In the name of Your fucking God [YoonSeok]

01

¿Monstruo? Me sorprende que alguien que se divierte con la muerte de su propia especie sea capaz de llamarme monstruo.

-Hellsing

      —————🖇️—————

Las personas halando de sus cabellos con histeria en medio del caos parecía esas poesías imposibles de comprender, no cuando ellos son los que buscan su propio fin.

La sangre desbordando por su espalda, sus colmillos enterrados en el cuello de los mortales, succionando su alma hasta que el cuenco al que le llaman cuerpo quedaba totalmente vacío; totalmente muerto.

Ellos me provocaron, ellos ofrecieron su alma al diablo.

Porque ellos eligieron adorar al Dios que los condenó al sufrimiento eterno.

Así que él surtía su estómago con las carnes de sus enemigos, esos que estaban del lado del maldito que lo desterró por tener aires de superioridad.

Después de la muerte de su alma los problemas comenzaron; la increíble picazón en los dientes por comer carne humana, los chillidos de su fellecida conciencia atormentándole el juicio. Y los fantasmas transformados en demonios pidiendo ser encarcelados en esas rejas de fuego y azufre.

Su cuello rotó, intentando quitar la tensión, limpiando todo rastro de sangre colocada en sus dientes  utilizando la lengua.

La habitación olía a sexo y muerte, los cuerpos tirados como basura en el suelo, alimentando su imaginación sobre los momentos previos a la muerte de esas personas.

Como añoro esa sensación. Como añoro el olor a sangre inundando las calles, el olor de los corazones en mi boca. El sonido de los huesos romperse en mis manos. Como añoro la presencia de la muerte a cada paso, las caras de terror, los gritos de sufrimiento al ser desmembrados vivos. Las vísceras esparcidas por el suelo, los ojos llenos de dolor;sus gritos suplicándome clemencia.

Después de todo, para eso él lo había echado del Edén. Pará que consumiera cada cuerpo de los que lo adoraban, para salir del infierno cada vez que tenga hambre.

Y así lo había hecho siempre, porque su naturaleza es esa; violentar y comer.

Se repuso finalmente, tratando de dibujar un pentagrama en el suelo, pero una voz femenina lo irrumpió.

—¡Luzbel, idiota¡; te has olvidado de que tenemos que recoger a las personas del pueblo que han quebrantado su pacto.