Ataraxia (Kookmin)

Un.

Mi pulmones arden, lastiman.

Lastiman tanto que mis únicos pensamientos solo se centran en ellos, evitando el exterior, el sin fin.

Las lágrimas no dejan de cesar y su asquerosa presencia grita por mi atención.

No abras los ojos, por favor. 

No lo hagas... 

"Ven pequeño, te encantará mirar esto" 

En este momento, morir es solo un deseo.

Las lágrimas no dejaban de cesar por mis abultadas mejillas, admito que no es la primera vez que sucede y no será la última, se reconocer mi futuro. 

El lugar blancuzco se había convertido en mi segundo hogar, conocía a prácticamente todos a su alrededor y aunque estos siempre trataban de dar lo mejor de si, el los decepcionará. Ya había pasado un mes, un mes donde había intentado de todo, hasta morir, pero sus inquietudes parecían ser más fuerte que su tranquilidad.

Odiaba sentirse de esta manera, cuando debería estar alegre por ello, ser libre y buscar ser feliz por fin. Pero era lo contrario a sus sentimientos.

Se sentía decepcionado de la vida, atado a la realidad y desesperado por volver al tiempo atrás.

-Oh, despertaste. -Afirmo la chica de blanco mientras se acercaba a su camilla con extremo cuidado, como si temiera que este se rompiera ante su cercanía. ¿Y como no lo iba hacer?

Desde que lo conoció le tomó cariño, quería verlo feliz y fuerte caminando por un camino de flores, pero no así. El chico se veía más demacrado que hace una semana, esta situación la estaba matando y ella ya no sabía que mas aconsejar, siempre que lo hacía éste rechaza su ayuda olímpicamente. 

Quería llorar como una bebé, estaba angustiada en demasía y sabía que no estaba en su poder hacer más. Jimin era mayor de edad y ella como su enfermera a cargo debía acatar bien las órdenes.

-¿Cuanto dormi? -Preguntó un Jimin adormilado. 

-Jimin, estas aquí hace tres días. - Informó la enfermera.

¿Dos días? Se preguntó el omega. Quizás esta vez sí había durado más de la cuenta, podría afirma que si lo intentaba una vez mas quizas ya no despertaria necesariamente en solo paredes blancas. 

-¿Has pensado en lo que te dije la semana pasada?

Por supuesto que lo había pensado, no dormí durante horas tratando de plantearme la idea, pero aunque quisiera intentarlo sabía que no era la mejor opción. Sus instintos están a flote, intentarlo solo seria traer más problemas a su vida y vaya que esta estaba siendo un desastre. 

-Quizás sea la mejor solución, escuche que si no tienes a nadie cercano puedes pedir ayuda a una agencia que se especializa en es...

-¡No!- Respondió por fin el omega.

Justo cuando la enfermera omega iba a continuar su discurso se colocó debajo de la sabana. como si eso fuera un importante muro donde nadie podría hacerle daño. Tal como un increíble escondite.

-No quiero quitarle el amor de su cachorro a nadie. -Expreso por fin, admitió que se sentía mejor. Llevaba varios días analizandolo y simplemente no se haya en la posibilidad de hacerlo. Era demasiado riesgoso.

-No le quitaras el amor de su cachorro a nadie. -Expresó la enfermera con lágrimas, odiaba ver de esa manera a tal cachorrito. -Ellos solo te brindaran un poco de su felicidad para que puedas seguir adelante.