-Marcos, Marcos, baja aquí de inmediato niñato estúpido-
Sentía como retumbaba mi nombre en cada una de las cuatro paredes de mi pequeña habitación, procurando por mi presencia. Era un tono familiar, un tono que odiaba oír.
Me dirijo al clóset, tomo una de mis pocas playeras desgastadas, me la trato de poner pero con algo de dificultad, pues los años no pasan en vano, y para ser sincero ya me quedaba bien chica y la región que contenía al cuello casi me dejaba sin aire.
Yo era el menor de tres hermanos en una familia que carecía de recursos, así que tenía que conformarme con las ropas y vestimentas viejas de mis hermanos mayores.
Nuestra casa, enclavada algo lejos del resto del pueblo, lucía un tono lúgubre, las ventanas estaban desgastadas al igual que la fina capa de pintura que alguna vez la recubrió. Era una casa pequeña, con una vieja verja de barrotes puntiagudos en la entrada, que espantaba aun más a quien se acercaba a mirarla, en fin, faltaba poco para que fuera una de esas casas embrujadas que solían aparecer en las películas de terror, aunque no siempre fue así.
Mis padres habían muerto cuando yo tenía 3 años, en un terrible incendio que redujo a cenizas la mayor parte de nuestra casa. Mi hermano Tomás los acompañaba, pero él si logró sobrevivir.Luego de tal acontecimiento, Tomy y yo, quedamos a la merced de nuestra tía abuela Brunilda, una anciana obsesionada con el dinero, que nos maltrataba a menudo y nos trataba como a criados, mientras nos recordaba día tras día cuan miserable eran nuestras vidas.
Solo le pudo hacer frente a dicha tiranía nuestro hermano mayor Enrique, quien logró escaparse de casa hace como dos meses, y a duras penas conseguir un puesto como remontador de mercancías en un buque pesquero que comerciaba con otras regiones. Hacía algún tiempo ya que no veíamos a nuestro hermano, y por lo que estábamos apreciando, él se había olvidado de nosotros.
-¡MARCOS!- escuché nuevamente esa voz desde la planta baja, pero el tono utilizado encerraba un mensaje de ira que denotaba el enfado de aquella mujer.Volví en sí, y me apresuré hacia la oscura puerta que daba paso a mi habitación. Nada más abrir la puerta, encontré a Tomy con lágrimas en sus tiernos ojos azules empañando su fino rostro.
-¿ Qué sucede Tomy? - pregunto con preocupación y recelo- ¿qué o quién te hizo llorar?, ¡dime Tomás, dime!Aunque Tomás era 2 años mayor que yo, no puedo esconder que poseía el alma más tierna e inocente que jamás se haya conocido. No se si sería por el indicio de retraso que tenía o por el trauma sufrido ante la muerte de nuestros padres, la verdad es que emocionalmente, a sus 17 años era todo un sentimental, pues fue el más afectado por la tragedia sufrida en la familia.
Yo, con mis 15 años recién cumplidos el 18 de abril, parecía más maduro, física y psicológicamente, que cualquier muchacho de mi edad. Tenía el cabello revuelto la mayor parte del tiempo y algo chamuscado por la permanente incidencia del sol en él. Los ojos azules claros, eran herencia familiar, y yo no era la excepción, pero mi angustia era tal, que hasta mis ojos ya la transmitían. Mi cuerpo se mantenía en forma, ejercitado casi a diario desde hacía 3 años atrás, reflejaba a mi corta edad los avatares de una vida llena de trabajo y servidumbre a nuestra propia sangre.
Yo me había convertido en el total responsable de mi hermano Tomy ante la ausencia de Ernesto, así que de solo verlo llorar me hervía de rabia la sangre.Tomás sollozaba más y más, y con cada suspiro desparramaba una imperfecta lágrima que asemejaba a un océano.
-Es Brunilda, Marcos....ella te va a vender- logró pronunciar entre aquel mar de lágrimas que cubría su rostro.
-¿Cómo?- respondí enfurecido- ella no puede hacer eso- le repetía a mi hermano tratando de consolarlo.
- Te están esperando abajo- los azulados ojos se Tomás me miraban fijamente.En ese momento mi mundo se vino abajo por completo. Jamás me atrevería a enfrentar a esa bruja, no por miedo, sino porque mi hermano era quien terminaba pagando por mis desatinos.
Primero mis padres, luego, Ernesto nos deja y ahora sería yo quien tendría que abandonar a la persona que se había convertido en mi único motivo para vivir, mi única familia...
Pero...¿qué podía hacer?
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Mi vida en tono gris.
Teen FictionDrama juvenil. Un pobre huérfano para salir adelante en la vida tendrá que dejar atrás, en contra de su voluntad, a su hermano que es su única familia cercana. ¿Logrará sus objetivos? ¿Volverá al lado de su querido hermano?