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Hay tres cosas que nunca se pueden ocultar; El Sol, la Luna, y la verdad. 

Lamentablemente, para MinGyu, aquella verdad le atormentaba día con día.

En un mundo donde el lazo Alfa-Omega es algo sagrado e irrompible, una ley de la naturaleza que marca tu destino, MinGyu por mero azar nunca llegó a presentarse de ninguna forma, marcando su naturaleza ordinaria, Beta, y marcando así el inicio de su maldición.

Ser un Beta biológicamente no era algo demasiado complicado, no era como el asunto de los Alfas u Omegas, un Beta no cuenta con celos, ni con aroma, ni siquiera es capaz de sentirlos, no tiene sensibilidad ante otros Betas como lo tendrían Alfas con Omegas, no son territoriales y mucho menos puede marcar. Pero lo que más le dolía a MinGyu era no poseer un lobo.

El lobo interno era como comúnmente se referían a los instintos de la persona, siempre y cuando no fuese este un Beta. Es culpa del lobo el que la persona reaccione de cierta forma ante diferentes aromas, que quiera saltar sobre su pareja o que quiera marcar su territorio, mucho menos recurrir a la marca. Así que, como MinGyu era un Beta, no tenía un lobo, nunca podría sentir el aroma a "hogar" que Alfas y Omegas describían en sus parejas, nadie acudiría a él cuando sintiera miedo o ansiedad, nunca tendría una marca para probar que encontró a su alma gemela, al lobo que se supone fue destinado a estar con él. Porque ese es otro problema de ser un Beta, los Alfas y Omegas pueden reconocer a su destinado, ya sea por su olor, o por el instinto de estar siempre con él o ella, su lobo interno lo aúlla con desesperación. Sin embargo, dado que un Beta no siente aromas, ni instinto alguno, es casi imposible que encuentren a su alma gemela, porque no se puede emparejar a un lobo con algo que no existe, mucho menos dos.

Por eso, cuando Choi SeungCheol, el capitán del equipo de fútbol de su instituto y estudiante Alfa de último año, entrelazó sus dedos confesándole lo enamorado que estaba de él, el mundo de MinGyu comenzó a ser un caos total. ¿Un Alfa y un Beta? Ni hablar, era naturalmente imposible. Es decir, u, Beta jamás podría darle a un Alfa lo que este necesita, ni siquiera podría marcar a uno, porque el lazo no existiría, sólo una herida altamente peligrosa, mucho menos podría darle descendencia alguna. Y en vista de las circunstancias, el Alfa tarde o temprano dejaría al Beta para buscar un Omega, porque lo necesitaría, está en su biología, en su naturaleza.

Así que cuando SeungCheol insistió en pedirle al menos una cita, MinGyu lo dudó, accedió al final, pero siempre con esa preocupación existente en su mente; que nunca sería suficiente, que tarde o temprano el contrario se buscaría a un Omega, así que no podía encariñarse con el mayor, si lo hacía cuando este se marchara sufriría, y era algo que quería ahorrarse.

Sin embargo, las cosas nunca en la vida de Kim se dieron como él quiso. Tras esa primera cita inevitablemente aceptó una segunda, y una tercera, y pronto se descubrió a si mismo enamorado del azabache de cabello ondulado, jodido hasta la médula por todo lo que el Alfa significaba para él, y el aludido tampoco estaba mejor. Desde antes de salir adoraba lo que MinGyu era, como se comportaba, su manera de sonreír tontamente cuando reconocía a la distancia alguna canción que le gustaba, o como esbozaba aquel adorable puchero cuando no lograba conseguir algo, incluso amaba su piel bronceada y su altura descomunal, al Alfa le importaba poco ser más bajo, la apariencia poco convencional de MinGyu fue lo que comenzó llamando su atención, pero su forma de ser fue lo que le hizo caer rendido a sus pies. Por eso, cuando Cheol preguntó si quería ser su novio y MinGyu sólo asintió con su acolmillada sonrisa, supo que nunca se separaría del Beta, ¿Aquello era lo que los de su clase llamarían alma gemela? SeungCheol apostaría por ello, porque su lobo sabía que nunca se sentiría así con nadie más, que nunca necesitaría a nadie más.

Rewrite the Stars - CheolGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora