Parte única

567 78 19
                                    

Eran las dos de la madrugada cuando Craig al fin cerró su libro de cuentos malditos.

En la clase de literatura le habían pedido leer El color que cayó del cielo. 
Era un cuento un tanto corto y en su propio modo hasta entretenido, pero no lo suficientemente interesante como para leerlo por propia voluntad antes de la noche anterior a la clase.

El cuento en sí no era muy horripilante, puesto que dejaba muchos sucesos como "indescriptibles"... Sin describir, y Craig no tenia ni las ganas ni el tiempo para siquiera imaginarse algo que lo hiciera sentir miedo.

Pero si existía algo que sí logró perturbarlo hasta cierto nivel, tendría que ser todo aquello que Craig había descrito como "real, pero siniestramente anormal". Las huellas increíbles de los animales en la nieve, el grito de los caballos, las deformidades de las vacas en el granero.

Aun así, la manera en la que el viento mecía las ramas retorcidas del árbol fuera de su ventana le provocaba la evocación de algo que sí pudo imaginarse a la perfección: la manera en la que la vegetación del cuento se agitaba sin la brisa.

Toc. Toc. Toc. Una rama arañaba suavemente el cristal de la ventana en medio de la noche.

Se sintió como un cobarde, pero no sabía qué hacer teniendo miedo, así que aceptó que no iba a dormir y llamó a la primera persona que se le ocirrió que no tendría miedo de un cuento antiguo.

Token lo mataría si lo despertaba antes de un entrenamiento especial con el equipo universitario de fútbol americano.

Clyde puede que aún estuviera despierto en una situación parecida a la suya y Tweek practicamente no duerme, pero ambos eran unas gallinas y, muy en el fondo, Craig pensaba que podrían asustarlo más.

Así que fue Stan el que oyó el suave traqueteo de la vibración sobre su mesita de noche, no realmente extrañado de que alguien quiera perturbar su sueño a las tres de la mañana. Con frecuencia había tenido que contestar a su celular y rápidamente salir de casa por alguna que otra extraña razón, y pensó que a estas alturas de su vida nada podía ser realmente tan malo como tener que ir a raptar terneras.

No pudo evitar recordarse que estaba cerca de cumplir la mayoría de edad y que desde entonces los juzgados ya no tendrían piedad. Además, siendo totalmente sincero, ya estaba cansado de salir en socorro de sus amigos en momentos extraños que ya se le hacian hasta infantiles (a pesar de la ilegalidad de algunas, y del activismo de otras).

Pero claro, se tragó todos y cada uno de esos pensamientos cuando vió en la pantalla el contacto sin imagen de Craig. Se dio el tiempo de levantar las cejas de la impresión antes de deslizar el círculo verde, con una tenue sonrisa perezosa.

Porque Craig era la excepción de Stan, y él apenas se daba cuenta.

Y no lo sentía realmente como algo correcto, lógico ni leal consigo mismo. Hace años habían perdido la frágil amistad compartida, desapercibida para muchos, que no parecía tener el peso de otras más fuertes, más presentes o más antiguas. Era una amistad que parecía innecesaria para ambos y que no se esforzaron en mantener.

Y a pesar de todo eso, siempre habían conservado cierto grado de complicidad involuntaria que impedía que estuviese totalmente extinta.

Una mirada desde otra mesa de la cafetería. Una risa compartida discretamente por algún error del profesor. La manera de ser hiperconscientes de la presencia del otro en una habitación. Son las cosas que mantenían lo que tenían, por más sutil e invisible que fuera. Así fue siempre para ambos.

Y después de tantos años, Craig había decidido romper su rutina de sutiles gestos, casualmente y sin darse cuenta.

Totalmente su estilo.

"Hey", dijo Craig luego de un silencio tras darse cuenta de qué estaba haciendo y a quién había llamado.

"Hey", contestó Stan tranquilamente, evitando hacer preguntas, como cada vez que lo despiertan a esa hora por tonterías. Los dos chicos susurraban, más por la timidez y los nervios que por la posibilidad de molestar a alguien.

Craig se da cuenta de que sobrepensar la situación está demás, y que lo más lógico sería hacer la pregunta para la que llamó, así que la hace: "¿Haz pensado en que los árboles de repente puedan moverse sin que haga viento?".

Stan suspiró, "Hay animales en los árboles, Craig. Es normal que alguno se asuste y mueva las ramas." Dijo intentando ocultar la diversión de su voz.

Y es que iban en la misma clase, Stan había leído el cuento hace días y estaba cansado de Kyle y Wendy intercambiando impresiones complejas y controvertidas.

Puede que fuera de pura pereza que a Stan no le interesaran mucho las congeturas de sus amigos, pero en verdad pensaba que no era lo suyo ir por la vida cuestionando a un hombre perturbado de incios del mil novecientos.

Por eso, que Craig le llamara para hablarle de la parte más simple y menos fantástica de un relato de terror-cósmico-fantástico famosísimo, de un autor famosísimo, le daba un familiar cosquilleo en el pecho, uno que sentía cada vez que Craig actuaba como sí mismo junto a él.

Que lo buscara a él a aquellas horas para contarle una trivialidad semejante extendió la maravillosa sensación a todo su cuerpo.

"Oh... Hum, perdón ¿Estabas durmiendo? ¿Te desperté? Ahora me siento mal por llamarte por esto". En ese momento Craig pensó que no podía perder la oportunidad para entender mejor el cuento ya que se estaba perdiendo de unos buenos puntos, además de hablar con Stan un poco más de lo habitual.

"No", mintió, "no podía dormir, no te preocupes... pero si quieres podemos hablar de esto mañana en la mañana con un café".

Craig lo pensó bien y, por primera vez, decidió arriesgarse.

"O podemos hablar ahora" dijo, ganándose una suave risa de Stan.

Craig reprobó, pero valió la pena.

-_-_-_-_-

Gusto en verlxs de nuevo, tkm

El Color [Staig] [OneShot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora