En el ancianato de Humpret podías conocer mas de una gran historia, todos los que trabajamos ahí conocimos los sucesos más importantes de la mayoría de esos viejos.
Como todo en la vida hay siempre historias más significativas que otras y en Humpret las más importantes casi siempre son contadas días antes de que nos dejen.
Aquella mañana llego un único correo una caja dirigida para la señora Preston, la tome en mis manos para llevársela a su habitación y de paso limpiarla un poco, la señora Preston era una mujer interesante que parecía siempre podía seguir el tema de conversación, a diferencia de los demás sabía muy poco de su vida, nunca recibía visitas de algún familiar solo alguno que otro conocido y pasaba sus días en el piano y leyendo en el jardín.
-Buenos días, señora Preston.
-Buenos días, Carla -Se encontraba viendo el jardín desde la ventana, ya tenía 85 años su cabello era completamente blanco y sus ojos azules resaltaban sobre sus ojos ya marcados por la vejes- No me digas que me ha llegado algo en el correo, eso sería un gran acontecimiento.
-Eso parece -Dejo la caja a su lado- entonces señora Preston ¿Quien es el extraño que se ha acordado de usted?
Suspiró para darle un vistazo a aquella caja estaba envuelta en un papel azul que ayude a quitar con sumo cuidado hasta que en la tapa leí en voz alta.
-"Para que recuerdes muestra historia, aquella donde nos rompimos el corazón"
Se llevó una mano la boca y me miró expectante -Dioses Carla ¿Quien la ha enviado?
Busque en la forma el destinario -Aquí dice que lo ha enviado Louisa Mars, pero no encuentro de donde la envía... Señora Preston ¿Se encuentra bien?
De repente palideció y se llevo su otra mano al pecho, temí que fuera un ataque cardiaco.
-Ha muerto, Carla, rápido ayúdame a llegar a la cama que siento que me voy a desmayar.
No dude un segundo a llevarla hasta allá e intentar recostarla para que quedara cómoda sus ojos enrojecieron casi a punto de llorar.
-¿Que ha pasado, señora? ¿Quien murió?
-No te quedes parada, ve y tráeme un vaso de agua y oxigeno para mis débiles pulmones que pronto dejaran de funcionar. Ella ha muerto y solo quedo yo.
-Deje de decir esas cosas que ya estoy muy asustada, quédese quieta yo ya vengo.
Salí de la habitación a avisarle al doctor Martinez que se adelantó para ir directo mientras yo iba a la cocina por un vaso de agua.
Al llegar el doctor le dio unos calmantes que pasó con el agua y recomendó descanso. Unos minutos después la señora se encontraba profundamente dormida me repuse del susto y organicé un poco la habitación y termine dando un pequeño vistazo a aquella caja, ya que me parecía de mal gusto revisar sus cosas personales me decidí por dejarla tal cual y rogar a mis adentros para que después ella misma me explicará que había pasado pero me temo que la señora Preston siempre ha sido muy reservada.
El resto de la mañana siguió con normalidad, di los medicamentos a cada uno de nuestros huéspedes y justo cuando iba a empezar a prepararme para el bingo que tendríamos en la tarde empezó una pequeña llovizna que de un momento otro se convirtió en tormenta.
-No me digas, Carla que una pequeña tormenta cancelará el bingo que es la única alegría de esos decrépitos ancianos.
-No se cancela, se aplaza señor Paterson -Sonreí y prendí el televisor- será entonces tarde de películas y de bonus en un rato les traeré chocolate caliente.
Con la mayoría de los abuelos en la sala subí al segundo piso a revisar a los que habían decidido ir a sus habitaciones, termine entonces en la puerta de la señora Paterson quien al parecer ya se había levantado.
-¿Como se encuentra? ¿Ya mejor?
-Si, mejor, estoy muy vieja ¿No es así?
-Esta en plena flor de la juventud, señora.
Su risa me tranquilizó, estaba mucho mejor ahora y aunque se notaba un poco taciturna se levantó en vuelta en una manta y se acercó a la ventana.
-Hay un diluvio afuera -Le informe lo obvio.
-El cielo siempre queriendo reflejar mi pena -Se sento entonces al lado de la caja- pronto se ira la luz ¿Porque no traes unas cuantas velas?
-¿Quiere ver que hay dentro hoy? ¿Esta segura?
-Totalmente.
Asentí y fui en busca de dos velas solo por si las moscas de verdad sería más difícil la noche si la energía se iba, volví con ella quien ya había puesto la tapa a un lado y ya se podía ver algunas fotos.
-¿No me va a contar que ha pasado, señora Preston?
-¿Te gustaría oír la historia de una vieja?
-Siempre he tenido un alma chismosa.
-Siéntese a mi lado entonces -tomo las fotos y las apiló a un lado y tomó un pequeño libro que después de dar un vistazo me lo pasó- la primera que vez que tuve este libro en mis manos tenía 13 años en 1947, dale un buen ojo Carla, este libro es importante para esta historia.
Leí el titulo "El diccionario de las penas oscuras" abrí el libro y en la primera página vi cuatro iniciales con diferentes tipografías, entonces miré la primera foto en el montón, se veía un chico y una chica con uniforme de mas o menos 15 años, ella le pasaba un brazo sobre los hombros mientras ambos sonreían.
-¿Quienes son?
-Esa pelirroja linda soy yo y ese chico que luce como si le doliera un poco sonreír es Mathew. Lo conocí cuando mi padre empezó a hacer negocios con el suyo, yo tenía mas o menos 11 años y el era dos años mayor a partir de entonces no hubo día en que no nos viéramos.
-No me diga que ese muchacho fue su primer amor.
Dio una risa un poco cínica y vio tres sobres que ya habían sido abiertos antes -Carla querida, esta historia como todas, tiene muchos puntos de vista, hoy tú conocerás cuatro.
Asentí un poco confundida -¿Quienes son los protagonistas?
-May, Louisa, Mathew e Isaac. Recuerda bien los nombres.
Así empezó pues su historia mientras la tormenta seguía con mas fuerza y yo intentaba estaba expectante de si esta sería una historia feliz o una realmente triste.
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Sonder
Short StoryLa vida de cuatro personas unidas por el amor, el deseo y el egoísmo. Porque cada historia tiene más de un punto de vista.