Canción para una noche de verano

Noche De Verano

No lo pensé dos veces, aquella noche decidí huir de casa, decidí huir de los problemas, de las miradas que tanto odié. Era verano, así que no necesité llevar tanta ropa conmigo, solo me bastaba con un par de calcetines, un abrigo de cuero café, un desodorante a medio acabar, una guitarra, mi libreta de canciones y una foto pequeña de Bob Dylan que compré en un bazar. Todo estaba bien definido en mi cabeza, tocar unas cuantas canciones en el metro durante unas cuantas semanas, hasta conseguir el dinero necesario para ir a la ciudad central y ganarme una firma con alguna discográfica prestigiosa. El tiempo a la edad de diescisiete años se mueve muy rápido, y más si se tiene un sueño efímero como el de ser un artista, a mis seis años descubrí la música y a los doce lo decidí, sería cantautor como Ed Sheeran o Bob Dylan, y haría un nuevo género en la música como Kurt.

Esa noche de verano fue el punto de inflexión, un salto de fé a un mundo grande donde mi corazón me pedía fuertemente dejar una huella en el, mis pasos rápidos en la acera sonaban por aquella calle de luces que de vez en cuando parpadeaban, era un poco macabra la escena, sentí escalofríos, pero a pesar de todo, llegaba a mis oídos desde la radio de un carro una de mis canciones, y aunque solo lo imaginará hacia que todo valiera la pena en aquel solitario momento. Al llegar al metro saqué mi abrigo de la mochila y lo extendí sobre los primeros asientos que encontré para luego acostarme, miré el gris metálico del techo de los asientos que deformaba mi reflejo, me reí un poco y cerré los ojos, mi corazón latía rápido y tenía la garganta y los labios secos, volví a abrir los ojos dándome cuenta que era inútil, sería una noche larga, me senté y tomé mi guitarra apoyada en un lateral de los asientos, la saqué de su funda, la acaricié con cariño, y deslice mi mano izquierda por el diapasón hasta llegar al primer traste, mientras mi mano derecha se colocó tiernamente sobre las cuerdas del cuerpo de la guitarra, tocando con mis dedos cada cuerda, suspiré y tragué saliva, y sin pensarlo le di una rajada a las cuerdas, mi corazón comenzó a ir más lento, iba a ser un camino largo...