Yuuujuuu

2 0 0
                                    

Sinopsis

Gray Ridge, Colorado, es una ciudad tranquila, pero en este Halloween hay una luna de apareamiento, y la necesidad de los shifters de reproducirse con sus compañeros es muy fuerte.
Ruby es la orgullosa propietaria de Goody Basket Red, y como la nueva chica de la ciudad, está entusiasmada con su negocio. Pero cuando el sexy sheriff, Dominic Wolfe, mantiene a los clientes a distancia, se le hace difícil mantenerse enojada mientras arde en deseo.
Dominic es un shifter y su lobo quiere a Ruby. Desde el momento en que puso sus ojos en ella, está luchando contra la necesidad de marcarla como suya.
Pero cuando la luna esté llena para el apareamiento, no será capaz de controlar a su lobo por mucho tiempo.
Trucos o travesuras son las últimas cosas en su mente cuando el calor del apareamiento se hace cargo y su obsesión es puesta a prueba.
Aviso: este libro le da un toque sexy a un cuento de hadas clásico completo con caperuza roja, una cesta de golosinas y un lobo hambriento. Está escrito para hacerte sonreír, excitarte y ayudarte a festejar el día de Brujas.

Capítulo 1

Ruby
— ¡No podemos vender eso!— miro a las galletas en forma de pequeños falos, e intento convencerme que estoy viendo visiones. Son las 5:30 de la mañana y no tomé café aun, entonces tal vez mi cerebro esté apagado. Examino las bandejas de nuevo, esperando estar equivocada. No. Definitivamente son pequeños falos.
— ¿Por qué no?— Gwen toma una de las galletas en forma de pene y muerde la cabeza, haciéndome estremecer. No tengo un pene pero parece doloroso. –Tiene un gusto delicioso. Agregué un toque de especias de calabaza. Las brujas aman las especias de calabaza. — Ella asiente como si fuese un hecho que las brujas aman el sabor de calabaza. Ella acaba con la galleta, gimiendo de gusto. Le da un nuevo significado al “tragárselo” aquí en Goodie Basket Red.
— ¿Las personas muerden las cabezas de los falos también?
Gwen frunció el ceño y miró las galletas en la mesa.
—No se parecen a los falos. Son escobas. — pero aun cuando se defiende, inclina la cabeza para estudiarlos.
—Tienen vellos púbicos. — apunto a lo que, supuestamente serían las cerdas de una escoba, en seguida, deslizo el dedo a través de lo que estoy suponiendo que debería ser una escoba real.
—Un falo.
Ella se muerde el labio, y puedo decir que está intentando encontrar una manera de probar que estoy equivocada.
—Gwen. Si es un maldito palo de escoba, ¿por qué estás gozando?— la punta de la galleta tiene una costra de hielo blanco saliendo de allí que claramente parece semen.
—¡Esa es la magia saliendo! ¡Es una escoba de bruja!— dice ella tan sinceramente que no estoy segura de a quien está intentando convencer aquí, a mi o a ella misma.
—Sí, algo está saliendo, eso es cierto.
De repente, las dos comenzamos a reír. Debería estar frustrada, pero reír se siente bien. Es algo que no hacía desde hace un tiempo y me dejé ir disfrutando la tontería de la situación.Cuando finalmente paro, una mirada preocupada cruza su rostro.
—Está bien.— intento tranquilizarla. Abrí la panadería hace poco más de una semana y estoy segura que ella piensa que voy a despedirla. Lo que ella no sabe es que fue la única persona que solicitó el empleo. Por alguna razón tengo dificultades en hacer la transición a la pequeña y tranquila ciudad de Cray Ridge, Colorado.
Si no fuera por los turistas, no tendría ningún negocio. Suerte la mía que hay un parque nacional cercano y eso mantiene a mi pequeño local ocupado. Solo no tengo certeza de cuánto tiempo va durar una vez que la nieve comience a dominar a las montañas y los turistas desaparezcan.
Dijeron que algunas rutas se cierran por aquí después de nevar. Tal vez ahí los moradores locales me traten mejor. En caso contrario, serán meses ajustados y voy a tener que gastar más de mis ahorros. Como las vacaciones se están aproximando rápidamente, estoy esperanzada de que todo el mundo va a necesitar postres.
Está cercano el final de octubre, y pensé que algunas sorpresas festivas para el dia de Brujas serían una buena idea. Cuando le mencioné eso a Gwen, ella saltó entusiasmada queriendo hacerlas ella sola. Parece querer quedarse aquí tanto cuanto pueda. Yo tenía una pila de papeles para revisar ayer a la noche, entonces le di la libertad para hacer las galletas. Subí a mi pequeño departamento/oficina ubicado sobre la panadería y la dejé. Por la mañana vi el error de mis acciones.
Cuando la contraté, sabía que ella no tenía ninguna experiencia, pero parecía ansiosa para aprender. Siempre que preparaba cosas, ella observaba cada movimiento, absorbiendo toda la información que podía. Había ido a la escuela de gastronomía y yo estaba más que feliz en enseñarle mis trucos. Ha sido bueno tener a alguien que comparte mis intereses, para conversar, pero ella aún tiene un largo camino a recorrer cuando se trata de cocina artesanal.
—Ok, no necesitamos vender estos. ¿Qué más hiciste?
Gwen caminó hasta el refrigerador, sacando más galletas. Ella se volvió hacia mí, colocando una enorme bandeja de galletas de calabaza naranja con “Cómeme” escrito en negro.
—¿Por qué “Cómeme”?— le pregunto, mirando las calabazas perfectas. Perfectas a excepción del mensaje, claro.
—Son mensajes subliminales para los clientes.— ella asiente con la cabeza como si hubiera trabajado en publicidad y supiese que éste era el secreto de la venta. —Las personas van a tener que comprar las galletas y comérselas porque la galleta dice eso.
—¿Alguna otra cosa más?— cruzo mis dedos en la espalda, rezando para tener algo para vender. Ahora no estoy tan segura si quiero que estemos ocupadas hoy. Necesito preparar algunas galletas utilizables y golosinas de Halloween como las que normalmente vendo. Eso me mantendría en la parte de atrás todo el día y con Gwen cuidando sola el mostrador.
—Hice estos también.— ella salta de vuelta al refrigerador, su entusiasmo es claro. Dos segundos después, viene cargando una bandeja de cupcakes congelados en verde, negro, blanco y naranja. El único problema es que parece haber más penes encima de ellos.
—¿Qué es esto?— apunto a lo que, claramente, parece un pene encima de un cupcake. No es que ya hubiera tenido experiencia con uno real, pero tengo una cuenta en Tumblr.
—Son dedos. ¿no te parecen tenebrosos?— puedo decir que ella está animada con eso. Pienso que se quedó hasta tarde la noche pasada para hacerlos. Su rostro tiene una sonrisa gigante y no consigo hacer explotar su burbuja.
—Son muy buenos, Gwen.— tomo una de las bandejas y voy a uno de los mostradores. Pienso en donde puedo colocarlos, tal vez esconderlos detrás de una pila gigante de dulces y tortas o algo así. Podría colocarlo en la parte de abajo, pero entonces los niños los verían. Creo que voy a tener que colocarlos arriba y tiemblo por dentro.
Eso no me favorecerá con los moradores que ya me evitan. Ellos no parecen felices de que yo me haya apoderado de la panadería de la ciudad. Es la única razón que tengo, para el hecho de que ellos crucen al otro lado de la acera cuando me ven. No estuve el tiempo suficiente en esta ciudad para dejar a nadie molesto conmigo. Tu podrías pensar que vine y robé la panadería o algo así por la manera que reaccionan. Vi que estaba en venta online e hice una oferta, y si a ellos no les gustan nuevos moradores tal vez no hubiesen debido colocar un anuncio online ¡para que todo el mundo lo viera!
El sitio incluso mostraba el papeleo de cuan exitoso fue el propietario anterior y explicaba que la única razón por la cual estaba a la venta era porque el dueño falleció, y la familia no podría atenderla. Pero el negocio no parece exitoso ahora que estoy aquí.
Cuando vi este lugar supe que sería perfecto para mí; un nuevo comienzo en un nuevo lugar y pude dejar los recuerdos tristes atrás. Después que mi abuela murió me quedé sola. Ella me crio después que mis padres murieron en un accidente de auto cuando tenía cinco años. Después del colegio fui a la universidad, conseguí un diploma en administración, pero no hice nada con él. Las únicas veces que me sentía feliz era en casa de mi abuela y cuando cocinaba con ella. Fue cuando supe que tenía que hacer de la cocina una parte de mi vida si quería ser feliz. Mi abuela me empujó a la escuela de cocina, e, infelizmente, no fue mucho tiempo después que me gradué, que la perdí. Después cerré su propiedad, sabía que quería abrir mi propia panadería y buscaba el lugar adecuado. Cuando me deparé con esta ciudad, con la pequeña panadería perfecta, algo sobre eso me atrajo cuando entré en ella por primera vez, y sabía que este era el lugar. Sentí como si encajara. Era casi como si la panadería estuviese esperando por mí, como si fuera mi destino estar aquí.
Empujando hacia adelante la puerta de la cocina, coloqué la bandeja sobre el mostrador y comencé a hacer café mientras intentaba acomodar la vitrina. Tal vez estaba siendo muy dura, no hace mucho tiempo que estoy aqui. Gwen me sigue y la veo ir hacia las bandejas en la ventana del local y comenzar a colocar las golosinas en exposición allí también. Mierda.
Tal vez cuando abramos pueda enviarla a hacer alguna otra cosa y tirar todo a la basura mientras ella no esté. Podría decirle que un loco compró todo, pero entonces ella haría más galletas. Mierda.
Finalizando nuestra mañana, voy hacia la vitrina y cambio un poco las cosas. Después que todo está organizado, volteo el cartel de “cerrado” para “abierto” y desbloqueo la puerta. Voy detrás del mostrador y veo a las personas pasar frente a la panadería, en su camino a sus propios negocios. Algunas personas que no reconozco entran por un café, mirando los biscochos del Día de Brujas. Fui adelante y coloqué las “escobas” también para la venta. Si no se venden, siempre puedo llevarlas a la casa de retiro en la avenida, como siempre hago con los sobrantes. Tal vez ellos no noten que se parecen a pequeños penes.
—Creo que voy a ir a la ferretería más tarde y conseguiré decoración de Halloween. Traer un poco de la fiesta al local. Sé que algunos niños van a venir por dulces o travesuras ese día. Tal vez arrastren a sus padres también.— intento parecer animada, pero Gwen apenas da un bufido, haciendo sacudir su cabello rubio. Tal vez pienses que estoy cometiendo una matanza en el mostrador, considerando cuan caliente ella es. Ella come más de lo que hacemos que yo, pero no estoy segura a donde su delgado cuerpo manda todo eso. Los dulces que yo como van directo a mis caderas y culo.
—¿Gwen, tu naciste y creciste aquí, verdad?— le pregunto, ya sabiendo la respuesta. La escuché hablar de su hermano. Ella vive con él, y constantemente se queja que no le deja hacer nada. La verdad, creo que este trabajo fue un acto de rebeldía. Después de ver todos los deleites atrevidos del día de brujas que hizo, estoy comenzando a pensar que está sexualmente reprimida. No es que yo pueda apuntar el dedo. Soy una virgen de veinticuatro años y Gwen es apenas tres años menor que yo. Pero no soy yo quien hace mini penes.
—Sí, nacida y criada.— dice ella, girando e inclinando la cadera contra el mostrador al lado de la caja registradora.
—¿La mayoría nació y creció aquí?— la ciudad parecía tan unida, como un club al que no consigo entrar. Es como si no hubiese hecho el ritual secreto de admisión o algo así. Todos los días continúo esperando que algo vaya a funcionar. Tal vez ellos no sepan que la panadería está abierta, pero estoy comenzando a pensar que en una ciudad como esta, todo el mundo sabe sobre todos.
Ella se encoje de hombros y puedo verla eligiendo con cuidado las palabras.
—La mayoría es de aquí, pero el Alf… quiero decir, mi hermano, da la bienvenida de vez en cuando.
—A ellos parece que no les agrado.— murmuro, no queriendo insultar a su hermano. ¿Por qué sería su trabajo dar la bienvenida? Aún no había conocido a ese hombre, y si él era de algún tipo de comité de bienvenida de la ciudad, entonces parece que está muy ocupado. Estoy aquí hace tres semanas y no tengo idea de quién es él.
—Bueno, solo va tomar un tiempo.— ella se inclina más cerca mío y la escucho oler.
—¿Acabas de olerme?— agarrando mi camisa, la huelo buscando algún mal olor o algo así, pero todo lo que siento es azúcar. No importa cuántos baños tome. Creo que es por hacer dulces todo el tiempo.
—No.— dijo ella dando un paso atrás como si le hubiera hecho una pregunta loca, cuando es ella la única que trató de olerme.
—¿Te gusta trabajar aquí, Gwen?
—¡Amo esto! ¿no me vas a despedir porque te olí, verdad? Puedo decorar el local si quieres. El día de Halloween es en pocos días y voy a hacerlo hoy mismo. ¿O son las galletas? ¿no te gustaron? Puedo hacerlas de nuevo. Solo muéstrame como te gustan. Por favor no me despidas. Nadie más me va contratar. Mi hermano no va dejarlos y, y…
—Cálmate Gwen.— le digo parando su miedo desmedido. —No voy a despedirte. Yo… es solo que… cuando hice la sugestión sobre la decoración tu resoplaste como diciendo: “nadie está viniendo aquí de todas maneras”, y, bueno, si nadie viene a comprar, ninguna de las dos tendrá trabajo.
—¡Oh!— ella suspira como si no fuese gran cosa, y solo la miro sin entender. —Ellos van a venir después.
—¿Después?— gesticulo hacia ella para incentivarla a terminar la frase.
Ella duda y mira alrededor de la sala.
—Después que el sheriff Wolfe pare de asustar a las personas para alejarlas.— ella dijo las palabras como si yo la hubiese torturado para que confiese.
Al escuchar su nombre, mis ojos van a la ventana de enfrente para ver si él está rondando mi local nuevamente. Pensé que los policías manejaban sus patrullas por los alrededores, comían donas, pero el de aquí, anda por arriba y debajo de la calle principal, comiendo mis galletas y bebiendo mi café. Él se detiene enfrente de mi panadería más que en cualquier otro lugar y me fulmina con la mirada como si yo hubiera hecho algo para ofenderlo.
Era su familia la que era dueña de la panadería antes de mí, pero dijeron que él quería venderla. Los abogados explicaron que él no tiene tiempo para ella, lo que yo podría entender al ser el sheriff. Y de ninguna manera me lo imaginaria en una panadería. Se la comería toda él solo.
El hombre era un idiota. Un sexy y gigante idiota que era mi mejor cliente, pero aun así un imbécil que apenas conseguía decir unas frases en su mejor día. Al comienzo pensé que tal vez él solo era capaz de gruñir y refunfuñar. Pero entonces vi que no tenía ningún problema en hablar con otras personas. Lo escuché hablar con Gwen algunas veces y con todos los otros, pero conmigo era como si fuese algo incómodo o algo así. Si yo no le caía bien, ¿Por quéestaba cerca mío todo el tiempo? ¿Por qué vendió el negocio? No es como si yo hubiese torcido su gran, peludo y musculoso brazo o algo así. La verdad, fue lo opuesto. Me recuerdo de ese día como si fuese ayer.
Cuando vine a ver el local, estaba tan animada. Sabia incluso antes de llegar aquí que iba a hacer una oferta. Las imágenes online mostraban que era todo lo que yo buscaba. El local estaba pintado con mi color preferido, rojo. Todo lo que tendría que hacer era conseguir un nuevo cartel.
Estaba tan animada por verlo en persona finalmente, pero la primera vez que entré todo lo que vi fue a él. Pensé que estaba sentado en la mini mesa de la panadería, pero no demoré mucho tiempo en darme cuenta que la mesa no era tan mini. No, él solo la hacía parecer así porque era muy grande.
Quedé hipnotizada, todo mi cuerpo cobró vida. Fue una sensación que nunca experimenté, un calor dominándome. Sus grandes ojos color plata crecieron más con mi mirada. Pero entonces él se levantó y salió de la panadería. Poco antes de cerrar la puerta dijo por encima del hombro: —Es de ella.— dejando claro que había terminado conmigo y la panadería. O así pensaba yo. Por alguna razón, me sacó el aire de los pulmones cuando me dispensó tan fácilmente. No debería haber quedado tan sorprendida. Yo no era notada por los hombres. Soy baja, gordita y con un cabello rojo rizado que no puedo controlar. Es por eso que mis padres me llamaron Ruby. Entonces, sabiendo todo eso, el hecho que me ignorara no debería haber dolido, pero dolió.
Entonces descubrí que él era el sheriff. Sentí como si viniera aquí a asustarme y ahora descubro que está manteniendo a las personas lejos de mi negocio también. ¿Qué es eso? ¿Alguna conspiración o estrategia que él hace o algo así? ¿Vende la panadería, la hace quebrar y la compra de nuevo a bajo precio y enseguida repite todo con alguien nuevo? Ni siquiera puedo denunciarlo porque él es el estúpido sheriff.
Tal vez sea eso. Aquel día, él me vio, sabía que era un blanco fácil. Bien, la próxima vez que lo vea, voy a aclarar las cosas. Y esa vez quien va refunfuñar y gruñir soy yo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 18, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Caperuza roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora