• 海の目 •

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Fue una oscura noche de septiembre que sentí algo en mi interior.

Fue algo totalmente diferente a lo que había sentido anteriormente en alguno de mis celos o de normal.

Estaba dormido cuando lo sentí, levantándome de golpe y sintiendo todos mis instintos de alfa despertar.

Inconscientemente, o por instinto, salí de casa. Tan siquiera sabía a dónde demonios iba o por qué.

Pero sí pude notar un aroma a lo lejos. Olía a vainilla, nueces y un toque de café.

¿Es normal decir que ese olor me encantó al instante?

Deduje que era un omega. Uno en peligro, pues su esencia denotaba miedo, tristeza, angustia y nerviosismo.

De pronto, me convertí en un lobo. Uno grande y creo que de pelaje grisáceo.

De reojo me miré en el cristal de una tienda y, Dios, era enorme.

¡Incluso mis ojos se habían vuelto rojos!

Todo esto era raro y prácticamente nuevo para mí. En cierto modo hasta me sentía desubicado.

Comencé a correr, cada vez más rápido, yendo a donde mi instinto y ese aroma tan dulce me indicaban.

Era algo extraño correr sobre mis cuatro patas, apenas me había transformado en un lobo antes y no estaba acostumbrado.

Yo era uno de los pocos alfas que podía transformarse en su lobo interno.

Aún recuerdo que en mi cumpleaños número diecisiete, hacía casi dos años, me convertí en lobo mientras tuve mi primer celo.

Fue difícil poder controlar mis instintos. Pasaba de lamentarme de dolor a ponerme furioso y rabioso.

Aún considero ese día como uno de los peores.

La segunda vez que me convertí fue cuando mi madre estaba siendo golpeada por un alfa, uno que decía ser su pareja pero sólo era un aprovechado. Yo me encargué de que no volviera a aparecer en nuestras vidas. No lo maté, pero sí le hice saber que no tenía el derecho de abusar y golpear a mi madre.

Esta era la tercera vez, pero no supe el por qué hasta que llegué a una de las calles más deshabitadas de la ciudad.

Estaba oscuro y las farolas apenas alumbraban a un radio de dos metros, con esa luz anaranjada y tétrica.

Había cinco hombres -alfas- borrachos, y luego un omega. Percibí que ese aroma tan dulce provenía de dicho omega, quien resultaba estar aún en celo. Lo noté por sus feromonas.

Al ver la escena deduje que habían abusado de ese pobre omega. Lo habían dejado ahí, tirado, en mitad de la calle.

¿Qué mierda se creían?

Para ser honesto... me enfadó.

Digamos que poco duraría su felicidad y "victoria" tras haber hecho aquello.

Me abalancé contra ellos, uno a uno, haciendo lo que consideré correcto.

Cualquiera diría que los maté, pero no. Sólo los dejé inconscientes y con alguna marca que les haría recordar la mierda de personas que son.

Posiblemente terminaría en un juicio y con una denuncia por agresión pero... ¿acaso eso importaba?

Lentamente me acerqué al joven omega, el de aroma tan dulce.

En serio me encantaba su olor.

¿Parecía muy loco?

Seguramente.

Se veía asustado. Claro que no siempre ves un lobo aparecer de la nada, y tras lo que le habían hecho esos alfas era normal en cierto modo su comportamiento.

Cerró los ojos antes de que siquiera pudiera observarlos bien.

¿Pensaba que le haría algo?

Por favor, ¡jamás le haría algo!

Volví a mi forma humana y lo alcé con mis brazos. Debía llevarlo a un hospital para que atendieran los daños físicos e incluso mentales.

Abrió los ojos y me miró.

Sus ojos eran tan azules...

Podría volverme adicto a mirar sus ojos.

"—No te preocupes, no te haré daño"

Dije, queriendo que se tranquilizara.

"—¿Qui-Quién eres?"

Inquirió, aún con un deje de nerviosismo y miedo en la voz.

"—El alfa que jamás te hará daño"

Respondí.

Y era cierto, jamás le haría daño a él. Ni a él ni a nadie.

"—¿Tu nombre?"

Preguntó de pronto, sorprendiéndome en cierta manera.

"—¿Es eso realmente necesario?"

Pregunté yo, viendo cómo asentía despacio.

Sonreí.

"—Taehyung, Kim Taehyung"

Respondí finalmente.

Pude observar sus ojos fijamente, viendo ese azul y intenso.

Sus ojos tan azules me miraban y yo recordaba el océano que éstos poseían.

² ocean eyes • KTH&JJK • OS  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora