Parte #2

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Para empezar a conocer soluciones a futuro habría que empezar a buscar causas en el pasado así que nos introduciremos un poco en el año 2014, uno de los momentos cruciales que cambiaron un poco el rumbo de las cosas.

Vivíamos en una ciudad no muy grande, tranquila, que podría llegar a pasar desapercibida frente a los ojos de cualquier turista, paisajes urbanos y grafitis destacaban en los alrededores de cualquier casa, edificio o negocio, las personas en su mayoría se les podía resaltar su amabilidad y generosidad aunque en aquel entonces me encontraba encerrado en una casa vieja totalmente a oscuras mientras los recibos de la luz y el gas se encontraban repartidos por el suelo de la entrada y lo único que lograbamos ver era la luz que cruzaba por la ventana vieja de la cocina e iluminaba parte del sillón viejo en el que nuestro padre solía recostarse luego de regresar del bar a media noche.

Solía sentarse frente al televisor por horas para luego quedarse dormido, era característico de él, despertar y pasar la mano por su rostro arrugado intentando limpiar la saliva que se deslizó desde su boca hasta su cuello mientras dormía.

Aquella mañana, desperté en el suelo de la cocina, tenía quemaduras recientes en los brazos, quizás de antiayer, mi ropa estaba sucia y sudada y a deducir por la luz del sol, ya había pasado la media tarde, caminé hasta la sala y ahí estaba él, como siempre, dormido a tal punto de parecer que su alma ya había abandonado su cuerpo, intenté abrir la puerta de la casa sin embargo las cerraduras estaban puestas, me era imposible salir, a pesar de ser un alcohólico, mi padre no era tan tonto como parecía.

Me senté en el sillón al lado del inmenso cuerpo que descansaba en un extremo mientras yo ocupaba el espacio reducido que sobraba del otro.

Algo estaba mal, algo en su presencia no cuadraba, un presentimiento extraño carcomía el interior subiendo desde más abajo del estómago hasta el pecho, me acerqué al hombre cuidando mis movimientos esperando que sus reflejos no terminaran golpeándome cuando despertara.

Choque mi índice contra el brazo inmóvil del sujeto sutilmente, no hubo respuesta, en aquel entonces pensaba que la persona que reposaba sobre el sofá tomaba una siesta profunda como lo había hecho un millón de veces en el pasado sin darme cuenta de que mi padre pronto entraría en estado de rigor mortis.

Semanas luego de aquél incidente en el que lo último que recuerdo es haberme levantado para examinar el bienestar de mi difunto padre con mi dedo índice, me hallaba despertando en una cama con un colchón rígido, en un lugar desconocido que traía consigo un ambiente tenebroso, las paredes eran de un verde oscuro y el suelo era de un blanco llegando a beige con unas baldosas que lograban destacar por su brillo y unas cuantas hendiduras en algunas de ellas.

Me levanté sintiendo un dolor punzante en mi espalda, estaba vestido por alguna especie de pijama de tela barata totalmente blanca que lograba perder su color con el paso del tiempo, el cuarto en el que me encontraba era amplio, en la pared de enfrente se ubicaba otra cama y en ella, una chica de cabello castaño con mi misma vestimenta, dormía.

Me acerqué a ella, caminando en puntillas esperando no despertarla, no tenía decidido socializar todas las mañanas cuando mi reloj biológico decidiera despertarme.

Regresé a mi colchón duro, la puerta de la habitación era de un material quizás metálico y por lo que había visto en aquellas cerraduras que llevaba, la salida del lugar no estaba a decisión nuestra.

—¿Despierto tan temprano? — dijo una vez femenina un tanto somnolienta.

Rayos, quizás había hecho demasiado ruido al volver a mi sitio.

— Vuelve a dormir, Sol — respondí recostando mi cuerpo sobre la cama, recordaba por alguna razón el nombre de la chica — aún no hay luz, debe ser muy temprano.

— No me digas que hacer, ¿vale? — paso sus dedos por sus ojos que mostraban cansancio — suficiente tengo con los cuidadores.

Si había muerto y esto era el infierno, el gran creador todopoderoso se había esforzado en encontrar un buen castigo para mí, una compañera de cuarto con un humor insoportable se acomodaría muy bien a las escasas gotas de amabilidad que me quedaban, claro.

Pero no estaba en el infierno, me encontraba en una institución de protección a menores sin hogar, en otras palabras, me encontraba en un orfanato al que fuí enviado luego de que encontraran a mi padre en estado de descomposición luego de haber sufrido un paro cardíaco mientras mi hermano se encontraba inconsciente debido a la falta de alimento que su cuerpo había recibido, en resumen, un cuento de terror que relataba apenas el inicio de un infierno.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2020 ⏰

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𝕼𝖚𝖊𝖗𝖎𝖉𝖔 𝖆𝖒𝖎𝖌𝖔 𝖎𝖒𝖆𝖌𝖎𝖓𝖆𝖗𝖎𝖔 (remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora