Capitulo 1.

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~No es la altura, ni el cuerpo, ni la belleza lo que te hace una gran persona. Es el corazón, la humildad y la inteligencia~

Como todos los días de otoño, eran algo frescos y ellos dormían en una misma habitación con un par de cobijas, que con el tiempo, ya estaban demasiado gastadas. Y, el frío recorría aquella habitación como si estuviera nevando dentro de esta. Kristi, siempre es la primera en levantarse. Fue directo al baño; se tenían que bañar con agua fría y aveces, estaba helada. Se saco poco a poco la ropa, dejándola a un lado y se puso en la bañera, tomo el bote de agua y se lo hecho despacio en la cabeza, un gemido de frío salió de su boca, al sentir lo helada que esta estaba. Mojo sus cabellos por partes y tomo aquel jabón ya gastado por tanto uso, cerro los ojos y empezó a pasar por la cabeza, haciendo espuma; no era como todas las familias, que tenían para comprarse un shampoo o crema enjuage, no, ellos se tenían que lavar con el mismo jabon que usaban para lavar la ropa, y saben, eso es bastante asqueroso para algunas personas, pero para ellos, eso era normal. Se levanto de la bañera, ya terminando de lavar sus mechones con algunas partes que habían espuma y tomo la toalla que también, estaba algo rota. La tomo y empezó a limpiar cada parte de su cuerpo, sin olvidar los detalles. Seco su pelo poniendo la toalla encima de este y la sacudió un poco para ayudar a secarlo. Empezó a recordar cuando su padre estaba con vida, y como su madre sonreía y se la veía feliz por aquella casa, que aunque sin toda la plata del mundo, el amor de familia era mas grande que todo. Como su padre, con unas simples palabras levantaba el humor de estaba familia; verlo que llegaba cansado del trabajo, pero siempre con una sonrisa y como sus hermanos mellizos, al verlo, saltaban encima de él, solo había pasado un par de meses, y ya estaban casi por entrar a navidad. La ausencia del padre, era mayor en todos los casos, no importaba el dinero, o la salud, ellos extrañaban y mas que nadie, Kristi, a su padre. Seco una de sus lagrimas que se cayeron por aquel recuerdo de su padre y se puso la ropa, era unos jeans ya bastante desgastados, una remera mangas cortas algo rotas y unas zandalias, que no se notaban lo desgastadas que estaban estas. Tomo un cepillo y se lo empezó a pasar por el pelo. A los minutos, salió del baño toda cambiada y se sentó al lado de su madre, la cual estaba tomando una taza de café, con los pelos desprolijos y mirando el mismo recorte de diario de hace unos años; Kristi, no lograba entender porque su madre leía el mismo recorte todos los días, sabía que era una de las noticias mas importantes para su padre, ya que este aparecía allí, ¿pero no se aburría de leer? simplemente, ella no lo entendía. 

——Hola mamá—Se dejo posar sus brazos en la mesa ya ella sentada en esta, tomó un trozo de pan y se lo comió, miro a su madre que no despegaba la vista de aquel recorte.

——Oh, hija...—dijo aun mirando el recorde de diario.

——Hoy iré a buscar trabajo... Me preguntaba si podrías quedarte con los chicos sin ningún problema, madre. 

——Si, ve tranquila, tu hermana me ayudará a cuidarlos.—La miro un momento y volvió la vista a aquel trozo de papel.

—— Esta bien, iré yendo. Cuidense, y madre...por favor, no hagas algo que pueda herirlos.—Le dio un beso en la frente y se marcho de la casa. 

Cerró la puerta atrás de ella dejando un ruido enorme, molestoso. Las calles eran oscuras, sea de día o no, el sol no pasaba mucho por esta zona, por eso era una de las cosas mas por la cual era la zona negra o barrio negro. Ella camino, susurrando una canción que había escuchado en una radio. Silvando despacio y pateando aquellas piedras que se le cruzaban por el camino. La ciudad, la gran ciudad no estaba lejos de aquel pueblo, solo había que caminar unos 20 km, y ella por su familia era capaz de ir caminando hasta la luna. Mientras caminaba, veía como habían bebes que estaban tomados por sus madres, lloraban del hambre y en algunos rincones se notaban a niños jugando pero a estos se le notaban los huesos, pero no importaba, ellos se veían felices en esos momentos. En otros lados, se encontraban personas de edad muy alta, diría unos 80 o casi 90 años, que se sentaban en las sillas a espiar a sus nietos, revisando que estos no hagan alguna travesura. Caminaba por aquellas calles recordando cuando era feliz, cuando tomaba la mano de su padre y madre a los 6 años, y les decía lo mucho que deseaba poder llegar a ser veterinaria algún día. Obviamente era solo recuerdos y los recuerdos no traen a alguien en la vida. Como han dicho muchas personas "No extrañamos a las personas, extrañamos los recuerdos". Las lagrimas eran evidentes que iban a salir y que iban a frotar por aquella chica morena; se seco las lagrimas y siguió su trayecto hacía la sociedad. Cada vez mas se alejaba de su pueblo, de su hogar y cada vez mas se acercaba al mundo real, a la sociedad real, a la gente, a un mundo totalmente nuevo para ella. Sabía lo que era la tecnología pero no había tocado una jamás. Ningún telefono celular. No conocía los vídeos juegos. No sabía la existencia de muchas cosas. Solo conocía lo que era una radio. Entro en la gran ciudad, vio demasiados autos y empezó a caminar por las calles. Pasaban muchas personas que golpeaban su hombro sin pedir disculpas, otras que pasaban hablando con esos aparatos en las orejas, otras personas que escuchaban música, mucho trafico, mucho ruido, veía los edificios que tocaban las nubes y se imaginaba lo que se debe sentir saltar desde esa altura. Al haber tanta gente junta, podía sentir la respiración de ellos cerca de su garganta y no era una sensación que le gustase. Hasta que noto a un señor tirado en el suelo, con una botella a su costado y un par de monedas en aquella. Con un pequeño letreto que decía "ayuda y serás ayudado" al otro costado de él, este acostado en cartón en medio de la vereda, con un perro con un pelaje desgastado y algo mal descuidado, bastante flaco y con un pañuelo rojo en su cuello. Kristi, se dio cuenta que aun en la ciudad rica, los pobres también estaban. Siguió caminando con esperanza de un milagro, cuando fue que vio un cartel en una cafeteria diciendo "se busca mesera" ella sin pensarlo dos veces, entro al lugar. Por fuera era normal, pero por dentro era todo muy hermoso, bueno, para ella todo era nuevo y hermoso. Los sillones donde se sentaban los clientes eran azules con bordillos blancos y las mesas eran rojas, también con partes blancas y redondeadas. Había un lugar de karaoke, la barra era del mismo color que los sillones y las meseras vestían de rojo. Era mas bien un bar tradicional de los Estados Unidos. Ella entro y a lo primero que fue es a la cajera, la cual estaba masticando un chicle con toda la boca abierta, dejando ver sus perfectos dientes blancos, su saliva y su paladar. Miro a Kristi, la cual solo vestía como cualquier pobre o vagabundo y cruzo los ojos. Era muy antipatica esa chica, sin duda. Atendía con toda la mala onda del mundo y te miraba como si quisiera meterte un martillazo justo en la nuca. Kristi iba a hablar, pero aquella chica de sonrisa perfecta le tomo la delantera. 

——No regalamos comida.—Dijo con mucha onda negativa, y volvió a mirarla de pié a cabeza.

——No, disculpe no vengo por comida, ni por nada de eso. Vengo por el trabajo.—Aquella chica de sonrisa perfecta, soltó una risa. Mas bien una risa muy burlona, se burlaba de Kristi, una chica desalineada venía a buscar empleo. ¡Que loca esta!

——Es por allá, pero con esas pintas ni un vagabundo te quisiera cerca.—Dijo de vuelta burlándose. Kristi sin darle importancia a lo que dijo esa chica de sonrisa perfecta fue para donde le señaló. Allí vio una cola a la mitad, todos esperando ser atendidos por el encargado. Estaba cansada y frustrada, no sabía si iba a conseguir el empleo; había terminado la secundaria, pero experiencia laboral no la tenía, y no sabía que iba a ocurrir de allí en adelante.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2014 ⏰

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Winter /(Lo que un invierno trajo)/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora