ROCÍO.

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Ama de casa – Viuda.

Capiatá, 16 de febrero del 2000.

Otra noche más en la que me quedo desvelada esperando a Julián, es mi hijo menor y temo que le suceda algo por las calles, hoy en día es tan peligroso y no quiero que pase algo realmente malo, es mi niño; desde que su padre falleció todo se ha complicado, y es culpa mía porque no lo ayudé a lidiar con su dolor, me pasé llorando por mis muertos que me olvidé de los vivos.
Bernardo mi hijo mayor para mi suerte es alguien responsable, es el hombre de la casa, es el que se sacrifica por nosotros y es por lo que agradeceré siempre, él ha hablado con su hermano, pero Julián no lo escucha, no hay manera para que le haga entender que los pasos en los que se encuentra puede traerle problemas.
Escucho como golpean la puerta, voy corriendo a abrir, para mi alivio es mi hijo pero ha venido totalmente alcoholizado, y no es la primera vez que ocurre.
- He estado tan preocupada por ti hijo.
- No deberías.
- ¿Cómo qué no debería? Eres mi hijo y la angustia de que algo malo te suceda no me deja dormir.
- Soy adulto mamá y mis amigos cuidan de mí en todo caso.
- ¿Tus amigos? Esos que te dejan llegar a esta hora totalmente borracho.
- No estoy borracho. – eleva el tono de su voz.
- Está bien, ahora ve a darte una ducha y luego acuéstate a dormir y por favor no hagas mucho ruido que tu hermano se encuentra durmiendo y dentro de unas horas debe despertar para ir a trabajar.
- Deja de darme órdenes vieja.
Se aleja y va azotando las puertas.
- Julián…
- No te preocupes mamá. – Bernardo viene de la cocina.
- ¿Por qué estás despierto hijo?
- Me levanté en busca de un vaso de agua, no quería molestar mamá, pero tú tienes que descansar, no puedes seguir desvelándote por Julián él debe aprender de sus errores y aceptar las cosas en la manera en la que nos ha tocado vivir.
- Es difícil, soy su madre, es tu hermano y juntos debemos guiarlo, no debemos dejar que se pierda.
- Hemos hecho todo lo que podemos.
- Quizás no, debe haber más maneras.
- Intentar razonar con él no funciona, ahora ve a acostarte, ya luego hablaremos sobre mi hermano.
Yo sé que Bernardo tiene razón, él está preocupado por mí de la misma manera en la que estoy preocupado de su hermano,  no puedo seguir permitiendo que Julián siga por el mismo camino en la que se encuentra porque a la larga puede involucrarse en problemas mucho más serios y ahí no me perdonaría.
Me acuesto en la cama y después de dar tantas vueltas consigo dormir.
Los gritos de Julián me despiertan, voy rápidamente a ver qué sucede.
- ¿Por qué los gritos hijo?
- Tengo hambre y no me has preparado nada. – sus gritos me erizan la piel.
- Tranquilo hijo ahora mismo te preparo algo.
Rápidamente le preparo huevos fritos y se lo llevó, al entregarle golpea el plato y se cae al piso.
- ¿Crees que dos huevos fritos van a saciar el hambre que tengo? – desconozco totalmente a mi hijo,  no puedo entender la manera en la que está reaccionando.
- Es todo lo que hay hijo.
- Es todo lo que hay, es todo lo que hay… es lo que siempre dices, cuando mi padre estaba vivo nada nos hacia falta, tú y mi hermano no sirven para nada.
Él se levanta y se retira, me siento y comienzo a llorar, sus palabras han sido tan duras, no puedo creer que mi niño cambió tanto, la muerte de su padre lo ha cambiado totalmente.
No puedo permitir que él me falte el respeto de esta manera es hora de que empiece a castigarlo como debe ser.
Salgo a fuera a extender la ropa, la vecina se acerca a mí, cada vez que se acerca es solo para contar chismes.
- ¿Cómo le va Doña Rocío?
- Muy bien Doña Marta.
- ¿Te enteraste de lo que pasó anoche?
- No. ¿Qué sucedió?
- Hubo un asalto ahí cerca de la municipalidad, y asesinaron a una mujer.
- Dios mío, está inseguridad en la que vivimos.
- Ya se le agarro a uno y no sabe qué…
- ¿Qué?
- Es uno de esos vagos con los que se junta tu hijo.
Siento cómo cambia la expresión de mi rostro, no quiero imaginar que mi hijo haya participado en dicho crimen.
- Doña Marta hablamos luego, debo preparar la comida.
Rápidamente vuelvo dentro de la casa, si antes estaba preocupada ahora lo estoy mucho más, no quiero imaginar que mi hijo pueda ser capaz de llegar hasta esos límites, lo amo demasiado y no sé si llegue a ser capaz de entregarlo a las autoridades si me entero que ha participado en ese crimen.
Bernardo llega a la casa, me saluda dándome un beso en la frente, luego se sienta a mi lado.
- ¿Qué te sucede mamá?
- Nada hijo, todo está bien.
- ¿Segura?
- Si hijo, has de estar cansado, ve a darte una ducha y luego ven para que te sirva un caldito bien caliente.
- Está bien mamá.
Él se retira, no quiero angustiarlo por eso he decidido no contarle mis sospechas, primero quiero enfrentar a Julián para saber si estoy equivocada.
No puedo creer que me pasé toda la mañana y la tarde sentada pensando en que mi hijo es culpable o no de un crimen, me desobligue de todos los quehaceres de la casa, debo estar tranquila, aún no sé la verdad y no puedo dejar que sin saber influya en mí.
Preparo rápidamente un caldo de verduras, Bernardo toma asiento y le sirvo un plato lleno, lo mismo lo hago para mí.
- Mamá… ¿Por qué siento que me ocultas algo?
- No lo sé hijo, pero la verdad es que no te oculto nada.
- Sabes que sea lo que sea puedes confiar en mí, aquí estoy para apoyarte para eso soy tu hijo.
- Eres mi hijo, y soy yo quien debe cuidar de ti.
- Has cuidado bastante de mí, ahora es mi turno.
- Eres un ángel, estoy muy agradecida porque eres mi hijo.
- El agradecido soy yo por tenerte a ti como madre.
Bernardo es un gran hijo, la madurez con la que asumió la muerte de su padre y la valentía con la que se hizo cargo de todo, no me alcanzará la vida para agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros, es una lastima que Julián no sepa apreciar el gran esfuerzo de su hermano.
- Mamá confía en mí por favor. ¿Se trata de mi hermano?
- Si, pero no es nada grave.
- ¿Entonces qué es?
- Solamente no ha vuelto desde la mañana y me preocupa donde ha de estar.
- Si quieres voy a buscarlo.
- No te preocupes.
- Estoy preocupado por ti mamá, ya ni duermes bien por culpa de él.
- Una madre no duerme cuando alguno de sus hijos está fuera de casa.
- Lamento tanto que mi hermano no te valore, sé que está dolido, pero ninguno de los dos es culpable por la muerte de papá.
- Ya sé que él actúa como si fuéramos los culpables, pero estoy segura que en el fondo sabe que eso no es verdad.
- Ojalá que recapacite, que logre lidiar con los problemas.
- Ojalá hijo. Tienes que ir a dormir, ya es tarde.
- Al final no te voy a convencer para que vayas a dormir.
- Quedaré un rato más, ve a dormir hijo.
- Buenas Noches mamá. – me da un fuerte abrazo.
Julián ruego por ti hijo para que no andes en malos caminos, para que no vayas a cometer algún crimen, que tu padre te guie y cuide de ti, que te devuelva por el camino del bien.
Una lágrima roda por mis mejillas y un nudo se forma en mi garganta, la vista se me oscurece, casi caigo pero logro sostenerme del mueble, escucho algo romperse.
Unos minutos después me encuentro mejor, miro al piso y veo que uno de los portarretratos se encuentra roto, me agacho y un escalofrío inunda mi cuerpo, es la foto de mis hijos, quiero pensar que no les ocurrirá nada, pero cuando mi esposo murió su retrato cayó y se rompió delante de mí, y esto quizás sea otra advertencia, necesito encontrar a Julián, me levanto con rapidez y me dirijo a la puerta para ir a buscar a mi hijo pero justo en ese momento él llega, abro mis brazos y voy corriendo para abrazarlo pero él sostiene mis manos y me empuja.
- Aléjate vieja.
- ¿Por qué me tratas de esta manera hijo? – las lágrimas recorren mis mejillas, yo estoy tan preocupada por él y lo único que recibo es indiferencia, maltratos, y esto me causa más dolor de la que sentí cuando mi esposo murió.
- Porque te lo mereces, mi papá murió por tu culpa, y quieres limpiar tus culpas dándome tu estúpido cariño.
- No sé de dónde sacas esas cosas, pero tienes que dejar de actuar de esta manera ve la realidad de cómo es que ocurren las situaciones por las que hemos pasado. Nadie tiene la culpa de la muerte de tu padre.
- Tú la tienes, ese día él estaba discutiendo contigo, tú provocaste su muerte.
Sus palabras cada vez me duelen más, si él tan solo se pusiera a pensar en cómo se dieron las cosas todo sería de una manera tan distinta, pero él tan solo ve lo que quiere ver.
- Pronto me iré de esta casa y ya no tendré que mirarte el rostro maldita asesina.
Sin pensar le doy una bofetada.
- Es la última vez que me hablas de esta manera,  si no entiendes por las buenas, lo harás…
- Y tú es la última vez que me tocas. – furioso se acerca a mí y me da una fuerte golpiza por el rostro, luego se retira volviendo a irse por las calles.
Las lagrimas aumentan, el dolor cada vez se vuelve más inmensa, no puedo creer que mi hijo, esa criatura que eduqué con tanto amor, por el que tanto luchamos para que siga el camino del bien termine dándome una golpiza.
Me incorporo lentamente y voy al sanitario, veo mi rostro en el espejo y un moretón inmenso se forma alrededor de mis ojos, si Bernardo se entera de esto no dejará en paz a su hermano, debo encontrar la manera de que él no se entere por el bien de todos.
En la mañana Bernardo pasa por mi habitación para despedirse, me da un beso en la frente y se retira, por suerte las luces se encuentran apagadas.
En la mañana trato de no salir afuera porque si mis vecinas me ven el chisme se expandirá y eso es lo que menos deseo.
Encerrada en estas cuatro paredes hace que en lo único que piense es en lo vacía que es mi vida, no tengo a nadie a parte de Bernardo,  Julián me odia, mis padres fallecieron hace tiempo, mi única hermana se encuentra en España, no tengo manera de huir de mi realidad, no puedo dejar que Bernardo se haga cargo de mí, él tiene que seguir su vida, construir su familia, Julián estará mejor sin mi, quizás ahí se dé cuenta de cómo sucedieron las cosas y logre perdonarme por un supuesto asesinato que no cometí.
Voy a la cocina y agarro una soga que suelo utilizar como tendedero, arrastro una silla y llevo hasta mi pieza, ato la soga por el ventilador y me subo sobre la silla, pienso en todo y no encuentro mejor opción que esta, es la única salida para dar paz a mis hijos, para que uno rehaga su vida y el otro encuentre la paz que tanto necesita, pongo la soga alrededor de mi cuello, suspiro profundamente y empujo la silla.
No sé cómo pero al abrir los ojos veo a Bernardo sosteniéndome en sus brazos, lo veo llorar.
- ¿Qué sucedió? – pregunto a duras penas.
- Todo está bien mamá, estás conmigo.
Al parecer no cumplí con mi objetivo, lo último que recuerdo es haber cerrado los ojos.
Bernardo entre sollozos pregunta: - ¿Por qué trataste de terminar con tu vida mamá?
- Era lo mejor, para dar paz a Julián, y para darte la oportunidad de buscar un futuro para ti.
- En mi futuro estás tú mamá cargando a tus nietos en tus brazos.
- Perdóname hijo.
- No tengo nada que perdonarte mamá, solo no trates de cometer otra estupidez como esta, si hubiera llegado un poco más tarde no hubiera podido salvarte, agradezco a mi jefe por haber permitido que cierre unas horas antes, algo no me dejaba tranquilo y cuando llegué lo primero que hice fue correr aquí hasta tu cuarto y te encontré ahogándote, no dude un segundo y te baje lo más rápido que pude.
- Otro dolor más que te causo hijo mío.
- No mamá, ya todo está bien.
- Julián… ¿Regresó?
- No, pero cuando lo haga me va a escuchar, él te golpeó y esto no quedará así.
- Él no me hizo nada, yo…
- No mientas mamá, él ya pasó los límites y merece un buen castigo, no dejaré que nadie ponga una mano sobre ti, ya mi padre lo hizo y no hice nada para defenderte pero está vez lo haré mamá, no permitiré que vuelvas a pasar por eso nunca más.
Acaricio su rostro, Bernardo siempre supo que su padre era muy violento, cuántas veces lo golpeó a él, creció con tanto miedo y rencor hacia él, pero de igual manera sufrió la muerte de su padre e hizo todo lo posible para no ser igual que él, en cambio Julián no vivió esa triste parte porque todos los golpes lo llevaba yo o Bernardo.
Escuchamos que la puerta se cierra de un portazo, Bernardo rápidamente va, hago todo el esfuerzo para levantarme y lo consigo, voy hasta ellos…
- Mamá casi se quita la vida Julián.
- No me importa, ha de ser por el cargo de conciencia que tiene.
- Eres tan patético que no te das cuenta que papá era un monstruo, lo único que hacía era maltratar a mamá y a mí, para tu suerte tú nunca tuviste que pasar por eso porque siempre te defendimos.
- Eso es mentira, calumnian a mi padre sabiendo que él ya no está aquí para poder defenderse.
- Me das pena hermano, pero te advierto que si vuelves a pegar a mamá no voy a pensar dos veces para partirte la cara.
- No me das miedo, tú y tu madre por mi se pueden ir al infierno.
Bernardo le da un golpe por el rostro.
- ¡Basta! – trato de gritar, pero solamente consigo hacer un chillido.
Bernardo voltea a mirarme, en eso Julián se incorpora y saca una navaja de su bolsillo.
- Cuidado… - lo grito tan fuerte.
Bernardo voltea y Julián le clava la navaja en el estomago, lo saca y vuelve a clavarlo una y otra vez.
Caigo de rodillas al suelo, no soporto ver esa escena, Julián ha asesinado a Bernardo sin compasión.
- Esto es tu culpa, mira lo que has causado mamá.
Él echa el cuchillo y empieza a llorar, sin pensar me levanto rápidamente y corro hacia la puerta, grito pidiendo ayuda, al salir al patio Julián consigue agarrarme y me tumba al suelo, me voltea y sube encima mío, con ambas manos comienza a ahorcarme, lentamente me estoy sofocando, mi hijo ha resultado ser peor que su padre, cuando pensé que ya estaba muerta alguien consigue apartar a Julián.
Lentamente voy recuperando la respiración, veo a Julián tumbado al suelo mirándome fijamente, una mirada perdida, vacía, mi hijo ha perdido completamente la razón y no puedo evitar sentir culpa por ello, sé que está equivocado, pero si tan solo hubiera buscado ayuda para él quizás ahora las cosas serian completamente distintas.
Después de un momento los paramédicos me revisan, la policía esposa a mi hijo, lo alzan a la patrullera y lo llevan, él me mira desde la ventanilla, él sabe que es el final.
La casa se llena de gente, fiscales, policías, vecinos, después de un tiempo levantan el cuerpo de Bernardo y lo llevan, no puedo controlar mi llanto, en tan solo un momento he perdido a mis dos hijos, ahora me he quedado completamente sola, sin marido, sin hijos, y esta casa solamente me recordará la tragedia que acabo de vivir.
- Doña Rocío creo que será mejor que por hoy duerma en otro lugar. – dice uno de los policías.
- Puedes quedarte en mi casa. – ofrece Doña Marta.
- Quiero quedar en mi casa, necesito estar a solas. – es lo único que digo.
- No es recomendable. – dice el policía.
- No puedo huir de mi realidad y mientras más rápido lo acepte será lo mejor.
- Está bien Señora, mas tarde pasará una patrulla por usted para llevarla a la comisaria para que declare.
Simplemente asiento con la cabeza y luego me dirijo a casa, entro a mi habitación, agarro mi toalla y voy a darme una ducha, mientras el agua fría recorre mi piel me hundo en un llanto, me tumbo al suelo y abrazo mis rodillas, es tanto el dolor que siento, en verdad no lo aguanto.
¿Dónde encontraré justicia? Si es mi propio hijo el que ha asesinado a su hermano. No puedo exigir justicia para mi hijo contra mi propio hijo, no podré aguantar más dolor de la que estoy sintiendo, me quema por dentro.
Salgo de la ducha y voy a la pieza, veo en el piso la soga con la que antes traté de acabar con mi propia vida, si lo hubiera hecho tal vez Bernardo ahora estaría vivo, agarro la soga, la pongo sobre mi cuello, empujo la silla y dejo que todo termine, este sufrimiento no durará mucho más, quizás en otra vida la justicia llegue en el tiempo correcto antes de que el crimen se haya cometido, es cierto, soy culpable de no poder soportar la carga de ver pagar a Julián por el asesinato de su hermano, pero aquí existen tantas injusticias que quedaran sin ser aclaradas, el final está cerca ya no puedo respirar…

#
El cadáver de Rocío fue encontrado por doña Marta esa misma noche cuando le trajo para su cena.
Rocío fue enterrada junto al panteón de su esposo y de su hijo.
Por su parte Julián fue condenado a 25 años de prisión.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2020 ⏰

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