"...Ella..."

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"...

Esta mañana me he despertado un poco desordenado; con la vida, las ganas, las ideas, la cama, la habitación, la casa y así mismo tenía mi alma... desordenada.

La noche anterior no había terminado muy bien, como de costumbre, había tenido una discusión con ella, ya ni recuerdo el punto inicial o porque comenzó todo, solo sé que no estábamos bien.

Me levante, me duche, me cepille y tome mi primer café de la mañana; la idea de terminar la relación me daba vueltas en la cabeza cada 5 segundos, y ese maldito nudo en mi garganta, me recordaba que los hombres también, podíamos llorar.

Estaba en esos días en los que me estorbaba el aire, el agua, la gente, los mensajes, el trabajo, el dinero y hasta las ganas de vivir; no quería saber nada, sin embargo, de cuando en cuando, revisaba el teléfono a ver si tenía algún mensaje de ella, y mi mundo se nublaba más, al saber, que ella no me escribiría más.

Salí de la casa y recorrí las calles desde la esquina de Torrero en la Pastora, hasta la estación de Metro de Capitolio, como si me pesaran los pies, como si llevara un equipaje muy pesado en mi costado, solo podía arrastrar cada paso.

Entre suspiro y suspiro se me escapaba la vida, cada aliento, llevaba con él un extracto de la esencia de mi alma. La tristeza me estaba comiendo por dentro, pero no lo quería aceptar.

De pronto, en ese lugar de mi mente, en donde solo están los recuerdos, se comenzaron a reproducir las imágenes de momentos que viví a su lado, su risa, sus ojitos bonitos viéndome a la cara, mientras yo, estúpidamente apenado, solo intentaba ocultarme detrás de alguna de sus nubecitas de papel. Pude verla caminado a mi lado, tomándome de la mano con fuerza y diciendo: "Que todos vean, que tus escritos son para mí, solo para míííííííííí..."; después de eso, se detenía frente a mí y me besaba, como siempre mordiendo mi labio inferior.

Mi mente me trajo el recuerdo del día que conocí a sus padres, ese día cada vez que lo recordábamos, durábamos horas muertos de la risa, porque la torpeza se adueñó de mí, las palabras nunca llegaron y el silencio se apoderó del momento. Ese día fue muy hermoso, cómico e interesante, pues, sin hacer mucho, sus padres me aceptaron en su familia, solo que luego de esa vez, en las venideras reuniones familiares, ya no era tan tímido y me metía hasta con la tía Gertrudis, que utilizaba un sombreo muy llamativo.

Recordé también esa vez que no aprobó su examen de Italiano, se puso muy triste y mi hombro estuvo ahí para escucharla, y alentarla, cambiar sus lágrimas por sonrisas y risas a carcajadas... Me tocó, quedarme con ella estudiando los verbos en italiano toda la semana, para después celebrar junto a ella, su excelente nota. Siempre me encantaba cuando ella me llamaba y me decía que estaba nerviosa por alguna evaluación o que no sabía si aprobaría y yo, le decía que era la niña más inteligente de toda la galaxia, ella se reía y yo, era feliz.

Me acostumbre tanto a ella, a sus manitos pequeñas entrelazadas con las mías, a su voz diciéndome: "te quiero estúpido", a sus mensajes reclamándome algo que había olvidado o contándome cualquier cosa, con tal de que yo le escribiera o la llamara y la hiciera reír; maldita sea, me estaba doliendo el alma.

Sabía que ya no podría contener las lágrimas que brotaban de mi corazón, solo por una estupidez, que ya ni recuerdo, quizás un me gusta o un comentario de alguna de mis lectoras, no lo sé, solo sabía que al estar recordando todo eso, me sentí como Charlie Brown, debajo de la nubecita gris, que solo llovía para mí.

Al llegar a la puerta de su casa, toqué el timbre y ella salió, no pude hablar, solo sentí cuando mi cara choco contra su hombro derecho, y mis lágrimas comenzaron a mojar su blusa.

Ella tomo mi cara entre sus manos, seco mis lágrimas y me beso como nunca y mirándome a los ojos, con esos hermosos ojos color café, me dijo:

- Me has enseñado a que el amor se construye con acciones, con gestos y atenciones...

Me has enamorado con tus escritos y me has hecho la mujer más feliz del mundo al saber que todas tus letras son para mí. ¿Crees que una discusión estúpida, acabara con todo lo que hemos forjado día tras día? No, tú nunca dejaras de ser mi escritor favorito y yo, jamás dejare mi puesto de musa, para que otra lo ocupe.

No seas tonto, el amor que nos hemos profesado, va más allá de caricias, de besos, del sexo, es una esencia, es un sentimiento más grande que cualquier cosa en este mundo,
ti amo stupido, ti amo molto più di quanto tu possa immaginare... Además, dijimos y prometimos que seríamos como tus abuelos, que después de 60 años de casados, aún siguen juntos y demostrándose el amor que se tienen. "En mis tiempos, no todo lo echábamos a la basura, como ahora, que cualquier cosa se rompe y se compra algo nuevo, no en mi época, se valoraba más las cosas, las personas y los sentimientos, ese es el secreto de nuestro matrimonio", ¿recuerdas eso il mio amore?

- Claro que lo recuerdo, pero...

- Pero nada, lo nuestro será eterno o hasta que se pueda, porque ese es el amor que hemos construido y que profesas en tus escritos.

Después de sus palabras, la abracé tan fuerte que pude sentir como su corazoncito, se incrustaba en mi pecho y el mío se quedaba refugiado en el de ella.

Solo sus abrazos hacían falta para alinear mis chacras y enderezarme la vida, ella es mi todo...

Sin ella, estas líneas no existieran, o hubiesen terminado de una manera muy triste.

Ella, es mi concepto de amor..."

"...Ella..."

"...Ella..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora