Unico

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En el Valle
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Tony sonrió sentado en lo alto del poste eléctrico, su figura era apenas una silueta difuminada por la oscuridad y apenas iluminada por la poca luz que la luna menguante derramaba sobre el pequeño pueblo y por las luces de algunos de focos artificiales.

Aquella era una noche tranquila de invierno.

Hacia un par de horas había comido y ahora disfrutaba de la vista, el pueblo estaba rodeado por un montón de montañas llenas de pinos y caminos intrincados donde se ocultaba su hogar y también el hogar de un montón de criaturas que en aquel peculiar rincón del mundo compartían frontera con el mundo humano.

Aquel mundo que despertaba en Tony un sin fin de curiosidad y también un hambre voraz que solo con el correr de los siglos había aprendido a controlar.

Ahora tenía un acuerdo con algunos humanos, su sangre a cambio de oro. El Oro era algo que los humanos valoraban más que sus propias vidas y a Tony le resultaba bastante conveniente ese extraño balance de prioridades.

Encantado se relamió los labios al ver a una lechuza atrapar a su presa con sus garras feroces y sus ojos carmesí brillaron con ese instinto casi animal que le empujaba a querer ser la lechuza...

Clavar sus colmillos en alguna presa que pudiera cazar... pero suspiro conteniéndose.

No quería meterse en problemas con su clan por romper los acuerdos entre ellos y los ambiciosos humanos.

Tony era un vampiro aún joven al que le gustaba pasar su noches jugueteando por ahí y buscando cualquier pretexto para meterse en problemas y hacer rabiar a su padre.

Una risita divertida escapó de sus labios al recordar su última travesura cuando había asaltado el granero de uno de esos amargados granjeros y devorado todas sus gallinas... la sangre humana era su preferida pero Tony era quizá algo excéntrico o quizá muy joven pues esos "bocadillos" eran sus pequeños antojos.

-"No debiste comerte todas las gallinas Anthony"-

Susurro divertido imitando las voz molesta de su padre. Howard era el líder de su clan y también el vampiro más viejo y amargado que pudiera existir... pero era también su papá...

Y Tony era su hijo más pequeño y más consentido...

-Cuando vuelva a tener gallinas lo volveré a hacer-

Amenazo a la nada balanceando los pies en el aire cual Niño pequeño.

Su naturaleza le confería ese aire casi etéreo que le hacía ver como si estuviera flotando sobre aquel poste, cualquiera que le viera creería que aquello era solo una alucinación.

Ataviado con su capa negra y un traje de rayas verticales rojas y negras perfectamente ajustado que delineaba su delgada figura y un pequeño moñito con una calaverita de cuervo, Tony sonrió de nuevo mirando hacia el frente donde las montañas se alzaban imponentes y el bosque oscuro les daba refugio, su papá acababa de soltar un regaño para él.

Su papá siempre le escuchaba y siempre sabía donde estaba su pequeño ángel de la noche... siempre le cuidaba.

Arrugo la naricita con descontento ante el regaño pero se terminó encogiendo de hombros porque sabía que aunque lo regañaran su papá nunca le castigaría.

Estaba entretenido mirando las estrellas cuando el ruido de un corazón latiendo muy asustado llamo su atención. A sus espaldas entre las montañas al otro lado Del Valle se escuchaban un montón de pisadas y rugidos.

Las ramas de los árboles crujían y Tony pudo percibir con sus sentidos afinados el aroma de tres lobos que cazaban en medio de la oscuridad.

Aquello no era su asunto claro estaba, los lobos y los vampiros tenían un acuerdo de no interferir en las cacerías de sus contrapartes... los vampiros tenían el norte Del Valle y los lobos el sur... y en medio estaba el pueblo que les dividía a ambos...

En el Valle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora