El mundo en los ojos de la abuelita

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Es una abuela menudita. Lleva puesto su chal de lana rojo y siempre trae consigo sus agujas de tejer y su canasta mimbre, llena de ovillos de todos los colores. Mira a través de la ventana mientras teje metódicamente; la tarea no le cuesta, se sabe de memoria el vaivén de las agujas. Tiene el mundo en los ojos de tanto que lo mira, ¡es que le gusta tanto! A ese también se lo sabe de memoria, como los hilos que se entrecruzan para formar una bufanda o un suéter. Desea tanto el mundo, que sueña despierta con vivirlo de nuevo. Le entristece la idea de irse a dormir un día sin saber que será la última vez que lo vea. Y es tan fuerte ese pensamiento que pronto parece haberse materializado; el deseo se vuelve tan sólido como su canastita de mimbre.

La abuelita comienza a destejer la lana. Los hilos se enredan y forman ovillos que van aumentando en tamaño hasta que ya no hay tejido entre las agujas. El sol se esconde pronto en el este y la abuelita se va a acostar; sueña con praderas de margaritas y campos de girasoles. Los días corren como caballos salvajes, y la abuelita pronto descubre que ya no le duele la cadera.
Se pone su sombrero floreado y camina alegre por las calles con su lindo bastón caoba con punta de oro. Al poco tiempo se le suma también su marido, un viejito singularmente alegre. Van por el parque tomados del brazo, casi que parecen sacados de una película, como si publicitasen el amor verdadero.

Los hijos y los nietos van todos los domingos a la casa después de la misa, y la familia se ve reunida nuevamente. Se festejan los cuatro años de la nietita y los once del nietito. La abuela les aprieta los cachetes cada día con más fuerza, pero siempre cariñosa.

Un día, la abuelita se convierte en señora y vuelve a trabajar en la escuelita del pueblo. Sus alumnos se alegran mucho de volver a verla y le hacen un festejo por los treinta y cinco años de trabajo. Cada día parece menos menudita; son los años, se dice.

Sus nietos son cada vez más pequeños; se achican como los ovillos de lana a medida que se los va usando, hasta que desaparecen. Pronto reciben la noticia del primer desembarazo de su hija; y luego el segundo. A la señora se le tiñen las canas de un rubio gastado y deja de usar bastón; cuando vuelve a casa del trabajo, se dice que su marido está cada día más lindo.

Un día de gran fortuna, la hija y el yerno de la señora venden su casa a la inmobiliaria y festejan su noviazgo en la iglesia: los invitados arrojan flores y arroz a la pareja y luego entran al edificio para que el ministro los ponga de novios; después, el padre se lleva a su hija y todos dejan el lugar. Padre e hija regresan a su casa y, días más tarde, la señora y su hija venden exitosamente el vestido de novia.

Su hija se comporta cada día más rebelde y se escapa siempre para ver a su novio, hasta que un día rompen. Su madre la ve salir de la universidad y cursar la secundaria, y cada vez frecuentan más los viajes al campo para visitar a los abuelos. Piensa en lo rápido que se achican los hijos cuando la pequeña deja la primaria y entra al jardín de infantes, para volverse después un bodoque y desaparecer. La señora desconoce de arrugas;  pronto recupera su atractivo juvenil y deja su trabajo para entrar a la universidad. Al poco tiempo, ella también se pone de novia.

Un día, casi llegando al principio de su carrera, termina con su novio y sale por fin de la universidad. Sin ver motivo para quedarse en aquel pueblo, retoma el viaje de regreso a su hogar en el campo. La jovencita siente una alegría inmensa en el corazón, pues vuelve por fin a la casa de su infancia, con sus padres. Tiempo después entra a la escuelita secundaria y se reencuentra con todos sus amigos de la adolescencia.

Los años pasan, y en la casa de campo se festeja, pues la jovencita a alcanzado la niñez. Sus cabellos brillan como girasoles bajo el sol de la tarde, cada día más parecidos al oro. La pequeña siente que el mundo es cada día más grande, y ciertamente lo mira con anhelo, como si quisiera atraparlo con los ojos y quedárselo para siempre.

El mundo en los ojos de la abuelitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora