero nunca había hablado con él más allá de preguntarle qué iba a tomar ese día.
"En realidad no, Willy. Tú a mí no me conoces, pero yo a tí sí. No sé si te habrás dado cuenta, pero vengo aquí todos los días, ya sea simplemente para tomar un café o para comer". El castaño consiguió decirlo con voz tranquila, calmada, pues él se estaba sincerando, y esperaba que Willy tuviese la iniciativa de... Bueno, en realidad no lo sabía. La iniciativa de que algo mágico entre ellos dos surgiese.
"En ese caso, yo no te conozco a tí, pero si quieres podría recomendarte algunos platos" contestó el albino sin saber muy bien qué otra cosa decir, jamás le había ocurrido nada similar.
"No, Willy. Lo que quiero es que tú escojas la comida que yo voy a tomar hoy. Quiero que apuntes en esa libretita lo que yo voy a comer hoy, pero no quiero saber qué es. Lo descubriré cuando el plato llegue a mi mesa" dijo sonriente Fargan para no parecer grosero, y de algún modo esa sonrisa provocó una similar en la cara del albino.
En teoría, un camarero no podía hacer lo que le socilitaba aquel chico veinteañero, pero su actitud le divertía y decidió seguirle el juego.
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¿Te conozco? (One-shot)
FanfictionWilly, un camarero albino precioso. Fargan, un chico corriente enamorado perdidamente del camarero, frustrado por que no le hace caso. Decide hablarle, sincerarse con él sobre sus sentimientos. ¿Cómo reaccionará Willy?