"Capítulo Único"

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Detrás de una sonrisa, hay una historia.

Aquel que todos conocían como el más arriesgado y carismático gallego, ahora lucia como alguien nuevo y desconocido, cuya sonrisa era inexistente y en sus ojos se veía el infierno que sufría este

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Aquel que todos conocían como el más arriesgado y carismático gallego, ahora lucia como alguien nuevo y desconocido, cuya sonrisa era inexistente y en sus ojos se veía el infierno que sufría este.

Siempre ha sido el amigo y enemigo de todos, lo conocían en cualquier esquina de "Los Santos" y es que vamos, ¿cómo no conocer a aquel chico de abrigo llamativo y de nombre poco común que le encantaba causar problemas? A muchos les sacaba risas y a otros les jodía la vida, esa era su forma de ser.

Tenia su grupo cercano de amigos, pero realmente se juntaba con quien se encontrará con el fin de divertirse junto a alguien. La soledad no era lo suyo, era hablador y un caos andante, no es obediente y hace lo que le sale de los cojones; así todos lo conocían, así era él hasta ese día.

Conoció a dos hombres con los que creyó tenia una buen amistad, se juntaban para hacer travesuras por la ciudad, robaban bancos, atracaban a ciudadanos, hacían de todo juntos, en la estación de policía ya todos les conocían.

Pero no tardó mucho para que esas juntas con sus supuestos amigos se acabaran poco a poco, excusas baratas escuchaba para que les dejará en paz y fue cuestión de tiempo para que dejará de insistir más. No se dejó afectar por ello, la vida sigue y la diversión no tiene descanso, era una ciudad grande y aún tenia de su primo, a quien era el único que necesitaba a su lado.

Atracar y robar autos eran lo suyo, su primo y él huían de la policía mientras canciones se reproducían en la radio, cantándolas a todo pulmón mientras esperaban al locutor para que les saludara en dicha frecuencia.

Por cada día que pasaba, él se hundía cada vez más en el mundo de las mafias, las multas se le subían a la garganta y la amenaza de tener cadena perpetua se acercaba. Aún así no le importaba, insistiendole a su primo que le involucrará en ese mundillo oscuro que sabia perfectamente estaba metido.

Excusas, más excusas.

Rogelio no deseaba que cayera en esa afición, entendía su preocupación de que pudiera morir, pero la falta de confianza le molestó.

No era justo, él era el mayor, él tenia que cuidarlo de esas cosas, protegerlo y salvarlo de ser necesario, daría su vida por la de su primo si se presentaba el caso; sin embargo le tratan como un niño sin control, faltante de paciencia e inteligencia.

Y no se trataba de su primo solamente, Freddy también le había impedido entrar en esos mundos.

Ellos consiguieron el dinero para sus multas, ellos consiguieron el dinero para las multas de su primo, y en ningún momento le permitieron colaborar en ello, tampoco le hablaron al respecto, lo mantuvieron callado y se negaron a contestar sus preguntas y reproches.

Aún así calló, mantuvo su boca cerrada pues al fin y al cabo, estaban todos bien y podrían continuar la diversión.

Segismundo rió de forma seca y sin gracia, mirando el suelo de la autopista a varios metros de altura de donde se encontraba de pie, un puente.

Siempre creyó que todo estaría bien mientras estuviera rodeado de las personas que amará, jamás se imaginó que su felicidad seria derrumbada así de fácil en cuestión de momentos.

Se enteró de que Gustabo y Horacio ahora eran policías que pasaban de él como si no existiera, varias veces los encontró en el hospital, preocupado se les acercó para preguntar como se encontraban, pero se sentía invisible junto a ellos, sin ser escuchado y siendo mandado a tomar por culo; entonces entendió que se encontraban en escalones mayores a los cuales no podría llegar.

Ahora eran unos jodidos perros del estado, luego de decir tanto que odiaban al Superintendente, resulta que trabajan ahora para él.

No se mostró afectado, se estaba acostumbrado a que las personas se fueran de su lado, le evitaran o simplemente le juzgaran. Era normal recibir odio al ser alguien muy busca problemas, la policía le tenia manía y le multaban por lo que sea.

Una vez más se encuentra en busca y captura, iría a la perpetua pero esta vez, su primo se encuentra en ese mismo problema.

Ambos se prometieron caer juntos, lado a lado, notaba a Rogelio incluso más preocupado, queriendo cuidarle y repitiendole lo mucho que le quiere. Jamás se imaginó que esa promesa se hubiera roto aquel día, tan solo tomó la decisión de ir a dormir antes, su primo le avisó que aún estaría por ahí.

A la mañana siguiente esperó a que volviera, pero se enteró de que aquello no seria posible pues le habían atrapado y tenia condena perpetua.

Esta en una cuerda floja, mirando los autos pasar con rapidez mientras sacaba un pie fuera del puente, un poco más, un pequeño empujón, y podría acabar con su vida de una vez por todas.

Lo había perdido todo, sin su primo, su familia, su amigo; no era nada.

Todas esas llamadas de juego que se daban, donde el menor siempre le hacia creer que no le escuchaba, o donde decían chistes para luego reír escandalosamente y colgar; se acabaron.

Todo acabo.

De pronto el sentido de su vida ya no era claro, ¿por qué seguía vivo? No aportaba nada a la vida, hacia cosas malas sin mucha compasión, no era nada. Las noches eran sombrías y silenciosas en su hogar, la ansiedad le invadía y dormir no podía, pues las pesadillas aparecían, despertando asustado, sudando y temblando, encontrándose a la soledad y el silencio abrazarlo.

Se volvió común caminar por las calles con una mano en su pistola, cualquiera que se acercará era apuntado, los nervioso y la angustia le recorrían, yendo sin rumbo por la vida, no encontrando el sentido de esta.

Alzó su mirada al escuchar llegar los autos de la policía, seguidamente escuchó las puertas de los autos ser abiertas y cerradas, seguida de los pasos de quienes asumía, querrían pararlo.

Está no es la solución – les escuchó decir.

Giró su cabeza para ver de reojo a quienes serian espectadores de su decadencia, no pudo evitar dejar salir otra risa seca, ¿aquello era una jodida broma?

Como si la vida le quisiera recordar sus males, allí detrás suya estaban quienes creyó eran sus amigos, claro, junto al puto viejo pues ellos no podían salir sin su dueño.

Joder, ni siquiera se veían afectados por lo que estaba apunto de hacer.

Se lo esperaba, ¿Quién se preocuparía por alguien como él? Ya no tienen nada que les importe, no hay algo que les obligue a mantenerlo vivo, ni siquiera una relación amistosa. Gustabo y Horacio jamás quisieron ser sus amigos, Conway no requería de información ahora, todo fue simple interés y aunque llegó un punto de su vida en que lo sospecho, dolía.

Yo no veo otra solución – es lo que respondió, alzando sus brazos mientras se daba vuelta, riendo mientras se dejaba caer hacia atrás, sin darles tiempo a hablar ni a convencerlo para bajar.

Miró al cielo, recordando aquellos buenos momentos de su vida; no siempre todo fue malo, pero vamos, ya su tiempo en ese mundo había acabado.

Ese fue el fin de Segismundo García en Los Santos.

END. | Segismundo [SpainRP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora