Débil

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Era tarde, el sol se había puesto hacía ya un rato y ahora sólo quedaba aquel cruel y silencioso manto de estrellas para ser testigo de su debilidad. Se preguntó si las nubes que empezaban a cubrir aquellas luces avecinaban lluvia, pero entonces recordó que no lo merecía; no merecía que el cielo llorara por alguien tan insignificante como él.

Sintió como su mirada se aguaba de nuevo pero, ¿qué más daba ya? Los ojos le ardían de tanto llorar pero, ¿acaso merecía él algo mejor? Había abandonado a su equipo por miedo, por ser débil y cobarde. Si tan solo hubiera tenido algo más de poder, quizá si le hubieran hecho caso con el néctar de los dioses...

Un amargo suspiro escapó de sus labios, todo eso eran excusas y lo sabía; el verdadero problema allí era él. Al menos ahora su equipo no tendría que arrastrar un lastre como él y podrían centrarse en ganar, en conseguir que todo volviera a la normalidad... porque estaba claro que él no podía hacerlo.

En ese momento estaba solo y sin un lugar al que ir, se había ido de la caravana con lo que llevaba puesto y no iba a volver, no podía volver. Dejó que sus piernas se movieran como mejor les pareciera, deambulando sin rumbo por aquellas frías y vacías calles. Apenas se había cruzado con un par de personas en todo aquel tiempo: un hombre que le ignoró y una anciana que le preguntó si se encontraba bien, a quién él ignoró.

- Kazemaru. - el chico se giró de golpe al oír su nombre, pensando que alomejor Endou había salido tras él aún después de dejarle claro que no volvería. Sus esperanzas, pero, se desvanecieron tan rápido como habían llegado.

El peliazul no dijo nada, simplemente miró a la figura encapuchada que tenía enfrente sin interés, como si eso no fuera con él. Al fin y al cabo, en aquel momento sentía que nada de lo que pasara en el mundo podía tener relación con alguien tan miserable como él.

- Kazemaru, - volvió a repetir aquella voz - eres débil - el chico frunció el ceño ante aquello; si bien lo sabía perfectamente, le molestaba que se lo repitiera alguien a quien no conocía -. Pero no tiene porqué ser siempre así, yo puedo darte todo el poder que buscas y mucho más.

Kazemaru abrió la boca, mas ningún sonido escapó de esta. Las últimas palabras de aquel hombre habían prendido algo en él y ahora se preguntaba si hablaba realmente en serio. El encapuchado pareció darse cuenta de la vacilación del peliazul, pues continuó hablando:

- Temes el poder de Génesis cuando podrías superarlos con facilidad si te unieras a mí. - las palabras de aquel hombre eran cada vez más tentadoras y conseguían que Kazemaru quisiera obtener por fin el poder que tanto anhelaba. Si se volvía fuerte, pensaba, podría volver al Raimon, podría, por una vez, ser necesario.

Sin más que añadir, Kazemaru asintió con la cabeza; quería aquel poder, necesitaba aquel poder. Y su intuición le decía que el encapuchado podía dárselo.

El hombre se retiró la capucha, dejando ver un rostro pálido, de ojos negros y párpados púrpura, coronado por un pelo color esmeralda de una tonalidad bastante oscura. En sus labios estaba pintada una sonrisa, convencer al defensa había sido más sencillo de lo que imaginaba.

- Soy Kenzaki Ryuuichi y tú, Kazemaru Ichirouta, serás el capitán de los Dark Emperors. - habló abriendo un maletín completamente negro, el cual contenía unos luminosos cristales violetas que al instante consiguieron captar la atención de Kazemaru y atraerlo con la fuerza de un ciclón.

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