En completa maraña arribó mi espíritu,
el estupor me llamó a qué observara;
por completo descuido comencé a sentir
el fervor de la hilarancia que presencio.
Decirse era feliz hacía la persona
¿Qué más alguien podría buscar con tal ímpetu?Asombrado salí a mirar tantos carteles
que ofrecer la felicidad alaridaban.
De pronto me encontraba a mí perdido
pues me dijeron que debía aquellos oros
que ni en mi vida podría tal vez pagar.Me hundía tal desprecio que me henchía,
ndigno el éxtasis que querían obligar
sin propósito de vida me acababa.
Sin embargo tan grave podían llegar a errar,
al negarme todos tal entrada a ellos;
al abismo lanzarme dándome perdido.Me traicionaron los instintos, y los padres,
y Afrodita, y Deméter, solamente
yo quedaba contemplando a Atenea,
bailando a la par tristeza de Selene.
Olvidaron la pastilla azul a veces.En soledad mi libertad por fin gané,
sin rencores salgo a la grandiosa batalla
para salvarlos a ustedes mis hermanos.
Y revivir este, el hermoso proyecto
de los humanos de corazón de la carne.