Capítulo 27.- Noruega.

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Me sentía fuera de lugar ahí parada, rodeada de un abrigo enorme que Rubén me compró en París y me obligó a ponérmelo antes de salir del aeropuerto cuando aterrizamos en Noruega, estábamos recogiendo las maletas y él fue al baño mientras yo estaba...

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Me sentía fuera de lugar ahí parada, rodeada de un abrigo enorme que Rubén me compró en París y me obligó a ponérmelo antes de salir del aeropuerto cuando aterrizamos en Noruega, estábamos recogiendo las maletas y él fue al baño mientras yo estaba ahí, viendo a toda esa gente altísima y rubia hablando un idioma que sonaba como si intentaran invocar al mismísimo Satanás.

Entonces sentí su mano rodear mi cintura y decir:

—Anda, vamos, están fuera.

Y mis piernas no se movían, no quería conocer a sus padres. Me daba pavor. Tenía que censurarme, tenía que colocar una especie de filtro entre lo que decía y pensaba y eso se me hacía muy difícil, tenía que ser amable aunque no quisiera, tenía que tratar bien a su hermana pequeña. Tenía que ser la mejor versión de mí misma para impresionar a su familia.

Dios, me sentía tan fuera de lugar.

Inhalé y exhalé despacio mientras seguía a Rubén, habíamos enviado muchas cosas por correo a España, que llegarían al tiempo en el que yo llegaría a España, entonces ahora sólo teníamos la misma maleta con la que iniciamos el viaje.

Aún mi mente está como borrosa, como diabética. Pasaron tantas cosas, tantas emociones, que aún no aterrizaba muy bien lo que sentía por dentro, simplemente... no podía. Entonces decidí dejar ese nudo para la Edith del futuro, una Edith que estaría en su departamento, en su cama, pensando ¿qué coño pasó en París?

Al salir del aeropuerto una ráfaga de aire me golpeó en la cara y sólo chillé un poco, sabía que Noruega era frío en invierno pero el sentirlo es distinto, es como si mil agujas te picaran una y otra vez. Era como sentir ser un cadáver.

—Sí, el frío es horrible, pero te acostumbras—me sonrió y yo asentí.

—Siento que me voy a desmayar.

—Mis padres son unos buenazos, vas a ver.

Cuando vi a su madre esperándonos con una gran sonrisa, lo supe, era idéntica a Rubén, pero... mujer, y adulta. Corrió a abrazar a su hijo y con su grito de emoción un poco de humo de calor salió de su boca, lo apretó tanto que él sólo chilló y la abrazó también. Era más alta que yo y era muy bonita.

—¡Hola, tú debes de ser Edith!— me dijo con una alegría que me sorprendió y con un acento guiri. Asentí y ella me abrazó—Eres preciosa, de verdad, ¡que suerte, Rubén!

—Ya sé— me sonrió él—Ed, ella es mi madre, se llama Bente.

—Mucho gusto— le extendí la mano y ella volvió a abrazarme. Olía a... hogar y perfume.

El Padrino se nos acercó y abrazó a Rubén dos veces, a él sí lo reconocía por los vídeos, después me vio y me abrazó ligeramente.

—Me llamo Héctor.

Novia Falsa [elrubiusOmg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora