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~FINAL~

Omnisciente

El castaño se hallaba sentado frente a la chimenea de su hogar, el cual antiguamente compartía con el ojiazul; leyendo una de las tantas cartas que este le había estado mandando y oyéndose únicamente el crujido por parte del fuego.

A pesar de no ser la primera vez, aún desconocía el modo correcto de actuar ante los que parecían ser lamentos del contrario.

Cada uno de los papelitos que Oliva mantenía por mandarle a Biquard eran depositados en una caja de cartón que, aunque el de menor edad quisiera, no podía ser desechada; después de todo, conseguían tener un alto valor y significado para el corazón del menor.

Cada razón escrita que su ex pareja se disponía a enviarle, revivía algún recuerdo de ellos juntos en la mente de Manuel, directo a su corazón como puñal que hiere sin piedad alguna.

Sí, todo habría trancurrido tan de repente, cuando un día simplemente se dijeron un último adiós, logrando que el contacto entre ellos se convirtiera en un fugitivo más.

La escena se repetía otra vez, reflejando las cristalinas lágrimas de parte de Vainstein, las cuales se deslizaban con pesadez y en un gran conjunto por ambas mejillas del mismo, finalizando por mojar la tinta impregnada en el papel.

Recordó cada obstáculo que ellos, juntos como enamorados, debieron superar, hasta el momento de un mes atrás, cuando, a pesar del amor que se continuaban teniendo el uno al otro, decidieron darle un fín a su bonita pero a la vez imposible relación.

Ambos muchachos vivían en lugares distintos, por lo que eran escasas las veces u ocasiones en las que sus encuentros se mostraban posibles; sumado a esto, estaba la obligatoria responsabilidad respecto a los estudios que independientemente cada uno debía aportar y desarrollar en sus respectivos colegios.

Relación a distancia. Al principio no lo dudaron demasiado, pero muy en el fondo, y a pesar de no querer aceptarlo como culpa de un no tan simple capricho mutuo, los dos chicos sabían que aquello no funcionaría en lo absoluto.

La agobiante nostalgia hizo presencia nuevamente, como todas las veces en las que Manuel regresaba de su escuela y un blanco sobre era lo que se hallaba en su puerta por parte del correo, reconociendo en cada entrega las características estampillas de un sol y una luna, destacando como decoración en el mismo.

La opresión en su pecho era inmensa, por lo que Valentín nunca conseguía respuesta mínima de su amado; otra razón para continuar con la idea de no rendirse a pesar del dolor que sabía que era simplemente mutuo, compartido.

Como por arte de magia, cada adolescente, desde su estadía, se encargaba de repasar en sus cajas de recuerdos los diferentes lugares que  habían pasado a transformarse en testigos de sus encuentros, sus caricias, sus sonrisas, sus nervios, sus sonrojos, sus peleas, sus celos, sus besos.... de su amor y de únicamente todo lo que los formaba como pareja.

"Valu, ¿que pasaría si un día solo... dejara de existir nuestra relación?

"Chiqui, nunca vuelvas a pensar en eso -soltó una leve risita- recordá que siempre voy a estar a tu lado."

"¿Me lo prometés, Tín..?"

"Te lo prometo, Amor"

"¿Juntos?"

"Hoy y siempre"

El castaño, reconocía que aquello, en todo su aspecto, lo dañaba sin su consentimiento y que por lo tanto era suya la responsabilidad de ponerle un alto.

Aún debatiéndosee internamente, el anterior nombrado se levantó del suelo, marchando en dirección a la extensa mesa del comedor, donde tomó una silla y reposó su cuerpo en la misma; no sin antes percatarse de agarrar un papel algo arrugado y una lapicera de oscura tinta.

Su mano derecha temblaba levemente, sosteniendo con pesar la lapicera y depositando la punta de esta sobre la pálida hoja, comenzando a manipularla en cursiva y en base a una suave melodía, como si de una especie de relajante danza se tratara.

Al finalizar, observó por la ventana, notando las gotas que chocaban contra la misma debido a la leve llovizna que se abría paso en el clima; recordándole los momentos en los que el ojiazul lo abrazaba con mayor intensidad ocasionada por el frío de esos escalofriantes días.

Una pequeña risa cargada de angustia retumbó por toda la habitación, acompañada por los pasos del de ojos color avellana hacia el buzón, donde se detuvo, fijando su vista por unos  segundos en la simple carta.

Un paso, un recuerdo, otro paso, otra punzada al alma, o al vacío que había en esta, igual a la nada.

Despojándose de ella la dejó en el interior del metal, soltando un suspiro pesado mientras una lagrimilla se escapaba de sus iris, la misma que lentamente se fue mezclando con las gotas que de a poco mojaban su rostro y cabello y empapaban su ropa.

"Quién diría que soltar algo es tan difícil cuando de verdad lo apreciamos más que a nosotros mismos" reflexionaba Manuel, sin dejar de sentir las constantes punzadas en su pecho que desde un principio se habían instalado en la zona.

Como última acción en la escena, miró el gris firmamento poblado de descoloridas nubes, regalándoles una amarga sonrisa de labios cerrados, sabiendo que finalmente había impuesto un cierre a ese amor que no quería olvidar pero que sabía que debía hacerlo al costo que fuese; por más que aquello tan complicado doliera más que ardientes llamas.
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Eclipse, Val...

Porque un día, vos y yo, luna y sol...
se dieron cuenta de que no siempre podrían alinearse,
de que, lamentablemente,
los eclipses no duran para toda la vida...♡

Atte: Manuel Vainstein






























Y bueno, Cockers, sé que fue medio una mierda, pero desde un principio ya tenía la idea de que esta historia terminara triste, o un intento de eso ah.

Perdón si lloraron o si no moquearon un choto, la verdad disfruté algo al momento de empezar a escribirla.

Espero les haya gustado por lo menos un poquitititito :)

Sin más que decir, hasta nunca♡
Gracias por leer

Eclipse [Wosplik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora