東京 ㅤ▹ㅤ ﹙ 𝑓.﹚ യ
⸝ᡃ່࡚ࠢ࠘⸝່ࠡࠣ᠊߯᠆ࠣ࠘ᡁࠣ࠘᠊᠊ࠢ࠘᠊᠊ࠢ Todos merecemos un lugar
donde podamos ser felices,
donde verdaderamente
recibamos lo que merecemos
ya sea castigo o justicia, paz o
...
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Los días se había pasado realmente rápido, ese día todo el castillo blanco se mantenía al tanto en cuanto a los preparativos. Realmente todo el reino estaba invitado.
Una gran fiesta.
Bajo el cielo de zafiro.
Más que excelente.
Por lo que sabía, era una celebración que se ejecutaba en todo el reino. Se reunían reyes y reinas en dicha celebración por los que todo tenia que ser perfecto. Y ese día le tocaba al Reino de Diamante, al mando de la Reina Blanca.
Era tan raro, hace menos de un mes estaba en algún lugar que no recuerdo, haciendo cosas normales supongo. Aunque aquel niño me resultaba familiar, como si fuese algo importante en mi vida.
Es raro no saber nada de tu vida. Raro y cansado.
Suspiré y una vez más me mire en aquel gran espejo, con detalles plateados. Gruñendo a cada tanto ya que no me gustaba aquel atuendo. Consistía en unos pantalones algo ajustados color azul y una pequeña camiseta. De igual forma tenía sobre ella un gran chal con detalles rosados en los bordes. Me habían avisado de que tenía que llevar una flor en mi cabeza, la mire esperando que ocurriera algo extraordinario.
Nada. No ocurrió nada.
Supongo que al estar en un lugar mágico pienso que todo a mi alrededor sera peculiar, al parecer mi hipótesis era errónea.
Finalmente me rendí mientras colocaba aquella rosa con cuidado en mi cabello y salía de lo que era mi cuarto. Recorrí los pasillos tarareando una canción y me encontré con aquel conejo que antes me había llevado a la cocina.
ㅡBuenos días joven Jiminㅡ saludo cordialmente aquel peculiar ser y yo le devolví el saludo tratando de ser educadoㅡla Reina y el Joven Jungkook lo esperan en el gran salónㅡy dicho esto se fue.
¿Ahora que pasaría? No me sorprendería que me pusieran un gorro blanco en la cabeza y sea un ayudante en una rara expedición para el reino. Claro que eso era completamente normal ¿Cierto?
Suspiré en total resignación y mire una vez más aquel encantador -nótese el sarcasmo- traje, tome el artefacto que me había otorgado la reina noches antes y finalmente salí de aquel raro y curioso cuarto.
En solo un mes había conocido a seres inimaginables, castillos curiosos y animales parlantes.
Juraría que si le contara todo esto a mi yo de hace unos meses me diría lunático a mi mismo.
Aunque desearía saber sobre aquella vida que perdí, era raro despertar un día y ya tener 25 años a lo mucho. ¿Raro? si.
Disperse mis pensamientos, me estaba volviendo un loco sin remedio.
Camine por largos pasillos tarareando una cancioncilla, The sciencist creo que se llama aunque no lo puedo asegurar con totalidad. Dato grande, pequeños fragmentos de mi memoria regresan a mi, como si de una brisa primaveral se tratase. Y aun si tengo que estar agradecido con ello me da miedo.