La observo detenidamente, lleva el cabello castaño y corto hasta los hombros, sus ojos son negros como la noche y esos labios carnosos color carmesí me están incitando a pecar nuevamente, estoy obsesionado con ella, su nombre es Morgan y es mi estudiante.
Cada mañana me alisto para llegar puntual a mi clase de las ocho de la mañana, soy profesor de literatura en la pequeña ciudad de Landole, en donde todos nos conocemos y de aquí no salen los secretos. Con todo listo salgo de mi casa y entro en mi automóvil, no enciendo la radio soy consciente del clima del día de hoy soleado como ayer, no observo a mi alrededor y solo conduzco para llegar lo antes posible aun sabiendo que voy a buen tiempo.
He sido profesor durante diez años y a pesar de que en algunas ocasiones ame mi trabajo siempre llega ese tiempo de rutina en donde comienzas a pensar si realmente quieres esto para toda la vida, este trabajo es lo único que me mantiene, y ella es mi única esperanza.
Los alumnos llegan, se sientan y no observan el gran título que les he puesto en el pizarrón solo platican entre ellos contándose sus anécdotas de lo bien que la pasaron una noche anterior sin presarme atención, tal vez ese sea un principal motivo por el cual comienzo a perder el interés.
Para las ocho diez de la mañana ella llega, abre un poco la puerta y asoma la cabeza sonriendo, pronuncia un leve y delicado ¿Puedo pasar? y yo asiento, la observo como un loco necesitado, trae puesto un pantalón de mezclilla y unos zapatos de tacon bajo, una blusa que bien puede dejar mucho a la imaginación y por supuesto la directora tiene prohibida la entrada con este tipo de vestimenta pero es Morgan y no le importa.
A medida que pasa la clase, y que explico con detenimiento el tema, la observo a ella buscando una respuesta a mi pregunta , su rostro no me refleja nada más sin embargo de pronto sonríe y lleva su pluma a su boca mordiéndola de manera juguetona y divertida. Al terminar y dejar apuntada la tarea lista, me doy cuenta como todos salen rápidamente menos ella, se espera haciendo no sé qué cosa y cuando a saludo la última persona se acerca a mí.
—La clase ha estado nuevamente estupenda —sonríe—me deja con la boca abierta como siempre profesor.
Benditas palabras. —Es un placer saber eso Morgan.
Recoge su mochila morada del suelo y voltea a ver el reloj del salón y me vuelve a sonreír. —Lo acompaño profesor debo ir a mi próxima clase e imagino que usted al salón de profesores.
—Por supuesto Morgan —le sonrió y cojo mi maletín del escritorio.
Con ella a mi lado y su frenética risa entrando por mis oídos, aspirando ese olor de ese perfume característico y con esa madurez al hablar llegamos al aula ocho. —Buena suerte en clase de cálculo.
—Mientras que no sea la de usted no me importa otra más —sonríe y abre la puerta lentamente, voltea a verme y me sonríe nuevamente —hasta mañana profesor.
Camino hacia la sala de maestros y susurro unas palabras. —Hasta mañana Morgan.
Al entrar al aburrido y pequeño lugar me doy cuenta de que soy el único que faltaba, están todos aquí, nos convocaron a una reunión de último momento según ellos solo serán unos minutos.
— ¿Por qué no quitas esa sonrisa de tu rostro Darren? , no a todos nos ha ido de maravilla el día de hoy.
Ignorando el comentario de mal gusto de Rene me muevo por entre los demás maestros hasta llegar a una silla vacía, le sonrió a la maestra de ciencias y escucho con detenimiento lo que tiene que decir el director, sigo con una sonrisa en mi rostro.