"La Catedral de Milán fue envuelta en llamas hoy en la madrugada. Se dice que el incendio se inició alrededor de las tres. No se sabe qué o quién lo provocó. Muchos testigos vecinos aseguran haber escuchado gruñidos de una bestia, incluso otros dicen haber visto la cara de un demonio entres las llamas, se dice que..."
Apagué la televisión. Estaba cansada de escuchar la misma noticia durante todo el día. En todos lados escuchaba la dichosa iglesia quemada.
Terminé de limpiar la última mesa del local y suspiré mirando hacia el exterior. Mi medio turno de trabajo había concluido por hoy. Me deshice de mi delantal y lo doble para ponerlo en su lugar. Agarré mi chaqueta, pues en esta época del año las temperaturas empezaban a descender.
-Ya me voy, Maddy! No olvides cerrar con llave.- dije sonriendo mientras me despedía con la mano de mi compañera de trabajo. Al salir del local el frío de la noche hizo contacto con mi cuerpo y la calidez que tenía se fue rápidamente.
Trabajaba en una cafetería en una de las calles más concurridas de Milán, cerca de la iglesia que se había quemado hoy, sin embargo estos días había menos gente ya que la época de navidad se acercaba y el frío con esta, haciendo que los turistas volvieran y se quedaran en sus países con sus seres queridos. O al contrario que familias enteras se vinieran a pasar una navidad diferente, pero estas eran un número reducido. Además que a estas horas de la noche ya estarían durmiendo recuperando energías para el día siguiente.
Me encogí dentro de mi chamarra, de pronto la calle parecía más fría y el viento acariciaba mi cara junto con mi pelo corto que bailaba al compás de este. Aceleré el paso hacia un mini mercado para comprarle comida a Nino que ya se había acabado. Al pagar miré de reojo a un hombre con gabardina negra. Estaba de espaldas y no se le podía ver la cara pero estaba segura que era el mismo que había visto unas calles atrás.
-Gracias.- le dije al cajero recibiendo mi cambio y aprovechando el momento de que hacía unos minutos una pareja había pasado en dirección hacia donde yo necesitaba ir. Agarre la bolsa y volví a acelerar el paso para mantenerme cerca de ellos.
Miré hacia atrás, no había nadie, tal vez solo había sido una coincidencia, y ser un poco paranoica era parte de mí. Pero era mejor que ir alerta, sobretodo estos últimos días donde cierta presión en la nuca, acompañada de ciertos escalofríos por mi espina dorsal me daban la sensación de estar siendo observada.
Llegué al pequeño complejo de apartamentos donde vivía temporalmente y me aseguré de cerrar bien la puerta. Solté un suspiro de tranquilidad y subí las escaleras hasta el séptimo y último piso. Podía escuchar la televisión de algunas personas, y una que otra conversación apagada por las paredes, pero la mayoría estaba dormida.
Abrí mi puerta donde Nino me recibió con un maullo. Me agaché con una sonrisa saludándolo con una pequeña caricia.
-Hola pequeño, si, si, ya sé que tienes hambre, mira que te traigo.- dije mostrándole la bolsa sonriendo y yendo a la cocina donde tenía su tazón sirviéndole su comida. Este empezó a comer inmediatamente y reí. –Por eso es que esta gordo, gato tonto.
Cerré la puerta corrediza de la sala que daba a nuestra pequeña terraza lugar donde Nino pasaba la mayor parte del tiempo.
Mi sala estaba llena de telas, maniquís, tijeras, mi máquina de coser y todo lo que necesitaba para cumplir mi sueño. Razón por la que venía desde Génova hasta Milán, lugar donde se encontraba "Istituto Marangoni" y estudiaba fashion and design.
Desde pequeña mi abuela paterna me había enseñado a cómo usar la máquina de coser y a la corta edad de 8 años yo ya modificaba mi propia ropa o hacía mis inventos. Claro que mi padre no estuvo muy contento con la idea cuando le dije que quería seguir estudiar profesionalmente la carrera, pues él lo tomaba como un simple hobbie y me dijo que si no estudiaba medicina como él, moriría de hambre ya que los sueños no te ponen pan en la mesa, así que no me apoyaría económicamente. Debo aceptar penosamente que pensé seriamente en seguir aquella carrera, pero el ángel de la abuela Jess siempre tan fuerte me animó a seguir lo que me gustaba. Recuerdo perfectamente sus palabras que se me había grabado en el corazón y me mantenían fuerte para seguir.
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SEPTEM
Teen FictionSiete. Desde siempre este número ha estado rodeado de misterio. Mencionado muchas veces en la biblia, considerado como un número mágico y perfecto. Desde las siete maravillas del mundo hasta los siete pecados capitales. Se dice que influye en todos...