Mientras subía las escaleras encontró una puerta abierta. Corrió a ella sin dudarlo. Una vez dentro se encerró. Debía encontrar la forma de salir de allí.
El lugar estaba oscuro y olía a humedad. No podía ver más allá de su naríz, pero si encendía la luz él la encontraría.
Observó el lugar con el mayor cuidado posible, no estaba dispuesta a delatar su posición chocandose con los objetos. El cuarto estaba lleno de muebles viejos y cacharros, nada que pudiera usar para escapar.
Pero ahí, en medio de todo ese anticuario de cosas se encontraba su salida. Una ventana. Estaba cerrada y abrirla no sería silencioso pero si lo hacía con rapidez podría salir de allí. Se encontraba en el segundo piso y la altura no era suficiente para detenerla. Lo haría.
Se dispuso a abrirla cuando escuchó que él le hablaba desde el otro lado de la puerta.
-¡Oye! vamos, abre la puerta. Déjame explicártelo, amor -el picaporte comenzó a moverse pero el seguro impedía que la abriera.
Se mantuvo en silencio, con la respiración acelerada y el corazón a punto de salírsele por la boca. Sentía el pánico a punto de tomar el dominio de sus músculos y sus oídos comenzaban a taparse como si estuviera en el fondo del mar. Debía controlarse o el miedo ganaría y la convertiría en una presa fácil. Aún más fácil.
Él volvió a hablarle: -Vamos cariño, no es como te lo imaginas, al menos...yo...anda, sal y hablemos -La ansiedad que tenía su voz no la ayudaba a tranquilizarse. Volvió a concentrarse y retomó la tarea de abrir la ventana. Debía escapar.
-Esas fotos...yo... Sí, las tome antes de conocernos pero no sabía cómo asercarme a tí y para cuando junté el coraje para hablarte ya me sabía tus horarios y los lugares que frecuentabas. Sí, lo sé. Suena raro pero no lo hice con la intención que tú crees. Soy un chico normal, lo suficientemente inseguro de mí mismo para acercarme a hablarte. Me llevó tiempo armarme de valor pero no soy una mala persona. Lo juro.
La ansiedad en su voz había dado lugar a una enorme tristeza y arrepentimiento.
Entrar en aquel cuarto lleno de fotos suyas la había aterrado y cuando se giró para salir de allí corriendo se encontró con que él la observaba desde el marco de la puerta. Por un instante creyó ver algo... vacío en su mirada pero no se quedó para averiguarlo. Pasó por su lado como alma que lleva el diablo y corrió escaleras arriba.
Ahora se encontraba encerrada en esa habitación. Ya había logrado abrir la ventana y tenía un pie sobre el tejado cuando escuchó la puerta abrirse.
-Amor, tengo las llaves de todas las habitaciones...-la forma en que lo dijo, mostrándoles las manos en señal de que no le haría daño, buscaba tranquilizarla pero solo la inquietó más. -Si no abrí la puerta antes fué porque no quería asustarte. Vamos cariño, entra. Es peligroso que estés allí.
Sabía que estaba actuando como una loca, colgada del tejado tratando de escapar. Pero él no se había comportado muy normal sacándole aquellas fotos.
No sabía que hacer. Su bolso con sus cosas habían quedado abajo y si al menos tuviera su celular a mano se sentiría más tranquila al escucharlo explicarse.
No se movió, ella seguía a medio colgar. Y él a medio camino de llegar a la ventana, pero mantenía la misma posición con las manos en alto tratando de tranquilizarla.
Luego de, intentar, pensarlo mejor, se dijo que si la hubiese querido lastimar podría haberlo hecho en las muchas veces que estuvieron a solas en esos meses que se llevaban conociendo.
Comenzó a acercarse a la ventana para entrar cuando uno de sus pies pisó una teja floja y resbaló.
No supo cómo pero él estaba allí sujetándola para que no cayera y ayudándola a volver a dentro.-¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? -la preocupación tiñó su voz. Ambos se habían llevado un susto de muerte. Estaba tan asustada que solo pudo sujetarse con fuerza al cuerpo de él y negar con la cabeza.
Sin soltarla la ayudó a entrar al cuarto para luego bajar las escaleras y dirigirse al patio. Hacía un día hermoso y habían dispuesto todo para almorzar allí, cuando ella entro para ir al baño y curiosiando encontró aquel cuarto.
Sacó su celular del bolso y lo sostuvo en su mano. Aún temblaba por toda la situación. Seguía observando su teléfono cuando él le volvió a hablar:
-¿Te encuentras bien? ¿Quieres llamar a alguien? ¿Necesitas algo? Hablame cariño, por favor... -ella solo pudo observarlo. Se lo veía preocupado.
-Estoy bien... -nunca le había costado tanto pronunciar dos simples palabras. Sentía que era una locura seguir tan aterrada pero no podía sacarse la imagen de aquella habitación llena con sus fotos.
Él se sentó a su lado y sosteniendo su mentón le giró el rostro para que lo observara. Su mirada era penetrante y la mano en su rostro firme. Sentía que estudiaba su reacción y no estaba segura si eso le agradaba o no. El escalofrío que le recorrió la espalda sólo aumentó esa incomodidad.
Estuvo así, observándola fijo por lo que pareció una eternidad, cuando la soltó y se levantó de su asiento sin quitarle esa mirada de encima. Cuando habló lo hizo de forma pausada, con voz profunda.
-¿Por qué no terminas de poner la mesa? Yo iré por las bebidas -y allí estaba de nuevo esos ojos vacíos. No pudo articular palabra y se quedó ahí, observando como entraba a la casa.
Se paró aún con el teléfono en la mano decidiendo que hacer.
Llamaría a su padre para que la fuera a buscar, no se sentía con fuerzas para irse sola y no sabía que haría si él se ofrecía a acompañarla.Marcó el número de su padre y se llevó el teléfono a la oreja.
Por el rabillo del ojo apreció un movimiento, pero cuando se giró a ver ya era muy tarde.
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Siniestra Obsesión
Short Story"La pasión es una obsesión positiva y la obsesión, una pasión negativa."