Capítulo 1.

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Tienes 18 años, te encuentras en un piso de alquiler, a 428 km de toda tu familia y no conoces a nadie. Estudio traducción e interpretación en la Universidad de Granada. Soy madrileña pero de sangre cordobesa. Puede ser que haber obtenido la mayor nota media me haya servido para llegar hasta una de las mejores universidades de España. Pensé en irme al extranjero pero se que en cuanto acabe la carrera me marcharé lejos de aquí, no sé si mi destino será Luxemburgo, Londres, Noruega, Suecia … solo se que la única razón por la que me quedo en este país son mis padres y mis 3 hermanos. Ahora mismo, no tengo amigos en este lugar aunque claro que me encantaría establecer relación con nuevas personas. Ha sido muy difícil dejar atrás a mis best friends, pero sobre todo a esa personita especial, hemos tenido que darnos un tiempo, lo estoy pasando bastante mal, es una de las cosas que más me costará llevar aquí,en Granada. Vamos a dejar este tema a parte, llevo 2 meses aquí, mis compañeros de piso son simpáticos y nos organizamos bien, he tenido mucha suerte de que no sean un poco, como decirlo, desordenados y sucios, sí eso es. Me tiro todas las tardes estudiando y pasando apuntes a limpio, apenas salgo de casa, prácticamente solo para hacer la compra. Mis compañeros de clase me han propuesto en ocasiones ir a tomar algo pero no tengo tiempo para nada. Normalmente mis clases son por la mañana y eso me viene genial, empiezo a las 9 y termino a las 2, cuando llego a casa, como y me pongo a hacer mis tareas. En esta última semana, se me ha ocurrido que podría apuntarme a un gimnasio, me serviría para despejarme algo de tanto estrés. Siempre me sobra algo de tiempo a eso de las 9 de la noche, con que podría ir al gimnasio desde esa hora hasta las 10 y media.

Hoy me he levantado con ganas de comerme el mundo y que mejor formar de empezar el día que con un buen desayuno. Son las 7 y media de la mañana, aún sigo en pijama, voy a calentar en el microondas el agua para hacer el té verde, mientras que el ruido de ese aparato cesa, me voy a preparar unas tostadas con aceite y pechuga de pavo, también me apetece una naranja, ¿por qué no? Un monitor del gimnasio me dijo que con el cuerpo que tenía debía comer alimentos para fortalecer mis músculos, lo que supone tomar un desayuno fuerte y saludable.

- Buenos días Irene, ¿qué tal todo?

- !Ah¡ Buenos días Sergio – vaya susto me acaba de dar, este Sergio cualquier día me mata...

- Lo siento, no quería asustarte – dijo Sergio con esa particular sonrisa que rara vez he visto.

- No pasa nada, tranquilo – le devolví la sonrisa. Un momento, huele a quemado, no puede ser, no puede ser – Que se queman, que se queman.

- Espera que te ayudo, pero no grites – dijo Sergio después de haber escuchado mi gran tono de voz que estuvo a punto de reventarle un tímpano.

Conseguimos apagar el fuego que salía de la tostadora.

- Bueno, las rasparé un poco con el cuchillo y me las comeré así – no podía disimular que la había cagado pero bien.

- Tu verás lo que haces, pero yo las tiraría – dijo Sergio con cara de asco.

- Pero es que la tostadora está rota y no puedo hacerme otras – esto si que es una buena forma de empezar el día.

- Si quieres, podemos ir a desayunar a una cafetería que hay aquí cerca, creo que nos da tiempo de sobra – propuso Sergio.

- Vale, pero te aviso de que tardo mucho en arreglarme a si que espero que tengas paciencia – creo que en todo el tiempo que llevo aquí no he salido nunca de tapas, ni de compras, también es verdad que tengo ropa de sobra...

- Vale la pena esperar – dijo Sergio inseguro y se marchó de la cocina.

No sé como tomarme lo que antes ha ocurrido, ¿cuáles son las intenciones de Sergio? Es verdad que el chico es muy guapo pero no es mi prototipo. De todas formas no va a pasar nada, solo son compañeros de piso y futuros buenos amigos. ¿Que hago todavía en la cocina? Mejor voy y me arreglo que el tiempo se me echa encima.

40 minutos más tarde...

Hoy me he puesto unos pantalones vaqueros oscuros y ajustados, con un jersey ancho de color negro con lunares blancos y gordos, me he calzado unas bambas negras de suela gorda. Llevo el pelo liso con un gorro negro que me compré justo antes de venir. Estoy en el servicio pintándome las pestañas y haciéndome la raya de arriba. Se me olvida algo, a ver que piense, ya me he echado la colonia,he cogido la cartera, mi carpeta con los folios y los apuntes, lo llevo todo excepto...los pendientes. ¿Qué hora es? Son las 8 y 18, pobre Sergio llevará mucho tiempo esperando... Salgo del cuarto de baño y ahí está, parece más guapo que de costumbre. Está boquiabierto, no tengo ni idea de porqué se ha quedado así, esa es parte de mi forma de vestir.

- Vaya... - dijo Sergio por fin.

- Gracias, tú también estas muy bien – la verdad es que va muy pero que muy bien, tiene buen gusto para vestir.

- ¿Qué te parece si nos vamos ya? Son las 8 y 20 pasadas, debemos darnos prisa – dijo Sergio cambiando de tema.

- Claro, vamos.

Estamos saliendo de casa, vamos de camino a la cafetería, Sergio me está hablando pero no le estoy prestando atención, ¿cómo estará Manu?

No sé que hacer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora