En un reino de 4

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Miles de árboles rodeaban el lugar. Bosques sin fin. El sol comenzaba a salir de entre las nevadas montañas del norte, alumbrando principalmente al primer reino cerca de él. Arabithia. Desde la cima de las montañas se podía observar su cromada estructura rodeada por una muralla de pulidas rocas. Impenetrable, supuestamente. Sin embargo, no todo era verde dentro de estas murallas. De hecho, el color predominante era precisamente el gris y algo del dorado. La gente del reino caminaba por las calles de piedra mientras cubrían sus cabezas con capuchas. Los niños que se divertían fuera de sus casas, eran atraídos por preocupados llamados. No era fácil aparentar que no sucedía nada cuando todos sabían que pasaba en el reino. Sin embargo, era la época en que se mostraba más tranquilidad desde los últimos cantos.

Polvo, cenizas, tierra y más polvo. Hasta podías identificar el diferente olor de cada una de estas arenosas molestias. En cambio la áspera y fría madera del marco de la entrada secretaba moho y las termitas hacían su trabajo. El muchacho que yacía detectando esto, retiró su mano de esta y acercándola a sí, espolvoreo el polvo y lo dejó caer para después sacudir su mano en su vieja camiseta rasgada de tanto trabajo. Alzó la vista inspeccionando el resto del marco y para su mala suerte este dejo caer varios pequeños granos de arena y pedazos de madera. 

-Diablos -soltó

Por reflejo, el muchacho bajo la cabeza y se sacudió el rostro pálido y su castaña, rizada y corta cabellera. Se acomodó su capa gris, soltó aire y entró a aquella vieja casa sin protección. Camino directamente hacia el frente mirando el resto de la estructura. 

-Esas paredes ya no soportarán más -dijo el muchacho recargándose en la barra frente a un hombre mayor

Este era ya bastante viejo, pero como se sabía, este conservaba su inteligencia igual que todos en el reino. Acarició su canosa barba mientras alzaba la mirada y observaba el lugar.

-Yo lo veo bastante bien -soltó con una sonrisa mostrando sus no tan maltratados dientes

-Estas loco, viejo -contestó el muchacho riendo por bajo

El viejo sonrió de lado. No era la primera vez que este muchacho le decía algo sobre su estructura, pero no tomaba nota del asunto, no era porque no le importara, el lo sabía perfectamente.

-Dejaré estas viejas paredes hasta que caigan -dijo el viejo muy seguro y tomó un pedazo de tela -molestias es lo menos que quisiera darle al rey -

-Es un bien hombre -contestó el muchacho más cerio -no creo que esto sea una molestia -

Aquel viejo hombre río por lo bajo -Hay Robin... -Dijo tratando de seguir conservando la sonrisa pero la preocupación le ganaba a todo - eres un niño solamente. Te faltan unos cien años más para comprender esto -

-No me quedaré hasta entonces viendo como lugares históricos caen -contestó

-¿Históricos? -Preguntó el viejo asintiendo vagamente mientras limpiaba la barra -tal vez, tal vez no -

Robin ya no dijo nada. Su vista yacía pérdida en un punto desconocido del fondo. Mantuvo sus brazos recargados en la barra, mientras con la palma de su mano derecha daba golpecitos a esta. Era imposible no notar que la barra estaba hueca y que la madera de esta estaba algo vieja como todas las demás. Alzó el rostro y soltó aire haciendo un sonido como "pff".

-Como sea -dijo mirando al viejo y se le acercó lo suficiente a su rostro, podía notar las arrugas en su rostro y sus abiertos ojos azules mirarlo, hasta podía ver su reflejo en ellos. Miro hacia los lados asegurándose de que no los vieran y después dirigió la mirada al viejo -tienes el... Ya sabes que... -

El viejo se alejo un poco y sonrió de lado. Alzó su dedo índice y lo sacudió en el aire.

-Sabía que no venias solo a criticar mi hogar -dijo aquel y se alejo -lo leí en tus ojos -

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2015 ⏰

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