Virus de Mierda.

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"Hemos tomado una decisión en el Gobierno Nacional, que es tomar un decreto de necesidad de urgencia. Por ese decreto, a toda la Argentina, a todos los argentinos, a todas las argentinas; a partir de las cero horas de mañana, deberán someterse al aislamiento social preventivo y obligatorio".

-Qué virus de mierda.

El rubio se retuerce con fastidio sobre su sillón trás oír el enunciado del presidente por la televisión con respecto a las nuevas medidas tomadas. Parece un nene caprichoso con ese ceño fruncido y distintos insultos susurrados en mil y un idiomas.

Le da un trago amargo y seco al vaso con Fernandito que se preparó hace sólo un rato.

-Esa boca.

Interviene tranquila una voz melodiosa de Daniel proviniente de detrás del argentino, cuyo dueño, estaba de espaldas y moviendo las manos constantemente, parecía ordenar algo mientras un rico aroma a masa se desprende por el aire. Pero el dulce edor no era suficiente para llamar la atención de Martín y distraerlo con otra cosa.

-Bue, ya ni putear en paz puedo, buenísimo, lo que me faltaba.

-Bo, Martín, no es para tanto.

Sebastián, sentado a su lado, le medio reprime, ya agobiado de las tonterías del mayor de sus primos.

-Sí, Sebas, sí lo es.-Sos un exagerado.

-¿Y Daniel?, Dani se la pasó limpiando toda la casa como un enfermo.

-¿Y qué carajo tiene que ver él?, Al menos hace un bien, vos no hacés otra cosa más que quejarte.

"Al menos nos cuida", se desespera y dan ganas de contestarle,y se sabe que siendo Martín como es, no sé quedaría con la palabra en la boca.

-¿Y cómo querés que no lo haga?, Quince días encerrados en casa porque afuera va a haber toque de queda y un bicho poronga pegando vueltas por todos lados que si lo engachás, chau, te despertás en un concierto de Cerati.

Sebastián ya había tomado una gran bocanada de aire, se notaba que iría con toda la intención de responderle de mala manera ante su semejante genio y forma de tratarlos. Pero para suerte y alivio de todos, Daniel enseguida se da cuenta, porque los conoce muy bien a ambos, puede ver que esto acabará en un conflicto. Entonces, se interpone, entre la bala y el blanco, entre la mirada fulminante de Sebas y la irritada de Martín.

-Pensé que decías te gustaba estar con la familia, Martín.

Remata en un golpe de astucia, muy sensible y de terciopelo, casi de apariencia inocente. Y eso choca fuerte al argentino, pues era cierto, Martín es ese tipo que ama mucho a su familia y presume de ello. Sólo se sorprende. Presiona el vaso entre sus falanges y decide no decir nada al respecto. Está algo avergonzado, y más cuando Sebas sonríe así de ladino, él piensa que se lo merece y queda satisfecho, le agradece mentalmente a Dani por poner a ese cretino en su lugar.

El paraguayo sabe que formó un momento humillante, así que toma la canasta repleta de delicioso chipá guasú calentito que estaba preparando para ofrecerles a los primitos. La sonrisa dulce de oreja a oreja y aquí no pasó nada.

-¿Chipá?

-Sí, gracias...

Replica Argentina más tranquilo, a la vez que toma uno y se lo lleva a la boca, cada vez parecen ser más ricos, no tiene de qué quejarse. Come en silencio.

Martín siempre está lleno de trabajo, y cuando no lo está, se encuentra descansando del mundo. A Sebastián le gusta estar solo en su cuarto leyendo cómics o repasando alguna que otra serie. Y el lugar de Daniel está en la cocina y el jardín tracero, cuidando que sus pequeños y hermosos tallos de "Alegría del Hogar" no se mueran congelados.

Y así están. Dispersos en una misma casa. Sólo se juntan a para sus tres comidas diarias.

Quizás esta cuarentena es una buena oportunidad para llevarse bien en familia.

Mate, Invierno y Encierro. [Latín Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora