El cuerpo inerte apareció sin ropa; solo, en aquel departamento.
Siempre ese, precisamente ese había sido su más oculto y fuerte deseo. No existió arrepentimiento cuando esos dos pares de manos le tocaron hasta el alma; cuando esas dos bocas se ocuparon en lamerle la miel que brotaba de su cuerpo, ni siquiera cuando aquellos dos miembros viriles la penetraron a la vez, provocando un torrente de emociones que conllevaron a esos tres orgasmos.
Pero ahora después de la tormentosa lucha, se vio perdida , a merced de aquellos dos hijos del diablo.