1- "Nos vamos, pero volveremos."

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Me pongo a separar la ropa para empacar cuando escucho que alguien entra a mi cuarto sin tocar. Sin embargo y penosamente se quien es.

Peter.

El me toma por la cintura y me da vuelta. Estamos tan cerca... pero lo siento tan lejos, que me dan ganas de salir y correr sin parar.

Cuando nota mi rostro inexpresivo retrocede para mirar confundido la maleta a medio hacer.

-¿Sam, que es esto? -pregunta todavía mirando mi maleta.

Solo digo -: Me voy a New York.

Su rostro palidece por un momento y luego me toma de los hombros.

-No estoy de broma, Samantha -dice riendo.

-No es una broma, Peter, me voy.

-¿A donde? No puedes abandonarme. -su rostro esta pálido nuevamente -Soy tu mejor amigo, no quiero que las cosas cambien.

-Por esa misma razón me voy. -lucho para que mi voz suene normal -No puedo fingir más, no quiero seguir de esta manera. Estúpida.

-¿De que hablas? -pregunta sin entender.

Ya me canse de rodeos así que voy al grano.

-Mira Peter, no puedo fingir que no pasa nada entre nosotros, no puedo fingir que tu quieres algo que yo no puedo darte, no puedo fingir que te enojas cada vez que hablo demasiado tiempo con un chico, no puedo fingir que los besos que me das no significan nada, no puedo.

Si es posible, su rostro esta cada vez más pálido. Y yo lucho contra mis lágrimas que desean salir tan pronto como puedan.

-Tu si puedes darme lo que yo quiero -dice queriendo acercarse a mi, pero lo aparto cuidadosamente.

-No. -digo, es verdad y el lo sabe -Yo no puedo darte la relación seria que tu quieres, yo no quiero nada serio, quiero ser libre, sin ataduras a nadie.

Eso ultimo le dolió.

-Peter, yo no puedo ser tuya de la manera que tu quieres -continuo.

-¿Por que no?

-Porque no le pertenezco a nadie. Le pertenezco a la vida y a nadie más. -Digo mientras sigo acomodando mis prendas. Solo lo hago para no llorar.

-Pero... no puedes irte así como así.

-Si, si puedo, y lo haré. -sorbo mi nariz -No eres nadie para impedirlo.

Me toma de la muñeca, me aprieta contra el y me besa. Su beso demuestra necesidad y hambruna.

Aunque me encantan sus besos, me separo y no lo controlo más. Las lágrimas salen solas, llenas de tantos sentimientos que no puedo explicar. El mayor de todos, el que siento que se apodera de mi sangre es rabia. Repentina y horrible rabia.

-¿Como te atreves, idiota? -escupo con mi rostro ardiendo por la rabia -Por eso me voy de aquí, por tu estúpida inmadurez.

-Vete si quieres, tu, el maldito discurso sobre la libertad y toda esa mierda sin sentido -grita jalonando de su cabello rubio.

-Eres un maldito machista -contraataco y se que mis lágrimas se deslizan por mis mejillas sonrojadas por la impotencia, pero ahora eso me importa una mierda.

-Y tú te crees que sabes todo acerca de la vida, siendo que ni si quiera tienes dieciocho. No sabes nada de nada.

-Por lo menos se mas que tú, vete a la mierda. Me voy y punto. -Abro la puerta y hago énfasis para que salga.

La Gran Manzana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora