ℳariposas.
『❝Solo soy una mariposa, una antíope, encerrada en su capullo, ciega y con las alas pegajosas. Y, de pronto, me pregunto si no habrá veces en que los capullos no se abran, si la mariposa que contienen no carecerá de la fuerza necesaria pa...
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❝Quiero vivir hasta el día en que mis alas se rompan cual cristales y se pierdan entre el brillo de las dulces mariposas❞.
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El estridente crujir de mis huesos alertó a la chica que reposaba a mi lado, al igual que a las mariposas expectantes. Moví mi cuello con suavidad, anhelando que el dolor no se extendiera por más centímetros de mi cuerpo, y que alcanzara finalmente hallar un escaso sentimiento de tranquilidad.
—Parece que has tenido un día pesado —apuntó a decir mi actual compañera, ella estaba tras el mostrador mientras que yo concluía de barrer el lugar—. Deberías ir pronto a descansar
—No me siento agotada. Tan solo he dormido mal —reconocí apacible, dejando caer mis manos a mi flanco, y echando un último vistazo al local. Estaba totalmente desocupado—. Hoy es tu turno de cerrar, ¿no es así?
—Lastimosamente —musitó, ella jugó con el margen de su delantal—. Le había prometido a mi madre llevar la cena, aunque presumo que ya es algo tarde
Me detuve unos breves segundos para examinarla, sus ojos desbordaban legítima desolación, así como impotencia. Logré compadecerme. Yukija es menor de edad, al igual que yo, sin embargo, ella vive una situación dura que la ha orillado a rebuscar trabajo en esta cafetería.
—Puedes irte, cerraré por ti —solté de improviso. Di media vuelta escudriñando el reloj en la pared, la hora evidenciaba lo tarde que era.
—No podría hacer eso, también estas agotada, ¿verdad? —inquirió estableciendo una pequeña sonrisa radiante.
