Un crimen detrás del otro

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Silencio... 

Como cada tarde desde hace cinco años, en su oficina reinaba el silencio, lo único que interrumpía esta quietud era el sonido de su bolígrafo sobre el papel firmando los reportes entregados por las demás parcas a su disposición. El atardecer estaba empezando a caer con sus tonalidades rosas, naranjas y rojizas... Desde hace cinco años, solo los leves rayos que se colaban por una pequeña rendija de la ventana eran la única cosa rojiza que se hacía presente en su oficina. 

Dio un suspiro cansado y después se talló las cuencas de sus esmeraldas ojos, más que por más cansancio lo hacía por disgusto... Ese día no sería muy diferente a los demás, almas rebeldes, reportes mal hechos de sus subordinados, archivos que reorganizar, todo esto trabajado en la fina perfección de la soledad y el silencio. 

El atardecer se presentó como siempre dando a entender dos cosas para el shinigami de cabellos oscuros: La primera es que había sido un día más sin la presencia de Grell Sutcliff y la segunda era algo más privado para él : Era la señal, SU señal para actuar... 

***

Las noches en el mundo humano eran particularmente frías durante aquella época del año, por lo cual no le sorprendería ver uno que otro cadáver andrajoso de un niño o algún anciano que haya muerto de hipotermia. Lo que si le llamaba la atención eran los cadáveres de jóvenes mujeres que a juzgar por su vestimenta, dedicaron sus días o más bien sus noches a satisfacer los bajos deseos de cuanto hombre se los propusiera. 

Nuevamente había llegado tarde, en el callejón solitario yacía una mujer tirada en el suelo, en su vientre hay una incisión hecha con delicadeza y maestría pero al mismo tiempo con saña y desesperación que le arrebataban  toda clase de belleza a el cuerpo. Lo más chistoso de este tipo de cadáveres que noche tras noche encontraba era que el rostro de las victimas estaba perfectamente maquillado, un fuerte delineado negro en los ojos sin vida, una hermosa flor roja en sus desarrapados cabellos y... unos labios pintados de rojo carmesí. 

- Nunca serás discreto ¿verdad Sutcliff? - Casi al mismo tiempo que dijo esto, pudo ver como una sombra se escabulló al final del callejón. Perfecto, empezaba a pensar que esta desagradable visita al mundo humano había sido una pérdida de tiempo. 

Fue al final del callejón con una velocidad sobrehumana y le cerró el paso a la sombra que se había escabullido. Era un joven de máximo unos 24 años de edad, parecía estar asustado al principio por la presencia del azabache pero una vez que logró divisar mejor su silueta se acercó con una particular sonrisa. 

- ¡Que alivio! ¡Por un momento pensé que eras Jack el destripador! 

- ¿Destripador? - William no articuló más palabras "ahora ya hasta eres famoso en este mundo"   Fue lo que pensó. 

- ¿¡ Acaso no lo conoces?! ¡Dicen que va por ahí matando prostitutas a diestra y siniestra! ¡Tan solo piensa que clase de monstruo es! 

- ¿Monstruo? - William se estaba hartando de esta conversación, supuso que dentro de poco tendría que irse al mundo de la muerte, claro, antes de terminar con aquel joven - Solo eran prostitutas pero tal vez sea de monstruos alterar el orden de la vida y la muerte así... 

- ¡Exacto! ¡Por eso he decidido acabar con él de una vez por todas! - lo tomó de la muñeca-  ¡ Rápido, tal vez todavía este cerca!

- Tal vez... pero no esta en tus manos detener a Jack el destripador - Dio la vuelta a la muñeca del joven a tal punto que cuando este pudo reaccionar, tanto su muñeca como la de William ya estaban rotas. Mientras el joven gritaba de dolor, William solo espero un par de segundos a recuperar la movilidad de su muñeca para poder sostener mejor su guadaña de doble filo hacia la nuca del arrodillado espectador - Esta en las mías... 

La sombra de Jack el destripadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora