Un sábado 9 de noviembre del 2019, a las 4:00 de la tarde. Yoon, una chica extrovertida, curiosa, de cabello corto en tonos rosados como el atardecer, salía de tomar sus clases de coreano. Esperó a sus compañeras para caminar en dirección a la estación del metro.Entre parloteos, risas, cuchicheos, Yoon se encontraba absorta en sí misma, repasaba lo visto en clase: Joh-ahae. Su mente se llenó de imágenes relacionadas con esa palabra, sentimientos que asemejó con la soledad de la luna. De pronto sus pensamientos se esfumaron, fue interrumpida por su compañera, anunciando que habían llegado a la estación de Santa Marta.
Revisó su celular, se percató que habían trascurrido dos horas. – “El tiempo vuela muy rápido cuando uno no presta atención” – pensó. Se despidió de su compañera deseando que llegara con bien a casa.
La infraestructura grisácea de las escaleras, los gritos alborotados de los vendedores ambulantes, el olor a smog, el sonido estruendoso del transporte colectivo, las combis, y uno que otro foráneo que se colaba en el paradero, eran como obstáculos en una carretera. Yoon camino esquivando ágilmente y las filas bulliciosas, llenas de semblantes agotados que deseaban ansiosos llegar a su hogar.
Ella tampoco era la excepción, también quería estar pronto en su hogar. Al llegar a la parada de San José Palmas espero con paciencia para abordar la combi, un automóvil usado como transporte público, con ventanas a los costados, 4 asientos largos rectangulares de color gris, blancuzca. Se introdujo en ella y pronunció cortésmente unas buenas tardes, tomó asiento cerca de una de las ventanas que le permitiera ver hacia fuera. La mezcla de comida chatarra, sudor y una que otra fragancia no parecían ser tan desagradables, al contrario, le provocaron hambre.
Una vez que arranco la combi Yoon decidió colocarse sus audífonos para escuchar música, lo que la hacía sentirse tranquila como el viento. La gente parecía envuelta en sus asuntos, mientras tanto, Yoon recorrió su mirada, contó cuántas personas usaban su celular, cosa que le desagradó un poco. De repente se detuvo, curiosa ante algo que le pareció inusual, un joven de abúndate cabellera de enredadera, de un profundo negro como la noche, piel canela con lentes.
– “Un ratón de biblioteca” – pensó, cuando lo observó sacar un libro de su mochila. Y en un instante el joven alzo la vista para encontrarse con la de ella. Yoon sintió que algo presionó fuertemente su pecho, sintió incomodidad ante sensación, y cortó la mirada que había sostenido con el joven.Observó el paisaje urbano, que poco a poco se transformaba en uno rural, estaban por llegar a la parada, miro la hora, 6:45 pm, aun no oscurecía, ni hacia frio. Yoon, volvió su vista al joven de cabello azabache; vestía una chamarra, pantalón negro y portaba una mochila le hicieron a Yoon percatarse que al joven le gustaba el anime. Él estaba cabeceando, debido al sueño, lo que provocó una risa de ella y lo hizo despertar. Él, algo soñoliento, buscó entre sus bolcillos una moneda para pagar su pasaje, y así su voz tímida se escuchó – Bajo… en las torres, uno… por favor.
Yoon copió su acción, y extrañada por el destino del joven pensó que jamás lo había visto, o quizá no se había percatado de él. La combi se detuvo, ambos descendieron en la parada. Una ola de polvo golpeó la cara del joven, que alborotó su cabello, elevó su mirada para ver el cielo se pintaba como un algodón de azúcar y las torres de luz características del lugar. Para después marcharse.
Yoon observó las acciones del chico, no supo si debía irse a casa o esperar a ver si lograba averiguar dónde vivía. Sin más rodeos decidió hablarle – ¡Ah oye!… lo siento, sé que esto extraño, pero a mí también me gusta el anime y no conozco a más personas por aquí que les guste y me preguntaba ¿si te gustaría ser mi amigo? ... mira no tengo Facebook, pero si me pasas tu número de WhatsApp quizá podamos estar en contacto. – el chico se extrañó, dudo en contestar, pero accedió, tomó el celular de la chica, anotó su nombre y número – Listo y tú ¿cómo te llamas? Se emocionó por el número de Lechtim, y tardó en responder – Ah… sí, me llamo Yoon. – Ok, nos vemos Yoon, espero tu mensaje – Lechtim se marchó. Ella miró una vez más su celular, observo a la hora 7:00 pm, sonrió feliz y se dirigió a casa.
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Hola.
Sí lo sé ha pasado mucho tiempo que no he escrito y tampoco habia vuelto hacerlo
Creó a muchos de nosotros nos sucede como escritores y artistias hay un punto donde la inspiración se va, y parece que no volvera.
Afortunadamente llegó, tarde pero lo hizo
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Un encuentro insual
Teen FictionUn sábado 9 de noviembre del 2019, a las 4:00 de la tarde. Yoon, una chica extrovertida, curiosa, de cabello corto en tonos rosados como el atardecer, salía de tomar sus clases de coreano. Esperó a sus compañeras para caminar en dirección a la estac...