Story BabyDoll ROL

Biel

En ese entonces usaba el nombre de Gabriel.

Siempre lo odie, mi madre lo usaba cada que un reprocho furibundo llegaba. O mi padre cada que me criticaba no ser mejor que el hijo de tal impertinente. Escuchar mi nombre era un claro "Aquí vamos...".

Pero era mi nombre y todos lo usaban, mas si se trataba de la burla.

Recordar mi época escolar no era tan malo. No tanto como la de Erik Buller, a quien tiraban sus cuadernos dos veces a la semana por la ventana o golpeaban detrás de las gradas cada viernes al finalizar el día.

Tantas veces lo vi y lo no ayude, por que no había que meterse en los asuntos del otro...quizás por eso nadie lo hizo cuando me toco a mi. ¿Karma?

El primer "Gabriel" fue pronunciado por sus labios un martes de calor. Tenías una bella sonrisa, unos ojos claros impactantes y con sólo suspirar matabas a las chicas... Y a mi.

No fui alguien que se debatió lo que sentía,mucho menos lo cuestionó por que ¿De que sirve?. Eras popular e inalcanzable, alguien con un futuro brillante.

Tu familia tenia un negocio de cafeterías próximo a ser exitoso, único hijo, El consentido y amado en ese pequeño pueblo.

Yo... Yo era el hijo de unos asiáticos recién llegado que atendían un almacén pequeño en la calle principal. Básicamente no era nada al lado tuyo.

Pero mi yo de dieciséis años se enamoró de ti desde el momento que pronunciaste mi nombre o te burlaste de el por ser norteamericano...

Me atosiga el recuerdo de como te seguía, como ese chico tonto te espiaba a escondidas como las colegialas. Me avergüenzo de tan solo recordarlo.

Me gustabas desde tu pelo castaño claro, tu actitud despreocupada, tu uniforme desarreglado hasta la manera que me mirabas de reojos.

No puedo decir que me animé hablarte en la escuela o en una fiesta, no era algo que me animará a decirte. Así que fuiste tu mismo quien llegó a mi como una sorpresa inesperada.
Ojala hubiera sabido que en realidad eras de esas sorpresas misteriosas; pero con un matiz de peligro detrás de esa sonrisa coqueta que me mostraste el día que apareciste en la puerta del almacén de mis padres, tan lejos de tu casa con la excusa de comprar pan y mermelada.

No me dijiste nada, tampoco te mire mucho. Te machaste y me dejaste con el sabor amargo de saber para que habías venido; pero así eras tu. Llegabas, inundabas mi mente y alborotabas mi corazón solo para marcharte luego.

Al terminar el día y que mi papa me obligará a sacar la basura te vi nuevamente.
Me esperabas, me sonreíste y me sentí...afortunado.

Me dijiste: Se que estas enamorado de mi.

No era novedad, era muy obvio. Pero trate de negarlo.

Me arrinconaste como las películas románticas y me besarse sin previo aviso. Impetuoso y rebelde, me encanto eso.

Y fue ahí, en ese momento, donde el chico rebelde dio atención al niño don nadie que me tuvo bajo tu control.

Lo siguiente es la parte que nunca entendí. No por que me afectará, si no es que aun no entiendo que ganaba haciéndolo... Se de adrenalina, de satisfacción y de gustos pero... ¿Qué sentís haciéndolo? ¿que regocijo te daba?

¿Que gusto te daba manipular al chico tonto asiático que nadie daba importancia? No te hacia mejor o mas popular, no te hacia falta... Y aún así lo hiciste.

Jugabas conmigo. No me hablabas en la escuela, te burlabas de mi y a veces me besabas adelante de todos... ¿Es que todos estaban mal?.

Admito que me mostraste cosas que no conocía.