Me desperté como siempre, sobre las 6:30 de la mañana, necesitaba mi tiempo para prepararme antes de ir al instituto.
Ese día me costó más de lo habitual levantarme, pero conseguí no perder demasiado tiempo dando vueltas en la cama antes de ir a la ducha. Me di una ducha de agua fría, me vestí y bajé a desayunar.
En la cocina, como cada día a esa hora, mi madre estaba preparando el desayuno, tortitas y zumo natural. Le di un beso y me serví dos tortitas con sirope de chocolate.
-¿Cómo has dormido hoy? ¿Estás mejor?- me lo preguntaba porque esa noche me había ido a dormir a las ocho de la tarde, cuando siempre me iba a las once, porque me dolía mucho la cabeza-.
-Bueno, sí, algo mejor.
Acabé de desayunar y cogí mis cosas para marcharme al instituto. Cuando estaba saliendo por la puerta, mi madre me dijo lo mismo que todos los dias:
-Te dejas el desayuno, Mel.
-Cierto.
-Toma, y no te entretengas que vas a llegar tarde.
-Gracias, adiós.
Salí de casa, y al cerrar la puerta la escuché decir: "No sé como puede salir de casa con esas pintas."
No sé porqué lo decía, yo lleva ropa normal, una camiseta negra de manga corta rota por los costados, bueno, y por la espalda, mis pantalones negros ceñidos rotos también, mis zapatos de plataforma y maquillaje, cara pálida y labios oscuros. Algo normal ahora, porque jamás me había gustado vestir de negro. No siempre había vestido así, es cierto, pero todos mis amigos lo hacían así que yo también.
De camino al instituto me encontré con Lina, una niña un año menor que yo, siempre me la intentaba quitar de encima pero parecía que no se había dado cuenta todavía.
-Pues el profesor de lengua expulsó a mi mejor amiga de clase porque no hizo los deberes.
-Ahá.
-Y llamó a sus padres y todo...
-¿Sí?
-Sí. Y yo tampoco los había hecho pero a mi no me dijo nada, por suerte.
-Claro.
Así eran todas nuestras conversaciones, pero aún no se había percatado de que no me interesaba lo más mínimo la vida de su amiga, ni la suya.
Llegamos al colegio y me fui con mis amigos.
Entre ellos estaban mi mejor amiga, Jamie, y mi novio, Mike. Últimamente no estábamos muy bien pero seguiamos juntos.
Les saludé a todos, menos a Mike. Estábamos enfadados, en realidad, lo estaba yo porque le había visto coquetear con unas cuantas guarras esa semana y en ese momento no me apetecía ni mirarle. Por cierto, según él, no coqueteaban, simplemente trataba de ser simpático. Claro, que tonta yo.
Jess, una de nuestras amigas, no tardó en decir lo de siempre:
-No me apetece entrar a clase, ¿Qué os parece si nos vamos a hacer alguna otra cosa más interesante?
-Ya faltamos hace dos días durante todo el día y al final llamarán a casa- dijo Jamie- aunque yo tampoco quiero entrar, pero no queda otra.
-Vaaaaaale, pues entraremos...- se le oyó decir en voz baja a Daniel, el novio de Jamie, un tanto corto a veces pero era un buen tío.
Estaba en el aula de lengua, el profesor me hizo leer un fragmento de un libro de poesía antigua. No había cosa que odiara más, leer en voz alta, y además, poesía, sin duda, lo mejor del mundo.
No salió tan mal, no tuve que leer durante mucho tiempo, por suerte.
En clase de lengua y en algunas más coincidía con un chico que me ponía de los nervios. Probablemente era el chico más guapo de todo el colegio, pero aun así me desquiciaba que no parara de mirarme en todo momento. Aunque tengo que decir que sus ojos marrones eran intimidantes y seductores a la par. Ciertamente no eran del todo marrones, más bien eran de un tono miel muy peculiar, pero de todos modos no me gustaba que me mirara tanto.
Al acabar las clases me fui a casa a comer.
Lina comía en el colegio, al parecer, porque en el camino de vuelta nunca me la encontraba. Por otra parte, siempre me encontraba al chico de la clase de lengua, pero nunca hablábamos absolutamente nada.
Mi madre había preparado macarrones, uno de mis platos preferidos, así que no tardé mucho en comer.
Estuve en mi cuarto el tiempo que me quedaba antes de ir al instituto de nuevo, tan sólo serían quince minutos pero me daba igual, me encantaba estar en mi cama estirada escuchando música o leyendo.
De vuelta al colegio, me volví a encontrar a ese chico. Ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía como se llamaba pero vamos, que tampoco me importaba mucho.
Las clases eran igual de aburridas por la tarde que por la mañana y no pude evitar dormirme unos minutos durante la clase de literatura.
Una vez en casa, me duché y me puse mi pijama preferido, pantalón largo de color azul cielo con nubes blancas y camiseta básica blanca, cómodo y sencillo.
Me tumbé en el sofá junto a mi madre y las dos estuvimos leyendo después de cenar. Empezamos a ver una película pero el cansancio se apoderó de mí y me fuí a dormir, sin dejar de darle vueltas a una cosa.
¿Qué iba a hacer con Mike?
*Le quería pero le odiaba. *
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Una nueva vida
Romance-Simplemente trata de ser tú. Sólo intentalo, creo que tú eres más que todo eso. Además, ellos no pueden dominarte siempre.- me dijo Hudson mientras una lágrima le caía por la mejilla. *En ese momento me di cuenta de lo que realmente estaba pasando...