Cuerdas

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Ya no sé ni cuantas personas había en este lugar. Cada una de ellas solamente era un obstáculo para encontrar a Abby. La sangre que antes llenaba las venas de ellos ahora se hallaban por todo el recinto, pintando las paredes, formando piscinas gigantes de color rojo. Ninguno de ellos merecía menos, todos eran unos malditos lunáticos. Jamás pensé que podría conocer a alguien peor que al grupo enfermo de David o los lunáticos de los Scars, pero esto me dice que los hay y mucho peor. Ya ni siquiera mataban por sobrevivir, lo hacían por gusto a base de pisotear, encarcelar y torturar a cualquier intruso. No tuve duda alguna al apretar el gatillo sobre ellos.

Entré en la parte del fondo del resort a través de una puerta siguiendo con mi búsqueda. Una de las carceleras me sorprendió e intentó forcejear con su bate de baseball, en medio del encuentro logré empujarla lo suficiente para que chocara con una celda justo detrás en la que habían varios prisioneros, sacaron algunos brazos y la ahorcaron con su misma arma mientras le robaban las llaves y lograban salir. Cuando intercambié miradas con uno de ellos, pregunté dónde se encontraba Abby. Me miraron con desconcierto al momento de que algunos miraron mi mano, observando las marcas de los dientes y obviando mi infección. Entraron en pánico y algunos me apuntaron con sus armas, alcé mi pistola a la cabeza del que estaba enfrente lista para abrirme paso, pero uno de ellos, calmó la situación y comenzó a hablar.

--¿Dijiste Abby?--Preguntó el hombre con un tono más bajo y con presencia, apaciguando así la situación.

--Sí. ¿Dónde está?--Le dije tajante y todavía con la guardia en alto.

--Intentó escapar hace un par de meses. Puedes encontrarla en la playa, sigue por ahí y puede que la encuentres-- Señaló con la cabeza la dirección del pasillo.

Asimilando lo que me decía, me aparté a un lado para que toda esa gente se largara de ese espantoso lugar. Apenas me moví, corrieron eufóricos y armados, listos para enfrentarse a los idiotas que quedaban.

Sin pensar mucho en lo que pasó, me encaminé hacia donde me había indicado aquel hombre. Al intentar girar el picaporte de la puerta, mi costado gritó y una oleada de dolor inmenso recorrió mi espina. Me arrodillé abrumada por la sensación hasta el punto de casi caerme. Me revisé de nuevo para ver como la herida que había cocido unas horas antes se había vuelto a abrir, dejando salir todo un líquido carmesí desde la cortada. 

"Tengo que darme prisa"

Me incorporé y giré la manija para abrir la puerta, revelando la salida hacia la playa. Todo el panorama había cambiado, el cielo había oscurecido y la niebla se estaba empezando a notar. Los gritos de fondo eran tanto como lo de las Víboras como de sus propios prisioneros. Los ignoré mientras bajaba un par de escaleras para llegar a la playa. Cuando los bajé todos los escalones pude sentir la fina arena bajo la suela de mis zapatillas hundirse suavemente. Ahora habían estruendos de disparos, explosiones, gritos y metales, me importaron en lo absoluto cuando me adentré en las piquetas de la costa. 

--Dios...--

Cuando finalmente pasé unas grandes rocas que dificultaban mi vista, no pude evitar asombrarme en todas las fogatas gigantes que se hacían ver. Habían troncos que se amontonaban con gente empalada en ellos, algunos funcionaban como orcas en los que atabas manos por encima y pies por debajo para someterlos, quien sabe por cuanto tiempo. Fui caminando con una mano haciendo presión sobre mi herida. Dolía como el infierno. Alzaba de vez en cuando la mirada solo para observar como habían cuerpos famélicos y ya fallecidos en esas orcas, diciéndome que estas personas las dejaron ahí para morir de hambre.

--Putos animales-- Dije con molestia debido a mi constante perdida de sangre. Deseando poder acabar con todo esto de una maldita vez.

Al parecer, mis plegarias fueron escuchadas, puesto que no más de un par de metros de todos esos cuerpos, encontré finalmente lo que buscaba.

Lo que tuve que hacer (Ellie - The last of us parte 2 one-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora