Tarde. Corría con el café en la mano, apurada, me había tardado más de lo que esperaba en hacer un par de tramites con filas interminablemente largas. Llegue. Pedí disculpas mientras rápidamente un par de asistentes retocaban mi maquillaje.
Di una mirada a todo el lugar. Un parque lleno de distintas flores. Todas amarillas. Al conjunto de la vestimenta de casi todos los que estábamos allí. Parecía una regla que casi nadie quería romper.
Pero, ahí había alguien, el resaltaba entre todos por, más que nada, su vestimenta obscura que chocaba con todo.
Cruzamos miradas mientras empezaba a sonar una canción que la mayoría conocía.
En el reloj central, habían parlantes de los cuales junto a unas sutiles campanadas para decir que eran las doce en punto, sonaban. Una canción, en representación del lugar.
De una serie vieja, pero conocida.
Flores amarillas.
Aparte la mirada al ser llamada por alguien. El productor.
Volví a la tierra, empezando a hacer lo que me indicaban. Sin sacar de mi cabeza su mirada.
¿Quién es? No entiendo porque me interesa.
Pero, igualmente, volvimos a cruzar miradas. Una y otra, y otra, y otra vez.
Y se hizo media tarde. Todos se fueron. Menos él.
Iba a volver a casa. Estaba cansada y solo quería dormir.
Y mientras caminaba pensando en cualquier cosa. Alguien me toco el hombro.
– Disculpe, señorita – Hablo un hombre al que no le reconocí la voz, por lo que puse mi cara más seria, cosa que no funciono, pues al verle a los ojos mi expresión fue mas de sorpresa.
No lo sé. Pensé que solo quedaría en un par de miradas. Yo no tengo el coraje de ir a hablarle. Por lo que pensé que él tampoco.
– ¿Necesita algo? – Pregunte mientras lo miraba y comprobaba que él era el único que chocaba con todo el ambiente amarillo.
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〃Flores Amarillas〃
RomanceVanessa Movane, una chica de 18 años conoce a un hombre llamado Dals Crayoung Sing de 43 años. Hablaban bastante, casi diario. Y en uno de esos días, ella le dijo que sus flores favoritas eran las amarillas. Entonces, el empezó a darle una flor amar...