¿Y si esos ojos en vez de llorar,
derramaban una pista para volver al lugar donde se les produjo el llanto? Quizá la melancolía fue la culpable de esas lágrimas póstumas. Pero lo relevante es que, esa pista ahora es perpetua, una de tantas huellas marcadas a fuego en el alma. Para los confusos, grito con los ojos y digo: Buscar no siempre es encontrar. Pero si aún así lo haces, observarás con retroactividad lo que creíste, lo que no escuchaste, lo que erraste y lo que no te dejó crecer. ¡Vuela pájaro sin alas! ¡Vuela y alcanza lo más alto! Y cuando llegues, desciende hasta el lugar de dónde partiste y cuéntanos como fue el intenso viaje. Bella utopía. ¿Verdad? De esas que te hacen creer en lo que pudo haber sido y no fue. Sin detenerte a pensar en que quizá lo que no pudo ser, no podría haber sido.