AHGASE

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Quiero volar…Quiero volar. Quiero ser libre…

Mi cuerpo se movía ligeramente por el traqueteo de la carreta, nos debatíamos entre la dulce inconciencia del sueño y el mantenernos despiertos, unos ya habían perdido la batalla y sus respiraciones lo evidenciaban.

Miré uno a uno, sonreí, seis desconocidos se habían vuelto parte de mí, más que mis amigos, eran mis hermanos. 

Estoy perdido y sin saber quién soy…

- ¿Piensas pasarte toda la noche con ese viejo cuaderno? 

- ¿Y tú espiando lo que estoy haciendo? - respondí

Una ligera risa brotó de los labios de JaeBeom, pasa su mano por su pelo negro, alborotándolo un poco. Se acomoda en su lugar al mismo tiempo en que yo cierro el cuaderno, no quiero que vea la letra de la canción.

- ¿Crees en el amor verdadero? - pregunto y él me mira, siempre con esa mirada que confundiría a cualquiera que no lo conociera.

-Si- dice al final de unos segundos que se han vuelto eternos- Creo en el amor y al igual que muchos, lo he buscado, pero este aun no toca a mi puerta. ¿Por qué? ¿Te has enamorado ya, YoungJae?

¿Realmente lo había hecho? ¿Me había enamorado de alguien a quien nunca en mi vida había visto? ¿De alguien que solo me visitaba en sueños y me tocaba el rostro? ¿Eso realmente podía haber pasado y le podía llamar amor? Si la respuesta era no, ¿Por qué me dolía tanto imaginarmelo?

Negué con la cabeza

-No lo sé- dije - Simplemente no lo sé.

Simplemente no lo sé…una respuesta algo absurda, puesto que noche tras noche, deseaba verla una vez más, que volviera a mí, que me dejara jugar con su pelo, rozarle los labios con mi dedo y sentir su piel tibia, cuando mis dedos la rozaran al tocar aquella media luna de cristal que colgaba de su cuello.

No digo nada más y JaeBeom no me interroga más, solamente se limita a acomodarse contra Jin Young, quien solo reniega algo que no logro entender del todo. Suspiro, la luna ha coronado el cielo, es medianoche y yo… caigo, caigo una vez en la dulce y seductora oscuridad…

Estoy cayendo profundo, me alcanza…

Es ella nuevamente, su pelo castaño ondea con la suave brisa nocturna, siempre camino hasta este viejo roble, donde todas las noches nos encontramos, y como todas las noches ella no dice nada, solo sonríe al verme, le tomo la mano y la llevo hasta mi mejilla, donde puedo sentir la suavidad de su piel. Sus ojos me hacen entender que ella no es de estas tierras, que viene de donde el océano deja ser agua, para convertirse en tierra nuevamente.

Ella se acerca y su cuerpo entra en contacto con el mío, pequeño, frágil. Su cabeza encuentra lugar en mi hombro y su mano en mi pecho. Cierro los ojos, no quiero despertar, porque cuando lo haga, ella se ira. Porque el sol, no puede estar con la luna.

Tomo la cintilla que dorna mi cuello y la ato a su muñeca, ella mira sin entender por qué hago eso, pero cuando entrelazo nuestras manos, ella sonríe.

- ¿Quién eres? - necesito tu nombre, quiero encontrarte.

Sálvame 

Logro escuchar en mi cabeza y algo tira de mí y siento como me asfixia, la oscuridad me abraza y me envuelve, todo se torna negro y en la oscuridad una luz se abre paso y como si se tratara de una explosión de colores, imágenes estallan frente a mis ojos. Todo pasa por mis ojos tan rápido que apenas capto algunas imágenes y de pronto la imagen del dije de la luna brilla y me obligó a cerrar los ojos, cuando los vuelvo a abrir, estoy despierto y alguien me mueve de la rodilla.

-Al fin despiertas, creí que necesitaría golpearte con algo para que reaccionaras- el rostro de Jackson es algo difuso, pero logro captar su sonrisa burlona. – Baja a estirar un poco las piernas

Aun desorientado y sin saber que pasa, me bajo de la carreta, todos están despiertos. Confundido decido caminar un poco, alejarme del bullicio para esclarecer mis pensamientos.

Sálvame… sálvame…sálvame…

Al levantar la mirada lo veo, tan frondoso y lleno de vida, es el roble…imposible, corro hasta el, mis pies tropiezan un poco a causa de la arena. Cuando creo que es una alucinación provocada por el ardiente sol, mi mano toca la corteza, tan firme, tan real y bajo aquella sobra una silueta negra llama mi atención, temeroso, tomo la tela y revelo lo que es una pequeña jaula y dentro de ella, un pajarillo de plumaje blanco, en una de sus patas lleva atado una cintilla, la reconozco, es la mía, la misma que le había dado a ella… mi mirada se dirige a mi cuello, para encontrarme con que la cintilla había desparecido.

La jaula está cerrada, está bajo llave, intento de todo para abrirla, pero esta no cede y comienzo a desesperarme, a lo lejos oigo que gritan mi nombre, los chicos, no dudo, tomo la jaula y la llevo conmigo. No pienso abandonarla, no ahora que estoy seguro de que ella es real. La voy a encontrar.

Lo chicos no me creen que haya encontrado la jaula bajo el roble, puesto que cuando llegaron, este no estaba y la respuesta de BamBam fue una sencilla y realista oración “Los robles no crecen en medio del desierto”. Pero yo no hago caso y veo a mi pequeña, encerrada y yo buscando la manera de abrir esa pequeña puerta y que sea libre, la manera de salvarla, de que me guie a ella.

Estoy perdido, te necesito ¿Puedes escucharme gritar tu nombre?

Esa noche, con el firmamento como mi testigo, juro que te voy a liberar mi pequeño pajarillo. Te lo prometo y juntos podremos volar.

Al cerrar los ojos, lo último que veo es a la pequeña ave, revolotear en su jaula. Pero esta noche al llegar al roble, ella no está ahí, la he perdido. El viento sopla y se siente como si fuera una caricia, grito y caigo de rodillas. Mis ojos se cierran con fuerza, quiero despertar, pero una mano se pasa en mi mejilla

Aparto el rostro, sin abrir los ojos, debo parar de soñar, me estoy volviendo loco, pero la sensación de calidez es tan intensa, que cuando siento sus labios rozar los míos no me queda de otra que abrir los ojos, ella está delante de mí, estamos juntos de nuevo, pero ahora no estamos bajo el roble, estamos cerca del fuego, estoy despierto, con los chicos durmiendo cerca de nosotros.

La cintilla sigue en su muñeca, tan viva, tan cálida… tan real…pero aun no somos libres… La jaula ha desaparecido, pero se ha convertido en un par de grilletes que le aprisionan las muñecas, que le impiden volar.

Ella posa su mano sobre la mía, la abro y en mi mano ha aparecido una botellita de cristal negra…la respuesta a nuestra libertad

-Mi nombre es A…

No jures por la Luna…porque, como ella, cambia todos los días...






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