04. Moony

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Advertencia: Descripción de la transformación de humano a licántropo y viceversa, mención de vómito y sangre (párrafos 3 y 4)

Advertencia: Descripción de la transformación de humano a licántropo y viceversa, mención de vómito y sangre (párrafos 3 y 4)

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Septiembre 9, 1976. 6:45 a.m.

Suaves rayos del sol se colaban a la enfermería a través de las ventanas. Eran la combinación perfecta para despedir el verano y dar la bienvenida al otoño que estaba llegando. Afuera, el viento soplaba y hacía bailar las copas de los árboles del Bosque Prohibido. Dentro de la enfermería, la temperatura se mantenía bastante estable gracias al hechizo de la señora Pomfrey. Gracias a este, las sábanas de su cama se encontraban cálidas y la almohada estaba perfectamente esponjada, lo que le permitía enterrar su rostro en esta.

Y todo eso habría sido aún más reconfortante si Remus Lupin no se sintiera como si le estuvieran abriendo el cráneo por la mitad con una sierra.

El proceso para transformarse en hombre lobo era bastante doloroso en sí. Cada uno de sus huesos se rompía, se alargaba o se torcía para adoptar la estructura ósea de la familia de los canes, su rostro se transformaba para dar espacio a su hocico, sus órganos internos se retorcían para acomodarse en un espacio muy diferente al usual, sus músculos se desgarraban. Se sentía como si cada una de sus células estuviera incendiándose, luego se partiese por la mitad y luego se congelara. Una y otra vez, hasta que perdía el conocimiento y despertaba el lobo.

A la mañana siguiente, era el mismo proceso durante al menos una hora, en lo que la luna se terminaba de ocultar. En gran parte de las ocasiones, terminaba vomitando o escupiendo sangre mientras sus órganos internos regresaban a su lugar y él revisaba que sus huesos estuvieran de vuelta en la posición adecuada. Especialmente las costillas, pues lo último que quería era hacer más daño a sus pulmones.

Además del creciente dolor de cabeza del día anterior, esa mañana, Remus sentía como si cientos de filosas agujas se clavaran en sus sienes, haciéndolo fruncir el ceño e irritando sus ojos cuando intentaba mantenerlos abiertos. Acostado sobre la cama, boca arriba pero con los ojos firmemente cerrados, Remus intentó inhalar y exhalar despacio, como si eso fuera a reducir el dolor.

Los efectos de la luna llena seguían presentes, porque podía escuchar a la perfección los susurros de la señora Pomfrey, los tacones de sus zapatos y el burbujeo del caldero de la poción que le estaba preparando como si estuviera justo a su lado. Para hacerlo peor, las dos puertas de la enfermería rechinaron con fuerza cuando alguien las abrió para entrar. Tan solo por su respiración y el olor de su cabello, Remus supo que era Sirius.

Sirius se detuvo junto a su cama y lo examinó unos segundos en silencio, antes de apoyar un plato en la mesa de noche.

—¿Trajiste muffins de chocolate? —preguntó Remus, abriendo tan solo uno de sus ojos para espiar el plato en el que se encontraban porciones de algunos de sus desayunos favoritos.

—Me duele que tengas que preguntarlo, Lunático, ¿acaso dudas de mí? —Sirius le tendió uno de los muffins que todavía estaba sosteniendo. Remus lo aceptó y volvió a cerrar los ojos, pellizcando la suave masa para llevarse un pedacito a la boca.

THE MOON'S CALL ❀ MARAUDERS ERA AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora