Zweisamkeit | yumark

e i n e r

Precioso.

El lunar en el cuello de Mark era eso: p r e c i o s o

Ha perdido la cuenta de todas las veces que ha besado ese lugar, que lo ha marcado, lamido y probado. Se ha perdido disfrutando de ese lugar mientras el castaño se aferra fuertemente a él, con jadeos y quejidos suaves, atrayentes.

Yuta adora beber el sudor que se desliza suavemente por su cuello, por ese lunar, cuando Mark se aferra con tanta fuerza en un estado destrozado, aturdido y confundido. Cuando pasa sus labios en ese lugar para recibir gemidos de placer y alegría, palabras tiernas y suplicas.

"Más más más..."

Adora como se destaca el pequeño punto cuando su novio se sonroja por los halagos, las caricias tiernas, besos, abrazos y regalos que le otorga. Porque demonios, adora ver esa sonrisa y esos ojos brillantes. Y se siente culpable de desviar su mirada a su cuello, donde siempre está marcado por el, con fuerza, donde se lee por todas partes: mío, no se acerquen.

Y aunque el lunar en el cuello es precioso y le atrae con locura, Yuta conoce otros luares igual de preciosos, pero aún más tentadores.

El que se encuentra en su cadera, que disfruta pellizcar mientras se balancea en el interior del castaño. Cuando lo observa tan perdido y ahogado en placer. Y el codicioso toma y amasa su piel para dejar marcados sus dedos en su novio.

El de su cintura, arriba de sus labios, el que está en su muñeca derecha y el de su tobillo.

Pero su favorito es el que se esconde entre sus muslos, el que nadie ha visto y nadie vera. Es suyo, tan suyo como Mark.

Y también es el favorito de Mark, el que cuando beso, muerde y marca lo deja tembloroso y excitado. El que lo deja rogando, llorando, suplicando por un poco más, solo un poco más.

Preciosos, los lunares de su novio son precisos y lo decoran a él en una obra de arte aún más perfecta. Una obra de arte que es solo de Yuta.