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Parece tan fácil acabar con todo. Parece tan rápido y sencillo. Es como tener todo el control de tu vida en una mano, mientras muñeca del brazo contrario, espera con ansias y miedo su final. El final de todo. Parece un movimiento tan leve e inofensivo. Tan preciso y definitivo. Parece no tener complicación cuando apretas la afilada hoja del cuchillo, navaja o cuchilla sobre la piel desnuda. Sobre las delicadas venas de la muñeca. Pero no lo es. Piensas en los problemas que te podrás sacar de encima, pero también en lo que puedes perder. En ese momento crítico en el que sostienes una hoja afilada en la mano, para acabar con el dolor, el temor y el sufrimiento, cuando tienes el poder de acabar tu vida en instantes, entonces piensas en aquellas personas por las que vale la pena luchar, y en aquellas metas que nunca pensaste alcanzar. Pero llegas tarde, porque un río de sangre baja hasta tus dedos, y cada gota que cae al suelo te recuerda lo que has decidido perder. Tu solo. Entonces, sabes que naciste para morir. Todos acabamos muertos. Unos mas pronto, y otros mas tarde. Pero al final todos morimos. ¿Y en que te diferencias de las otras personas que mueren? Que ellas, han muerto, dando gracias por una fantástica vida, llena de emociones, y de gente que te ha amado. Tu has preferido acabar sin todo eso. Lo lamentas, pero no es suficiente. Y entre lágrimas y sangre mueres. Mueres solo. Sin nadie a tu lado. Solo. Que fácil parece acabar con todo...

Poemas y frases cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora