1. El es extraño

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Se podria decir que la temperatura se hacía pasar cruelmente por un día soleado de otoño, que con ironía te recordaba que estábamos en un fresco al igual que desgarrador invierno.

Era diciembre, la época en donde todas las empresas usan la misma táctica publicitaria.
También era la época en donde gastabas tu dinero de forma irresponsable solo para quedar bien una vez al año, para después observar a las cómo si fueran totalmente extraños.

Era la época de la mercadotecnia hipócrita  y con sólo una razón que no tenía nada que ver con tu bienestar.

Era la época de los enamorados que con un pretexto vago por la fecha regalaba algo aquella persona de sus pensamientos.

Pará mí sería otro mes de trabajo mal pagado, en donde me encontraba rodeado de amor que no era dirigido para mí.

Tampoco era tan idiota como para creer en esa farza, pero de alguna forma me boicoteaba a mi mismo después de quedar solo en la oscuridad .

Yo odio el diciembre, pues aquel mes me hace sufrir en muchos ámbitos de mi vida.

Odio el frío que corre por la ventana, pues no tenemos como pagar para un aire acondicionado para manternos en una temperatura aceptable.

También odio tener que trabajar el doble sin tener ningúna modificacion en mi paga, y regresar agotado a una casa en donde los niños siempre están hambrientos.

Odio no poder comprar unos zapatos en buen estado para acada uno de esos piesitos fríos y flacos.

Detesto ver a mi madre fingir una sonrisa, sin tener ninguna razón por la cual hacerlo.

Y como todos los diciembres, me encontraba aquí. En un frío pupitre, pasando desapercibido en un lugar lleno de afortunados.

Pues en un lugar en donde estudian los ricos la melancolía se percibía de diferentes maneras.

Puede que sea un infiltrado en sus vidas perfectas, eso no es una duda y puede que pronto una petición para poder nombrarme a mi.

Me encuentro sentado en medio de todo, observando como las chicas se mueven de un lugar a otro haciendo uso de sus zapatillas de marcas caras.

También se puede contemplar como hablan animadamente sobre las fiestas de sembrinas, en la cual pasaran en sus casas remojadas en oro y tapizadas con billetes brillantes.

Me imaginaba como sería pasar una navidad en una de esas casas, siendo yo total ajeno hasta del aroma de un rechoncho fajo de billetes.

Observó como un rubio de ojos chocolatados se acerca a mí sitio de forma desesperada, con sus ojos bañados en una capa cálida de agua.

──¿Lo viste? ──. Me cuestiona el rubio, mientras toma asiento en el lugar al lado de mi, ese que siempre se encontraba vacío a estas horas.

──¿Ver que? ──. Respondo con aires de desinterés, puesto que me hacía una idea de lo que podría salir de su coqueta y esponjosa boca. ── A-a Y-yoongi ──.

El rubio se aferra ferozmente a mi brazo consolandose con mi presencia, sinceramente no sabría que decirle al chico dorado. Supongo que solo vino a desahogar sus penas, y no para un sermón.

El chico dorado me fulmino con su melancolía mirada imitando al sentimiento que ahoga a los bares los lunes por la noche.

Puede que el me pidiera con toda su alma emborracharlo de alguna manera, sabiendo que yo  solo le podía otorgar mi secó y ronco silencio.

El prosederia a morderse el labio inferior en súplica a las lágrimas. Entonces ahogándose en el dolor de la garganta que baja cruelmente al estómago.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2023 ⏰

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