Bip, bip, bip, bip...
Ese era mi despertador sonando por última vez en este curso. Sí, como lo oyen, hoy era el último día que tenía que levantarme a las 7 y 30 de la mañana para ir al instituto y a partir de hoy empezarían mis vacaciones de verano.
Me levanté de un salto de la cama y me dirigí a mi armario para escoger la ropa que me pondría hoy. Cogí lo primero que vi sin percatarme ni si quiera si combinaría, pero a estas alturas de la vida me daba completamente igual.
Luego fui al cuarto de baño y evité mirarme lo menos posible en el espejo, porque no quería deprimirme desde tan temprano viendo mi horroroso aspecto. Con mi poca autoestima y a estas horas de la mañana es mejor evitar acomplejarme aún más de lo que ya estoy. Me lavé la cara y me hice una coleta alta, odiaba tener el pelo en la cars y más con el calor que comenzaba a hacer.Después volví a mi habitación para maquillarme aunque sea un poco de manera natural para poder esconder las ojeras que tenía. Este curso había sacado lo peor de mí. No puedo contar la de noches en velas que he pasado estudiando, la de veces que me he levantado a las 5 de la mañana para repasar o todo lo que he llorado durante el curso.
Sin dudas, este había sido el peor año de mi vida y eso sin nombrar otros problemas que acompañaban a este curso hacerlo aún más maravilloso, nótese la ironía. Pero hoy me sentía feliz de poder haber acabado esta mala racha que tuve y por fin me adentraría en mi último curso de instituto antes cumplir mi sueño que era ir a la univeridad y poder estudiar ingeniería, pero antes tenía que aprovechar este verano y pasarlo lo mejor posible.
Una vez que acabé mi tarea en el baño bajé las escaleras y me dirigí a la cocina donde se encontraba mi madre preparándome el desayuno. Nunca solía desayunar algo más que no fuese un vaso de zumo, pero mi madre siempre me regañaba para que tomase un desayuno en condiciones.
- ¡Buenos días hija! - dijo mi madre en el momento en que me vio aparecer por la cocina.
- Hola mamá - le respondí. Una de las cosas que más odiaba en este mundo aparte de madrugar era tener que dar los buenos días ya que siempre me levanto con un humor de perros.
Era extraño que mi madre se encontrase de buen humor. Mis padres eran unas personas un tanto peculiares y difíciles. Mi relación con ellos nunca fue muy buena, sobre todo con mi padre con el que la gran mayoría de veces tenía discusiones debido a su anticuada manera de pensar. Nunca me sentía a gusto con ellos porque no había día que no me juzgasen por algo distinto. Sé que me dicen las cosas por mi propio bien, pero a veces la mejor manera de aprender es cometiendo nuestros propios errores y eso era algo que ellos no permitían.
- Hoy es el último día eeh, y parecía ayer cuando entraste en el instituto - dijo recordando esos tiempo ya no tan cercanos. Durante los últimos 4 años, siempre el día que acababa el curso me decía la misma frase.
Después de tomarme el vaso de zumo tranquilamente me puse los zapatos y me dirigí al baño para lavarme los dientes.
Cuando acabé eran las 8 por lo que me quedaban 15 minutos para llegarme por Carolina e ir al instituto antes de que sonase el timbre de entrada.
Me colgué la mochila para ir a casa de mi amiga e irnos juntas, no antes de despedirme de mi madre.- Adiós mamá - dije cerrando la puerta de mi casa.
Dando tan solo dos pasos me encontraba llamando con los nudillos a la puerta de Carolina.
- Buenos días Emma, pasa, voy a llamar a Carolina para que se dé prisa, si no vais a llegar tarde el último día de instituto - dijo la madre de mi mejor amiga repitiendo la misma historia de todos los días.
Carolina era mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. La conocía de toda la vida ya que siempre hemos sido vecinas, además de que nuestras madres se llevaban muy bien. Aún se me viene a la mente el día que me hice amiga de ella. Recuerdo que mi abuela me llevó al parque de al lado de mi casa uno de los tantos días que se tenía que quedar conmigo porque mis padres trabajaban. Allí se encontraba ella jugando a la pelota con su hermano que es unos años más pequeño que yo. Como vio que me encontraba sola y aburrida en un banco me invitó a jugar con ellos y a partir de ese día nos hicimos inseparables, siempre estábamos juntas, ya fuese jugando en el parque o en alguna de nuestras casas.
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CHANGE
Teen Fiction¿Piensas realmente que las personas pueden cambiar o es solo una farsa? Emma siempre consideraba que había vivido una vida normal hasta el momento, aunque con algunas situaciones complicados que le han marcado durante todo este tiempo, pero tras es...