Era una noche oscura y templada. La mayoría de las personas se encontraban durmiendo en sus casas, por lo que el movimiento afuera era escaso, dejándole la vía libre a los bandidos y ladrones que asaltaban a algunos viajeros que aún quedaran por ahí.
En un lago rodeado por árboles, y lleno de un silencio tan profundo que permitía escuchar el salto de los peces en el agua, un pescador decidió pasar todo el momento entre la cena y el siguiente amanecer pescando. Él amaba tal actividad, por lo que era común que fuera a realizar la actividad a esas horas, cuando no había nadie cerca que lo molestara.
Repentinamente, el hombre se da vuelta a observar detrás de él. Un ruido había salido de entre la vegetación, como si algo estuviera caminando por allí. Decidió ignorar aquello, creyendo que se trataría de algún amigo suyo intentando hacerle alguna broma. Esto causó que no viera una sombra que lentamente, se acercaba hast
a él con un cuchillo en una mano, y haciendo pasos sigilosos que producían cero ruido.
Cuando esa sombra se acercó demasiado al pescador, se reveló como una atractiva chica de entre dieciocho y veinticinco años, con piel muy clara, cabello color rojo fuego, y ojos coloreados de un profundo marrón. La mujer utilizó el arma que llevaba para asesinar al hombre solitario, atravezándosela en la garganta. Una vez que se aseguró que su víctima había muerto, hizo algunas señas con sus manos para avisar a alguien que se podía acercar.
—Muy bien. —Una segunda sombra apareció. Ésta se reveló como un hombre de gran altura, y la cara cubierta por una máscara blanca. Lo único visible de su aspecto físico, era el tono grisáceo en la piel de sus manos, y el cabello morado. Su voz era muy grande, y daba la sensación de que era alguien de avanzada edad.
—Padre, ya te preparé tu siguiente cadáver. Hora de lo tuyo. —comentó la chica mientras se apartaba, tomando una distancia de unos cinco metros del cuerpo muerto.
Por otro lado, el hombre se paró justo enfrente del pescador. Levantó sus manos lo más que pudo, y recitó unas palabras inentendibles. Fue entonces cuando una luz verde emergió de sus palmas y se disparó hacia la herida en la garganta que le había realizado la fémina.
Esta luz desapareció rápidamente, pero el cuerpo empezó a moverse frenéticamente, como si hubiera sido poseído. Al cabo de algunos minutos, el cuerpo pareció cobrar fuerza y se levantó por sus propios medios. No emitía ningún sonido más que algo similar a un rugido. Giraba su cabeza y revoleaba su vista en todas direcciones como buscando algo que nunca iba a encontrar. Sus pasos eran torpes, tropezaba muy seguido, y sus piernas no coordinaban muy bien, como si se hubiera pasado de copas en una noche alocada con amigos en un bar.
—Los necrófagos son tontos y débiles, pero son perfectos para darles un susto a un humano promedio. Además, son fáciles de crear. Me encantan. —dijo el hombre enmascarado.
—¿Cuándo podré reanimar yo un cadáver humano? No es demasiado divertido estar siempre creando necrófagos a partir de lobos y murciélagos. —La chica se acercó hasta el, aparentemente, anciano, para hablar mejor con él.
—Todo a su tiempo, Luxly. Ya llegará tu día, mientras tanto, no está mal que sigas creando necrófagos de ese tipo, toda práctica te sirve demasiado. Ahora vayámonos, que estoy con sueño y hambre. —respondió el enmascarado, empezando a caminar lentamente hacia la oscuridad del bosque.
—¡Kalam, padre! Voy detrás de tí. —contestó la fémina a regañadientes, perdiéndose entre la vegetación, al igual que el hombre.
ESTÁS LEYENDO
Blood of Steel
FantasyLuxly era una nigromante aprendiz que decidió renunciar a su camino cuando un desastre, a sus ojos, desagradable ocurrió en un pueblo tranquilo. Sus habitantes la odian por creer que es la causante de todo, ahora deberá salvar a toda la gente de ahí...