Dark Suspiria

Rabia Aeterna

- ¿Por lo general?, ¿Tenia buenas acciones con usted Azrael?

- Sí, más de una sí, más de 5 quizá, ¿más de 10?, Ha, no.

- ¿Lo considera un buen hombre?

- Era un buen ser humano, pero su verdadera naturaleza permanecía encerrado en el, desde su nacer, encerrado en un cajón de madera, que golpe tras golpe se fue rompiendo

- Dígame, señorita Convert (Interrumpe)
- Villanueva, por favor.

- Esta bien, dígame, señorita Villanueva, la última vez que estuvo con el, ¿fue un buen hombre?

- No, la última vez que estuve con el fue un caballero, actuaba tal como cuando lo conocí por primera vez, cuando su fria y grande mano tocaron en un roze inconscientemente deseado mis delgados dedos, cuando me brindó de gestos amables como jalar mi silla para que me sentará en el restaurante donde otro tipo me había dejado plantada, el estaba ahí, siendo lo que mejor se le da, un superficial hombre de alta envergadura

- ¿Puede tener alguna idea de dónde pueda estar?, señorita

La mujer se lleva a la mano el cigarrillo lucky Stride

- No, pero se que donde sea que esté, al fin está mejor que aquí.

DARK SUSPIRIA
CAPÍTULO UNO
R a b i a A e t e r n a

I

Vago por mi vida representada en esta carretera, mi visión típica, lo único de lo que mis pupilas se alimentan, manejas tan rápido esperando que algo te suceda, y por más malo que sea, representaría salir de tu rutina triste, de tu rabia eterna, tienes una buena familia, pero jamás te sentiste cómodo, te saliste de tu ¿hogar? A tan temprana edad tratando de probar que si se podía vivir de lo que te gusta hacer, evitando siquiera saber cómo usar un estupido martillo, y luego de tantos años no has regresado con la lagrima saliendo de tus ojos porque tu orgullo es más grande que el poder sobrenatural que representa la figura de dios en las personas, así que siempre mientes a tus padres diciendo que tienes un buen empleo, estas de planta y constantemente en ascenso, que estas unas semanas de modelo y luego como ayudante de gerente en un restaurante, ¿qué carajos?, de tu boca ha salido tanta mierda, tantas patrañas que el típico sentimiento de culpa se extinguió, mientes siempre y te da miedo que se sepa la verdad, pero no te da miedo lo que le pueda pasar a tu corazón.

Manejo por la 190 de Tuxtla, ando de aquí para allá, conozco tanta gente, todos y todas quedan enamorados y enamoradas de mi seductora actitud, o más bien de mi cabellera rubia y corta, de mi nariz perfilada y mi piel de loto blanca, ahora me dirijo a Villa Corzo, trabajo para una empresa de choferes que viajan a lo largo del país en carro llevando gente a donde les parezca, como podrán deducir es para gente que prefiere gastar más de lo que cuesta un testículo izquierdo, a irse en un bus como la gente, me veré con una familia, se apellidan Hernández, muy interesante, me pregunto en qué trabajara el señor, o la señora, para gastar 15 Mil pesos en un viaje hasta Chihuahua, realmente no me interesa, solo sé que ganaré mucho dinero, pero lo que inyecta mi corazón de un inmenso vacío es tener que pasar 10 o más días fuera de casa, fuera de mi zona de confort, lejos de mi hermosa, de mi amada Lizbeth, dios, miro hacía el cielo y se dibuja encima de este, con su cabello corto y su fleco que desglosa tantos sentimientos, es baja de estatura, pero tiene tanto poder con su forma de callar a los hijos de puta, es blanca como el cielo, y sus lentes de aumento redondean sus ojos azules, gozamos de la buena lectura y el buen cine, cantamos cuando aburridos estamos, bailamos e ingerimos mierda hasta el descontrol, para finalmente dormir una merecida siesta en el colchón, suave y sedoso como su piel, en ese momento la veo a los ojos, unos segundos antes de cerrar los ojos, está a mi lado siempre, me mira y ni la resplandeciente luz de luna que entra por el ventanal de nuestra habitación me distraen de ella, no puedo dejar de amarla, sus pupilas se conectan con las mías mientras acarició su cabello castaño y juego con éste, y hermanos, no hay mejor regalo luego de tanto disturbio que sus labios gruesos pronunciar susurrando "Te amo".

VILLA CORZO, 9:32 PM

Al fin llegas a esta pocilga de pueblo, no entiendes como una familia tan adinerada puede seguir viviendo aquí, quizás juzgas de más, quizá a ellos no les importa si son ricos o pobres, blancos o negros, altos o enanos, eso es de buenas personas, repudias la humildad falsa, espero que sincera sea esta. En un santiamén llegas a la casa de los Hernandez, tres plantas, como 30 métros de largo, y unos patios enormes, ves dos camionetas en el porche, que por cierto se esta cerrando automáticamente, ves atravez de las ventanas a la familia apurarse, oprimiste la irritante bocina de tu auto, se percatan de que estas afuera, no sabes quiénes son ni si son amables, solo sabes que tu paciencia dura poco, y que todo este viaje será una cuenta regresiva. Al fin la puerta se abre, y también lo haces, corres hasta la entrada del portón, (Del patio principal, el cual está a unos 20 métros de la puerta de la casa, un hombre muy adulto, ( El padre ), sale y corre hasta donde tu estás. Te toca empezar a lamer las botas.

- Buenas noches señor.

- Buenas noches hijo, ¿quieres ayudarnos con las maletas?

Pienso; obviamente que no señor

- Claro señor

Ambos nos acercamos velozmente a la puerta, la madre, muy bonita todo hay que decir, trae dos maletas grandes, tomo una con facilidad y la cargó en el hombro, y la otra la llevo en manos, camino hasta la camioneta, con una paciencia indeleble tomo la llave que colgaba de mi pantalón, mientras sostengo una maleta de unos 15 kilos, no saco la llave del pantalón, solo oprimo el botón que abre el maletero, pongo ambas dentro, y regreso a ver si hay más, y al volver entonces oigo a una irritante voz de mujer, corrijo, de jovencita, probablemente de universidad gritándole a su hermano, quien detrás de ella viene, voltea a verme y se calla, me observa por un segundo y aparta la mirada pero haciendo un evidente gesto de asombro, no lo negaré, es alta, de un pelo largo y tan fino como el oro, negro como la noche, y llevaba usando unos jeans ajustados que dejan ver su voluptuosa figura, sus caderas tan definidas como la maldita figura auria, y una camisa vaquera que ocultaba sus ya de por sí grandes pechos,

- ¿Algo más?, pregunto.
- No joven, mi hijo llevo la última maleta, responde la señora.

- Bueno, pues..., andando.