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A Saotome nunca le habían gustado las fiestas. Es más, en un principio ni siquiera se iba a molestar en ir, pero su mejor amiga insistió una y otra vez hasta que finalmente no le quedó más remedio que acceder ante su propuesta.
—¿Una fiesta de máscaras? ¿Qué estupidez es esa?
La rubia resopló. No le gustaba aquella idea, lo contrario que a Yumeko, que parecía realmente emocionada.
—¡Es muy emocionante!—exclamó rebuscando en uno de sus armarios de madera—Puedes hablar con alguien sin ni siquiera saber con quién estás hablando.
—Súper emocionante—respondió sarcástica.
Ella no lo veía tan divertido y emocionante. No le gustaba no saber con quién estaba hablando. Evitaría hablar con nadie.
—¡Aquí están!
Su mejor amiga sacó un par de máscaras de color rojizo. Eras las típicas máscaras de carnaval, con decoraciones doradas y dos agujeros en ambos ojos.
—Son horribles.
—¡Vamos Mary! No seas tan amargada.
Yumeko se la colocó emocionada mientras Saotome se la probaba. Se sentía ridícula.
—Incluso tal vez conoces a alguien—dijo quitándose la máscara—Dicen que vendrán muchas personas de fuera, como de la universidad. Creo que la fiesta la ha organizado una universitaria.
—No tengo ganas de conocer a nadie, y mucho menos si no le veo la cara—Yumeko soltó una risita por sus palabras—Me dan igual las universitarias.
La de ojos color ámbar suspiró. No sabía por qué había aceptado ante aquella idea tan descabellada.
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Había mucho ruido y el lugar estaba prácticamente lleno. Música, alcohol y máscaras, en eso consistía la fiesta.
Yumeko se encontraba jugando a las cartas en una mesa enorme mientras Saotome bebía ponche de frutas apoyada en la pared mientras observaba el lugar.
—Yo no bebería ese ponche, mi hermana ha sido la encargada de prepararlo y seguro que ha puesto alcohol y otras substancias.
Una voz la sorprendió. Una chica se encontraba a su lado, eso creyó por su estructura y larga cabellera plateada. Una máscara grisácea ocupaba su rostro e incluso sus ojos, parecía una máscara teatral.
